El president de la Generalitat, Quim Torra, ha lanzado un nuevo órdago a Pedro Sánchez para dinamitar la mesa de negociación. A través de un comunicado, Torra ha designado como miembros de la mesa al expresident Carles Puigdemont, al exvicepresident Oriol Junqueras, a Jordi Sánchez y a la secretaria general de ERC, Marta Rovira. Ninguno de ellos podrá asistir porque dos están en prisión y otros dos fuera de España (“en el exilio”), pero esta pequeña contrariedad no significa nada para el president catalán.

En el escrito, argumenta que son las cuatro personas que debieran encabezar la negociación con el Estado, pero dada su situación, ha nombrado otros integrantes de la delegación que le acompañarán: el vicepresident Pere Aragonès, los consellers Jordi Puigneró y Alfred Bosch, y las diputadas Elsa Artadi y Marta Vilalta. También estarán Maria Jové y el exjefe de gabinete de Puigdemont, Josep Rius.

Torra y Aragonès únicamente asistirán al encuentro de partida y a aquellas citas en las que deban rubricar algo “si fuera el caso”.

Por parte del Gobierno, comandarán las negociaciones la vicepresidenta, Carmen Calvo, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias; asistidos por el ministro de Universidades, Manuel Castells; el ministro de Sanidad, Salvador Illa; y Carolina Darias, ministra de Política Territorial.

Una nueva excusa

La mesa de negociación fue un compromiso que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) arrancó a Sánchez a cambio del apoyo de su bancada para ser investido presidente. Con las elecciones catalanas en el horizonte, Torra está empeñado en dinamitarla para ganar enteros frente a los republicanos catalanes.

Por este motivo, desde ERC tratan de controlar al president para evitar que se levante de la mesa puesto que el objetivo es mantenerla vigente y ponerse a la cabeza de las negociaciones una vez ganadas las elecciones y haber aterrizado en el Govern.

Este escrito pidiendo que Puigdemont, Junqueras, Jordi Sánchez y Marta Rovira formen parte de la mesa no es más que otro intento de Torra de hacer saltar por los aires la mesa. Ya lo intentó imponiendo la figura de un relator internacional como condición sine qua non, maniobra que por el momento ERC ha logrado contener.