Da la impresión de que Mariano Rajoy, que sigue callado o casi sobre el bochornoso mantenimiento de su acta de senadora por parte de Rita Barberá, se ha puesto en modo elecciones, y no tanto por las autonómicas que se celebran el próximo domingo, sino pensando en la tercera cita con las urnas para los españoles en menos de un año.
El presidente en funciones ha cambiado su estrategia este sábado, pasando de la teoría del miedo económico a la del patriotismo, a la hora de evaluar y descalificar al Partido Socialista y a su secretario general. 
En un mitin celebrado en el marco de la campaña vasca, Rajoy ha asegurado que la actitud de Pedro Sánchez, además de "bloqueo" y "obstruccionista", es a su juicio "antipatriótica y bastante poco democrática". 
Ni una palabra de corrupción
El máximo dirigente de los populares, sin mencionar en momento alguno los casos de corrupción que acechan a su partido, ha criticado la posición del líder de los socialistas con la que, según sus palabras, "cada vez hace más daño a España". 
Es curiosa la alusión que ha realizado a la españolidad o patriotismo de Sánchez, sobre todo si se tiene en cuenta que él mismo bloqueó tras renunciar a la investidura el pacto de socialistas y naranjas.
Mariano Rajoy, en el acto celebrado en el Teatro Campos de Bilbao para respaldar al candidato del PP a lehendakari, Alfonso Alonso, ha aludido al patritismo al referirse a su investidura fallida y lo que pueda ocurrir a partir del 26 de septiembre, es decir, tras los comicios vascos y gallegos.
En este sentido ha recordado que el 20D su partido ganó las elecciones "las de junio también, siendo el único partido que subió. Ofrecimos al PSOE y a Ciudadanos una coalición, no quisieron. Ofrecimos grandes pactos, no quisieron. Por lo menos, deje gobernar al que gane, porque eso es democracia, se supone que el voto de la gente importa algo". 
Españolismo conocido
Es este asunto de la españolidad muy recurrente para los representantes del PP. En más de una ocasión han tirado de este argumento que, como es habitual en el caso de los populares, suele ir acompañado de tachar de lo contrario, es decir, de antiespañoles al resto de formaciones o líderes políticos.
Lo hizo, por ejemplo, el anterior presidente valenciano, Alberto Fabra, para tratar de desviar la atención por los casos de corrupción que le perseguían durante su estancia al frente del Ejecutivo regional. Una 'maestra' en esto también es Esperanza Aguirre, con sus referencias constantes a Cataluña o, incluso, para tachar de antiespañoles a quienes se consideran antituarinos