Lo que empezó siendo una cena de 'desagravio' en el seno del Ejecutivo en funciones en torno a José Manuel Soria ha acabado convertido en un acto de 'agravio' a los que no asistieron, especialmente a Soraya Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta (45 años) ha visto cómo ha pasado de ser el 'ojito derecho' de Mariano Rajoy a quedarse sin aliados de peso en el PP, atrapada entre el grupo de veterenos liderados por José Manuel García-Margallo (72) y la generación más joven que en prinicipio le corresponde naturalmente, la de los 'marotos' y 'casados', pero con la que ha mantenido algún desencuentro. La vicepresidenta cuenta con su propio grupito en el Congreso pero, al menos orgánicamente, de menor rango que las de sus rivales en el Gabinete. Lo integran el impopular ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, o la casi siempre de perfil Fátima Báñez, del no menos impopular ministerio de Empleo, así como algún secretario de Estado como José Luis Ayllón o el jefe de la Oficina Económica de La Moncloa, Álvaro Nadal.

Nada de "confabulaciones", un canto a la "amistad"
El grupo que ha salido reforzado de todo el lío de la cena ha sido el G-8, que recibió el apoyo explícito de Rajoy con su presencia, y eso que el fondo de la cuestión era un asunto tan espinoso como respaldar a un exministro que se vio obligado a dimitir por sus pasados negocietes en el paraíso fiscal de Panamá y encima mentir sobre ellos. Además cuando Rajoy conoce el coste personal de sus pasados gestos de apoyo, como le ocurrió con sus mensajes a Luis Bárcenas. Aunque empezó siendo el G-5 la ascendencia del grupo ha crecido y ya forman un G-8, es decir, ocho pesos pesados del PP en torno al ministro de Asuntos Exteriores, quien no tiene inconveniente en presumir de su amistad personal con el presidente. Precisamente cuando se han levantado las suspicacias en torno a la reunión uno de los últimos integrantes del grupo, Rafael Catalá, ha repetido la palabra "amigos" hasta la saciedad. Fue una "cena de amigos sin mayor relevancia pública" ha mantenido el ministro de Justicia, quien insistió en referencia a Soria: "Cuando un amigo viene por Madrid pues quedamos para vernos, igual que seguro que hacen ustedes en su entorno personal".   

Aunque no estuvo, a María Dolores de Cospedal no parecía importale mucho el Gabinete 'de crisis' paralelo que se montó sin Sáenz de Santamaría y en declaraciones a Espejo Público mantuvo que "cuando uno participa en un gobierno,  en un proyecto político, no tiene por qué ser amigo de todo el mundo, tiene que compartir un objetivo, un proyecto, no tienen que irse a cenar ni a tomarse las copas con todo el mundo". Y sobre las ausencias de Sáenz de Santamaría y de Cristobal Montoro insistió en que era una "una cena privada" y que no cree que tuviera que ver "con ningún tipo de confabulación ni familias". Sobre su presunta frialdad con la vicepresidenta insistió en que de su boca nunca se habría oído "nada semejante", un desmentido bastante pobre. 

¿Pero quiénes integran ese G-8, esos ocho "amigos" según su propia terminología, que están orillando a la vicepresidenta y su grupo? Uno ya se ha caído del cartel, José Ignacio Wert, que se marchó a París a disfrutar a lo grande de su amor por cortesía de los favores gubernamentales de Rajoy

- García-Margallo, el anfitrión de la última cena. Un hombre que confiere mucha importancia a la amistad, de hecho promueve a los suyos sin problema desde su cargo. Dada su influencia sobre el presidente su apoyo es un buan as. Uno de sus apadrinados, Íñigo Méndez de Vigo, llegó al ministerio de Educación en la última crisis de Gobierno.

- Rafael Catalá, que desde el ministerio de Justicia se ha comido algunos de los principales entuertos para su partido, ya que ha tenido que aparentar imparcialidad desde su cartera ante asuntos como la Gürtel o la Púnica, donde además del latrocinio hay aspectos relacionados con la presunta financiación irregular del PP. A pesar de su perfil bajo ya está plenamente imbuido del discurso clónico de su partido y no tiene inconveniente en reclamar el agradecimiento para el PP por aquello de según ellos han 'salvado' el país. 

- Ana Pastor. La de Fomento ha salido al paso de la reunión diciendo que no debería importar una cena privada y que en el Gobierno han sido "un G-13" todos a una. Pero como en el caso de Margallo, su presencia en el G-8 tiene el doble valor de su amistad con Rajoy. Aunque más amigo del presidente es el marido de Pastor, José Benito, presidente de la Autoridad Portuaria de Marín-Ría de Pontevedra. Todo queda en casa, el responsable de un puerto casado con la ministra de Fomento. La afinidad de Pastor con Rajoy es tal que ya le copia hasta los lapsus. 

Jorge Fernández Díaz. ¿Puede existir un contubernio que se precie sin el ministro del Interior? Aficionado al oscurantismo medieval, el ministro no escarmienta y ya le sacaron los colores por reunirse con quien no debía, como con el imputado Rodrigo Rato

- Isabel Tejerina. Sustituyó a Miguel Arias Cañete al frente de Agricultura cuando éste se marchó a la Comisión Europea, pero nada cambio en lo sustancial, también ella era una persona de 'empresa' vinculada anteriormente a intereses comerciales relacionados con su propio ministerio. 

- Pío García-Escudero, la última incorporación del grupo es un superviviente nato. Salpicado por los escándalos de Fundescam, Gürtel o los sobresueldos, no solo se mantiene sino que consiguió la presidencia del Senado. Y ahora se codea con los VIPs del Ejecutivo...

- José Manuel Soria, su amistad con Rajoy le dio el ministerio de Industria pero al final jugó en su contra: el presidente le pidió un paso atrás por el escándalo de Panamá para que no le lastrara en las nuevas elecciones. La presencia de Rajoy en esta cena se interpreta como un gesto de lealtad con los suyos cuando éstos están dispuestos a 'inmolarse' para no dañarle a él.