A menudo el patriotismo se queda en lo superficial, las banderas, los himnos y poco más... pues a poco que preguntemos por cuestiones históricas nos daremos cuenta de que casi siempre se recurre a los mismos personajes y episodios mitificados hasta la saciedad.
Sin embargo, existen otros acontecimientos menos conocidos que nos hablan de conocimiento, esfuerzo, genialidad, valentía y ciencia, combinados con religión, arte y filantropía. Episodios que como el que hoy nos ocupa sigue reservado a los especialistas de museos, pero que, de hacerse más conocidos, enorgullecerían a cualquiera.
Nos situamos en la España de Carlos III. Mucho antes de que los fósiles fuesen una cuestión de debate por ejemplo en el Reino Unido, en el Madrid de aquel entonces llegaron siete grandes arcones llenos de huesos provenientes de la actual Argentina, en concreto de la localidad de Luján.
Los enviaba un dominico, Manuel de Torres, quien minuciosamente los había excavado, buena prueba de ello es que a Madrid llegó la práctica totalidad de piezas, pero todo aquel cargamento también llegó con una duda ¿Cómo montar aquel enorme puzle?

La Real Academia de San Fernando como precedente del museo de Ciencias Naturales conservó y expuso aquellos extraños huesos

La Real Academia de San Fernando, como precedente del museo de Ciencias Naturales, conservó y expuso aquellos extraños huesos. 

Los fósiles se llevaron a la Real Academia de San Fernando, donde haciendo honor a la inscripción de su entrada  (“Carlos III rey unió bajo el mismo techo naturaleza y arte para beneficio público”) se le buscó una explicación científica gracias, precisamente a las artes.
¿Qué tendrá que ver la pintura del siglo XVIII con los fósiles? Pues en realidad mucho, y sobre todo si se une a las ansias por saber. En aquel entonces los fósiles fueron a parar a manos de un taxidermista ¿Quién si no se iba a ocupar de los huesos de un animal?
El mayor cargo en ese oficio lo ocupaba el valenciano Juan Bautista Bru de Ramón, un pintor que no se conformó con manejar los pinceles, además aprendió a disecar y armar animales de los que investigó a conciencia  incluyendo ejemplares deformes.

Juan Bautista Bru y sus estupendos dibujos (incluida esta cebra sudafricana) están aún por descubrir

Gracias a la exposición que le ha dedicado el Prado, Luis Paret está siendo recuperado, pero Juan Bautista Bru y sus estupendos dibujos (incluida esta cebra sudafricana) están aún por descubrir. (Fuente: BNE Http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000005127&page=1)

Gracias a todos esos conocimientos dio con la clave para montar correctamente aquellos fósiles argentinos, realizando así un estudio científico que incluso completó con grabados. Pero en 1793, cuando el esqueleto ya estaba montado en la sala de petrificaciones de la Real Academia, lo visitó el diplomático francés Phillipe-Rose Roume, quien ni corto ni perezoso, pasó toda la información del fósil a George Cuvier, profesor del Muséum National d'Histoire Naturelle de Paris, quien en el año 1796 se atribuyó el descubrimiento de esta nueva especie de perezoso gigante. El Megatherium americanum.

Reconstrucción del fósil hecha por Juan Bautista Bru

Reconstrucción del fósil hecha por Juan Bautista Bru. 

Estaba en lo cierto, pero el descubrimiento había sido en primer lugar de Manuel de Torres y, sobre todo, de Juan Bautista Bru. Afortunadamente, el año en el que George Cuvier hacía gala de 'su' descubrimiento, el ingeniero José Garriga salió en defensa de Bru publicando un libro titulado 'Descripción de un cuadrúpedo muy corpulento y raro que se conserva en el Real Gabinete de Historia Natural' (http://aleph.csic.es/imagenes/mad01/mncn/P_000877135_877135000001_V00.pdf.)
Actualmente el megaterio se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales demostrando que un dominico, un artista y un ingeniero llegan a grandes logros cuando se ponen de acuerdo.

Actualmente, el megaterio se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales

Actualmente, el megaterio se encuentra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.