Hoy 31 de mayo se cumplen 463 años de la muerte del cardenal Juan Martínez Silíceo. Un hombre en el que coincide una explosiva mezcla: el elevado nivel intelectual y un furibundo odio hacia los demás.
Es por ello que hoy dejamos a un lado sus conocimientos en aritmética, geometría y teología para centrarnos en sus estrategias como instigador del odio a través de bulos e informes falsos.
Los orígenes humildes del cardenal son una pieza clave en toda esta historia, pues al provenir de una familia de labradores extremeños parece que siempre sintió cierto complejo de inferioridad. La prueba más evidente es el cambio de su segundo apellido Guijarro por Silíceo dando así una pompa innecesaria a un apellido tan humilde como honrado.

Juan Martínez Silíceo, su origen humilde fue determinante en su carrera política y eclesiástica

Juan Martínez Silíceo, su origen humilde fue determinante en su carrera política y eclesiástica.

Pero no es el único detalle que perfila su personalidad. Cuando en 1545 fue nombrado arzobispo de Toledo comprobó cómo muchos hombres poderosos de la ciudad eran descendientes de judíos. Cosa lógica si tenemos en cuenta que apenas tres generaciones atrás se había promulgado el edicto de los Reyes Católicos en el que se obligaba a los judíos a abandonar España perdiendo sus bienes o convertirse al cristianismo conservándolos. Es por eso que los aristócratas toledanos de origen judío seguían siendo mandatarios pero siendo también cristianos como los que más.

Hubo famosos descendientes de judíos como Sebastián de Covarrubias que además ser capellán y canónigo desempeñó una labor humanista admirable
Hubo famosos descendientes de judíos como Sebastián de Covarrubias que además ser capellán y canónigo desempeñó una labor humanista admirable.

Los antepasados de Silíceo al ser gentes humildes eran menos conocidos y por lo tanto más fácil de argumentar que eran cristianos viejos. De este modo el cardenal marcó distancias con la aristocracia toledana dejándose llevar por el fanatismo, se escudó en el antisemitismo para decidir quién accedía a los cargos de poder durante su gobierno como arzobispo.
Solo dos años después de haber sido accedido a la diocesis toledana tumbó el ingreso de un canónigo de la catedral porque descendía de judíos y así continuó su afán hasta establecer los famosos Estatutos de limpieza de sangre, un informe que acreditaba si una persona era o no descendiente de judíos y por lo tanto apta para el cargo que pretendía.
Estos informes elaborados en su mayoría por sacerdotes, que eran quienes tenían acceso a las partidas de bautismo y que estuvo vigente hasta el siglo XIX, son en gran medida el precedente las salvajadas nazis o la purga que en la posguerra se hizo con maestros desafectos al régimen de Franco.
 
Estatuto de limpieza de sangre por el que se prohíbe que ningún descendiente de “moro o judío” pueda estudiar en el colegio mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares

Estatuto de limpieza de sangre por el que se prohíbe que ningún descendiente de “moro o judío” pueda estudiar en el colegio mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares. Imagen del Archivo Histórico Nacional

Evidentemente pese al inmenso poder que suponía ser arzobispo de Toledo en el siglo XVI, el cardenal Silíceo tenía sobre sí el poder del papa y del mismísimo rey Carlos I. Con lo cual su odio necesitaba de nuevas herramientas para poderse extender ya que se enfrentaba de pleno contra el sentido común de instituciones como el ayuntamiento de Toledo que consideró aquellos estatutos como origen de "odios y perpetuas enemistades", el consejo de Castilla quien lo tachó de "ynjusto y escandaloso” o la universidad de Alcalá quien sencillamente dijo que aquello era la "discordia sembrada por el diablo". Por este motivo el cardenal Silíceo dio un paso más allá y además de convertirse en un pionero en el racismo, también lo fue en las paparruchadas, los bulos y las fake news.
En esa lucha por convencer al rey y al papa se basó en dos cuestiones claves, la influencia de la educación (recordemos que Silíceo había sido profesor del por entonces príncipe Felipe II) y por otro lado el poder de la mentira.
Para justificar la imposición de estos estatutos de limpieza Silíceo aportó uno de los documentos más envenenados de la historia. La carta de los judíos de Constantinopla. Este manuscrito que se suponía era la respuesta de los judíos de Constantinopla a los españoles en 1492 decía todo tipo de barrabasadas, desde unas supuestas recomendaciones para que los judíos se convirtiesen al cristianismo para confabular desde dentro, hasta ejercer la medicina para matar a cristianos sin levantar sospechas.
Ese documento que desde el portal del judaísmo en España (Sfarad.es) atribuyen directamente a la mano de Silíceo además de ser rematadamente falso, se extendió en el tiempo dando origen a La Isla de los Monopantos, del no menos racista Quevedo, que a la postre y con el resurgimiento en el siglo XIX del odio a los judíos inspiró los Protocolos de los Sabios de Sión.

En 1930 se publicaba en España la obra difamatoria de los Protocolos de los Sabios de Sión, el pasquín antisemita que en buena medida empezó con los bulos infames del cardenal Silíceo
 En 1930 se publicaba en España la obra difamatoria de los Protocolos de los Sabios de Sión, el pasquín antisemita que en buena medida empezó con los bulos infames del cardenal Silíceo.