Pedro Sánchez cumple este viernes 7 de enero dos años como presidente del Gobierno de coalición. Mucho ha llovido desde que el apodado por la oposición como Gobierno Frankenstein asumiera los mandos de Moncloa. De hecho, muchos -y mediáticos- rostros han cambiado. Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Iván Redondo… Los detractores del acuerdo entre socialistas y morados, que se apoyaron en partidos regionalistas e independentistas, auguraron un corto recorrido. Sin embargo, dos años después, la maquinaria está bien engrasada. El Ejecutivo de coalición ha afrontado el basto desafío que supone una pandemia global, pero ya con la velocidad de crucero, PSOE y Unidas Podemos han podido profundizar en otras reformas que les han forzado a lubricar su relación y acercarse a formaciones como PNV, Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu.

Al término del curso 2021 el balance era positivo. Tal y como publicó ElPlural.com, el PSOE modificó su estrategia negociadora con el cambio de portavoz parlamentario. Héctor Gómez sucedió a Adriana Lastra y, pese a que fuentes consultadas de los socios del Gobierno admiten que el canario no atesora tantas tablas, muestra mayor tendencia al diálogo. Antes, varias formaciones afeaban al Grupo Socialista negociaciones de última hora; pero ahora, la legislatura es estable y no hay atisbo electoral en el horizonte a nivel nacional hasta finales de 2023.

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El Gobierno está conformado y sustentado por dos partes. La nuclear la forman PSOE y Unidas Podemos, que habitualmente se apoyan en sus socios parlamentarios, la segunda parte,  PNV, ERC y EH Bildu. La coalición era, hasta el 7 de enero de 2019, territorio inexplorado en España. Sánchez y su entonces vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, tuvieron profundas discrepancias; pero la pandemia provocó que estas diferencias pasaran a un segundo plano. Poco a poco, la relación mejoró y pese que Podemos acostumbraba a presionar lanzando mensajes cuando no advertencias a través de los medios, los trapos sucios se lavaban en casa. Tras su marcha de Moncloa, la relación entre ambos partidos mejoró significativamente. Yolanda Díaz asumió el cetro legado por Iglesias y, con una actitud menos beligerante -aspecto que el propio exlíder admitió- el matrimonio de conveniencia vive sus mejores momentos. Máxime tras éxito de la reforma laboral acordada con patronal y sindicatos.

Jaque

A buen seguro, Sánchez y Díaz abran descorchado alguna que otra botellas estas navidades brindando por lo logrado este curso: unos Presupuestos Generales aprobados con holgada mayoría (11 partidos y 188 síes), la llegada de los fondos europeos, la reforma laboral… Pero si hay algo por lo que felicitarse es por haber engrasado sus vínculos con sus socios parlamentarios. En este sentido, los socialistas, que acostumbran a comandar las negociaciones como en calidad de socio mayoritario, ha alcanzado dos importantes hitos. El primero es que Esquerra considera que, pese a las tensiones y distensiones, las conversaciones son fluidas y prósperas. El segundo, el deshielo con EH Bildu. “Sánchez ha perdido la alergia que parecía tenernos. Esa manera de negociar a última hora era una constante antes, pero en estos Presupuestos se ha reconducido y las negociaciones han ido mejor”, admiten fuentes parlamentarias consultadas por este periódico.

Sin embargo, la placidez del Gobierno Frankenstein podría verse turbada al comienzo del 2022. ¿El motivo? La reforma laboral. Por el momento no hay acuerdo alguno con PNV, ERC ni EH Bildu al respecto y el Ejecutivo tiene de plazo hasta el 31 de enero. Los independentistas ya ha advertido que, de no haber cambios significativos, su voto será negativo; y en la misma tónica se ha movido la izquierda abertzale.

La vicepresidenta segunda del Gobierno de España y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, se pondrá al frente de la negociación con ambos para seducirles. Así las cosas, ha visado de que quien "haga fracasar" la reforma laboral tendrá que "explicárselo a los trabajadores" ya que se trata de una norma a la que es "muy difícil" decir que “no”. "Quien la haga fracasar tendrá que explicarle a los trabajadores de Cádiz o los que están sin negociar su convenio porque acabó la ultractividad que prefiere la norma anterior. O tendrá que decirles a las camareras de piso o a los trabajadores de seguridad privada de empresas multiservicio que van a seguir cobrando el salario mínimo, (...) o a un precario que en lugar de tener un contrato estable va a seguir con un contrato de dos días", ha espetado en una entrevista en El País.