El rey Felipe VI ha presidido este lunes la solemne apertura de las Cortes Generales que simboliza el pistoletazo de salida de la XIV Legislatura, la primera del Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. El monarca ha pedido diálogo y consenso a los diferentes grupos parlamentarios; al tiempo que ha instado a la oposición a ejercer su control al Ejecutivo en un discurso que ha sido aplaudido por todos los ministros, incluidos Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Eso sí, la bancada de Unidas Podemos, al igual que la del PNV, no han hecho lo propio.

El monarca ha comenzado mostrando su respeto institucional a los diputados y felicitando a Pedro Sánchez, “a quien deseo mucho éxito en la gran responsabilidad que ha contraído”. “Deseo que igualmente extiendo a los demás miembros del Gobierno ya constituido”, ha añadido.

Muchas son las palabras que ha articulado Felipe VI y que han configurado un discurso plano, vacuo y meramente protocolario. Sin embargo, se pueden extraer varios mensajes casi encriptados.

Ha admitido que “a partir de las elecciones de diciembre de 2015 y en las sucesivas, nuestras Cortes Generales han ampliado su diversidad representativa”. Como consecuencia de ello, la nueva realidad está marcada por un “mayor pluralismo” que “requiere del pleno desenvolvimiento de nuestro régimen parlamentario”.

Tras asumir la pluralidad política del arco parlamentario y felicitar al Gobierno configurado, el rey ha pedido a la oposición que controle al Ejecutivo: “La esencia del parlamentarismo es el acuerdo; como también lo es el ejercicio del control político por la oposición. Pactar y controlar, acordar en unos asuntos y disentir en otros”.

Felipe VI ha pedido que todas las leyes y decisiones adoptadas fruto de ese consenso se ciñan a “nuestra Constitución”, que “nació del diálogo y el acuerdo”.

Durante su discurso se han podido apreciar varias ausencia. Faltaban casi una treintena de diputados. Ni Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), ni JxCat, ni EH Bildu, ni las CUP ni el BNG han estado presentes en el hemiciclo. En su lugar, una hora antes del inicio del acto, ha leído un manifiesto titulado No tenemos rey. Democracia, libertad y repúblicas, en el que explicaban los motivos por los que no acudirán. Entre otras cosas, han considerado que “no es un interlocutor válido” y que la Corona es una institución anacrónica “heredero del franquismo”.

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Como si el rey lo supiera de antemano, en su intervención ha tratado de sacudirse estas acusaciones subrayando la tendencia democrática que asegura que encarna la monarquía española: “Hace ahora algo más de 40 años las palabras concordia, reconciliación, entendimiento, respeto y, por supuesto, libertad, resonaron como nunca antes en nuestro país y superamos las divisiones, los enfrentamientos y las imposiciones. Esas palabras fueron capaces de movilizar a todo un pueblo; movieron convicciones, sentimientos y emociones; recogieron e impulsaron sus aspiraciones e ilusiones largamente anheladas por muchos ciudadanos. Y gracias a esas palabras, a su vigencia y a su poder, Espera recuperó su autoestima y el orgullo colectivo como la gran nación que es”.

Para concluir, el rey ha utilizado una expresión que, sin decirlo directamente, parecía tener un claro destinatario: "España no puede ser de unos contra otros. Debe ser de todos y para todos”.

Al terminar su intervención, el hemiciclo ha emitido un sonoro aplaudo que ha durado varios minutos y que incluso ha ruborizado al monarca. ¿El motivo? Que cuando el PSOE, el Gobierno buena parte de las fuerzas políticas han optado por dejar de aplaudir, las derechas se han enfrascado en una particular guerra a ver quién aguantaba más. Hasta Felipe VI ha inclinado la cabeza y, mientras sonreía, parecía decir: “Bueno…”.