Y en medio de esa tormenta financiera de dimensión mundial hay quienes siguen mirando su mundo pequeño y, en apariencia, hipnotizados por una obsesión.  Se reúnen bajo las siglas del Partido Popular. Y el mantra que les mantiene ajenos a cualquier otra realidad es “elecciones ya”. Una consigna que repiten a coro dando una imagen que obliga a especular sobre las razones de esta supuesta urgencia.

Rajoy, the man with nothing to say
Una publicación tan poco sospechosa de izquierdismo como es The Economist daba hace unas horas un disgusto a Mariano Rajoy.  Se preguntaba el periodista del semanario británico en el titular del artículo: ¿Alguien quiere gobernar este país? (Anyone want to run this country?). Y en el texto pasaba a explicar la falta de propuestas creíbles del Partido Popular durante la crisis, la contradicción entre sus promesas a los votantes de no ir a recortar el estado de bienestar y, sin embargo, al tiempo, las promesas a los mercados de lograr controlar déficits y deudas. Escribe el articulista: “(Rajoy) ofrece algo que retuerce la credibilidad: austeridad sin sufrimiento –“(Rajoy) offers something that stretches credibility: austerity without pain”-.  Además, concluye el autor del trabajo, en el PP, “en privado”, reconocen que no hay otra política que la que está promoviendo el Gobierno a través de Elena Salgado.  En fin, una serie de contradicciones que resumían en The Economist con un demoledor pie de foto -foto en la que se veía al líder popular-: “Rajoy, el hombre que no tiene nada que decir” (Rajoy, the man with nothing to say) .

En The Economist concluían, pues, que la política del PP se ha movido estos últimos meses entre una doble promesa no creíble –una para los mercados, otra para los votantes, contradictorias entre sí-, y el silencio para no tener que dar indicios de su verdadero programa. En ese estado lo que quedaba a los populares era esconderse tras un mantra: la modernización del viejo “váyase Sr. González”, reconvertido en otro slogan: “adelanto electoral”.

Y ahora que ya se han adelantado las elecciones ¿Qué? Adelanto, del adelanto
Pero el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha hecho el peor movimiento para el PP: anunció ese adelanto electoral que le pedían. Lo que dejaba a Rajoy y los suyos no sólo sin el banderín de enganche, sino que también les obligaba a romper la táctica que denunciaba horas atrás The Economist. Ya no podían seguir callando sus intenciones y desgastando con tan sólo pedir elecciones; ahora tendrían que hablar de su programa.

Y entonces se les ocurrió la solución: no cambiar del caballo que consideran ganador. La solución estaba simplemente en pasar del “adelanto electoral”, al “adelanto del adelanto electoral”. ¿Que en medio hay una crisis desbocada? ¿Que esa crisis tiene un perfil español, pero que tiene claramente raíces y soluciones sólo internacionales? ¿Que con su petición debilitan la imagen del país en el exterior y dificultan el trabajo del Gobierno? Todoeso parece dar igual. Con el “adelanto del adelanto” pueden seguir sin tener que hablar de su programa, sin descubrir sus verdaderas propuestas para salir de la crisis, y al tiempo creen que puden continuar en la política de desgaste del Gobierno.

La mayoría absoluta está en juego
Pero hay algo más en juego. El PP quiere adelantar las elecciones lo más posible porque aún tiene la esperanza de lograr la mayoría absoluta. Poder gobernar e imponer sus reformas sin tener que negociar con ningún otro partido. Una posibilidad que, según muestran las encuestas,  tiene más visos de ser realidad cuánto antes se acuda a votar. Y de ahí otra razón más para seguir con la matraca.

Aunque ese “adelanto del adelanto” tiene toda los visos de ir a quedarse en eso, en mantra. Porque en fuentes cercanas al Gobierno han asegurado a ELPLURAL.COM que el presidente no está considerando “de ninguna forma” modificar su decisión anunciada de que la fecha electoral sea el 20-N.

Francisco Medina es director adjunto de ELPLURAL.COM