Lo había anunciado y lo ha llevado a cabo. El presidente de Estados Unidos acaba de reconocer a Jesusalén como capital isralí, lo que complica la paz en la zona. Donald Trump ha asegurado que esta decisión "debería haberse tomado hace tiempo" y ha insinuado que sus predecesores evitaron adoptarla por cobardía.

"Muchos presidentes dijeron que querían hacer algo y luego no lo hicieron, quizá por falta de valentía o porque cambiaron de opinión", ha dicho Trump a los periodistas durante una reunión con su gabinete en la Casa Blanca.
El presidente ha ordenado al Departamento de Estado que "comience un proceso" para trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense, que ahora está en Tel Aviv, proceso que podría durar años dado que hay que construir una sede diplomática. 
El único en el mundo
   
Estados Unidos se convierte así en el único país del mundo que reconoce como capital de Israel a Jerusalén, donde ninguna nación tiene su embajada debido a que, tras la anexión israelí de la parte oriental de la urbe en 1980, la ONU llamó a la comunidad internacional a retirar sus oficinas de representación de la Ciudad Santa.
Los palestinos reclaman la parte oriental de la urbe (Jerusalén Este) como capital de su futuro Estado independiente, y han dado mucha importancia al futuro de la misma en las negociaciones de paz de las últimas décadas.
Contra el anuncio de la decisión ya se habían pronunciado de forma muy crítica importantes aliados árabes de Estados Unidos en la región, como Turquía, Jordania y Arabia Saudí, y las fuerzas de seguridad israelíes, que han debido prepararse para un posible incremento de la violencia en el país, donde las facciones palestinas han declarado "Tres Días de Ira y Rabia Popular".
 
Rusia, China, Siria, Turquía y el papa Francisco también han expresado su preocupación por la decisión estadounidense y las consecuencias que pueda tener en la estabilidad en la región, sumándose a otras voces manifestadas esta semana, como las de Francia, Italia, la ONU y el Movimiento de Países No Alineados.