Dos entrevistas de Antonio García Ferreras en Al Rojo Vivo, primero a Pablo Iglesias este martes y luego a Pedro Sánchez este jueves, han puesto el ambiente político en vísperas del debate de investidura precisamente así: al rojo vivo. Hemos escuchado las versiones de los dos protagonistas porque no ha habido equipos negociadores (Iglesias lo rechazó hace una semana) y la ruptura parece evidente, no sólo política sino casi personal. Empezando por lo indiscutible, tiene razón Sánchez cuando argumenta que PSOE y Podemos no suman mayoría absoluta mientras que los gobiernos de coalición europeos si la suman y por tanto Unidas Podemos (UP) debería ser más realista. Pero también es indiscutible que sin los votos de UP Sánchez no puede ser Presidente. Y no han encontrado el equilibrio. Es también indiscutible el argumento de Pablo Iglesias de que tiene que estar en el Consejo de Ministros para "vigilar" que el PSOE no haga política de derechas es una ofensa en toda regla no a Pedro Sánchez, sino a todos los militantes socialistas que, dicho sea de paso, mucho cariño ya no le tenían al líder de la formación morada.

En el otro lado de la balanza es también difícil de comprender que Sánchez vete, aunque él se niegue a emplear esa palabra, a alguien cuyos votos pide, porque entonces la salida para el acuerdo que ofrece con miembros de Podemos en el Gobierno pero sin Iglesias deja de ser una salida para convertirse en algo personal. La solución de la generosidad por parte de Iglesias ha de ser un opción que debe dejarse manejar en exclusiva al interesado, si es que en algún momento la llegara a barajar, cuestión que por la información que tenemos a día de hoy, ni se plantea.

Preguntas sin respuesta

Hay una pregunta aún sin respuesta: ¿Por qué se empeña Pablo Iglesias en ser él quien esté en el consejo de Ministros? Sánchez tiene una explicación a su NO y es que no puede haber dos líderes en un gobierno porque solo puede haber una dirección política. Esto es así y Pablo Iglesias lo sabe, de la misma manera que sabe que él mandaría aunque no fuera Vicepresidente o Ministro porque su control sobre Unidas Podemos es férreo. Hay dirigentes de Podemos que sostienen que Iglesias necesita estar en el Consejo de Ministros no para garantizar la supervivencia de la formación morada, sino su propio futuro político. En resumen, que Iglesias no puede ir a un Vistalegre 3 sin una cartera ministerial bajo el brazo.

Y hay otra pregunta para cuya respuesta habrá que esperar. Pedro Sánchez ha puesto en circulación un argumento que es creíble para las bases socialistas: Iglesias no ha querido hablar ni de educación, ni de sanidad ni de nada, solo de su sillón. O es ministro o impide un gobierno de izquierdas. Falta saber si ese argumento penetrará en la opinión pública más allá de las bases socialistas. De momento Pablo Iglesias tiene una imagen en su contra, la de la única diputada de Unidas Podemos en el Parlamento de La Rioja impidiendo un gobierno de izquierdas. La diputada Raquel Romero tampoco habló de programa ni de medidas sociales. Sólo se limitó a pedir tres consejerías, aunque ahora lo niega y dice que la candidata socialista no les trató "como a iguales". Por un voto de 17. Aunque la dirección de Podemos se ha desmarcado de esta diputada, su actitud perjudica mucho a Iglesias porque reafirma la tesis de que cambian sillones por votos y de que el objetivo no es "mejorar la vida a la gente que menos tiene", sino garantizarse un cargo, un coche oficial y unos cuantos asesores. El mensaje que lanza la "nueva política" es demoledor porque eso no es nueva política, es chantaje político puro y duro. Y si el ejemplo de la Rioja se extiende a Aragón y Navarra, Unidas Podemos va a tener realmente difícil explicar en qué consiste su "nueva política".

Pero el caso es que los votos de Unidas Podemos son imprescindibles para que Sánchez sea Presidente. Y tiene razón el Presidente en funciones cuando afirma que los retos que afrontará España a partir del mes de septiembre son de órdago, por lo que se debería estar ofreciendo a los españoles un gobierno que transmitiera, antes de nada, seguridad. El problema al que se enfrenta Sánchez si hay repetición de las elecciones es que la derecha tiene un argumento muy fácil: la izquierda de este país es incapaz de ponerse de acuerdo hasta para gobernar.  La derecha por contra lo tiene muy claro, primero el gobierno y luego ya negocian hasta las discrepancias. La derecha sabe que sólo se cambian las cosas desde el poder y no desde la oposición, por tanto no se distraen en personalismos. En el reparto de culpas que no le quepa duda a Pedro Sánchez que el tripartito de derechas y todo su aparato mediático le culparán a él y les veremos eximir de culpa a Iglesias. No hay nada que una tanto como un enemigo común.

Es la primera vez que veo a Podemos manejar argumentarios con muchos puntos débiles. Tras la entrevista de Sánchez en La Sexta la única reacción del partido morado ha sido trasladar un sentimiento de ofensa porque el Presidente en funciones ha dicho que ministros de Podemos sí, pero sin Pablo Iglesias. Eso refuerza precisamente la tesis de los socialistas de que a Iglesias solo le importa el sillón del Consejo de Ministros y no las políticas que allí se decidan. Además se traslada a la ciudadanía otra idea que a estas horas ha pasado de idea a realidad: Unidas Podemos es Pablo Iglesias. Al menos hasta las próximas elecciones, sean cuando sean.

Jugar a la ruleta rusa es una estupidez. Y jugar a la ruleta rusa con el futuro de un país es una gravísima irresponsabilidad.