El caso Koldo ha agitado el tablero y el debate político. Las preocupaciones en Moncloa quedan relegadas por la extrema gravedad de los hechos que investigan en la Audiencia Nacional, mientras despliegan el cortafuegos que impida que esta causa se cobre más víctimas. A pesar de parecer contraproducente, a los socialistas les ha dado algo de tregua en la negociación con Junts para convalidar -por fin- una amnistía que torpedearon sus propios ideólogos. PSOE y neoconvergentes ultiman los flecos de la medida de gracia a 72 horas de que caduque el plazo para que la comisión de justicia del Congreso dé luz verde al proyecto. De haber fumata blanca, se debatirá una semana después en el pleno del hemiciclo.

La amnistía entra en su semana clave. 72 horas -tres días- tienen Partido Socialista y Junts per Catalunya para pulir los últimos flecos de un acuerdo que, esta vez sí, apunta a definitivo. El varapalo de Galicia trasladó toda la presión a Ferraz, redoblada tras el estallido del caso Koldo. El escándalo de corrupción que orbita sobre el Ministerio de Transportes en tiempos de un expatriado José Luis Ábalos, sin embargo, ha jugado en cierto modo a favor del Gobierno. El goteo de informaciones sobre la trama de comisiones en la compraventa de material sanitario durante la pandemia ha enterrado las turbulentas relaciones con la derecha catalana, así como la no menos compleja negociación de una medida de gracia que ellos mismos tumbaron a principios de este año.

El rechazo de Junts dilató los tiempos. Un balón de oxígeno para las dos partes, pero a la vez un caramelo envenenado para el PSOE. Desde esa negativa hasta esta semana, la última antes de exprimir al máximo el calendario legislativo, han tenido que enfrentarse al severo correctivo de las urnas en Galicia en primer término. Varapalo electoral que no se explica por las alianzas con el nacionalismo periférico. Al menos así lo determinó por unanimidad la ejecutiva federal, pese a la voz discordante de Castilla-La Mancha. Las negociaciones seguían su curso y avanzaban de manera muy pausada, aferrados a la esperanza que les concedía “el tiempo”.

Fuera del foco

La amnistía seguía en la primera línea de batalla, arma arrojadiza favorita de la oposición, a pesar del “desliz” del líder del partido Popular ante 16 periodistas en una cena previa a las elecciones gallegas. El cóctel electoral queda enterrado bajo las paladas de corrupción del caso Koldo. El estallido de la también conocida como causa Delorme ha salpicado a Moncloa y Ferraz, que se puso manos a la obra de inmediato para contener los daños. Pero ni la creación de una comisión de investigación parlamentaria ni el arrinconamiento a José Luis Ábalos -no imputado, aunque sobre su ministerio gira toda la trama corrupta- han logrado desviar el foco.

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Lo que sí ha permitido el caso Koldo es dar intimidad total a PSOE y Junts para la negociación. Ambas formaciones, a tres días de finalizar el plazo parlamentario, ultiman los flecos del acuerdo para desbloquear -por fin- el proyecto de ley. Hay voces, según apunta El País, que también señalan a los Presupuestos. Los socialistas han aprovechado el vuelo fuera del radar para dar pasos agigantados en atornillar los apoyos necesarios para sacar adelante las Cuentas Públicas. No obstante, asimilan que esto no será posible hasta que, al menos, comience la tramitación de la medida de gracia.

Optimismo amordazado en Ferraz y en Moncloa en lo relativo a la amnistía. Es la piedra angular de la legislatura y hasta que no esté aprobada no habrá relajación. Según avanza El País, desde el entorno de la negociación deslizan que el acuerdo está más que próximo y confían en que esta vez sí; en esta ocasión el Congreso dará validez al proyecto de ley sin problemas. Ni tan siquiera las interferencias judiciales -o “presiones”-, en lo relativo a la causa penal contra Carles Puigdemont por terrorismo, ya son un escollo en la negociación. La moneda le ha salido cara a los socialistas, que han dado la vuelta a las reticencias de Junts hasta hacerles entrar en razón. No hay ganadores en el bloque de la investidura si decae la medida de gracia.

Esta vez sí, pero…

La cúpula socialista mantiene la orden de silencio absoluto. Nada que decir sobre la amnistía. Lo mismo decretan desde Junts. Secretismo y prudencia. El acelerón en las negociaciones alimenta los ánimos en sendas partes, pero en Ferraz no se terminan de fiar de sus socios. El pánico también cundió después de que el negociador neoconvergente, Jordi Turull, sufriera un infarto la pasada semana. Su regreso a la mesa de negociación fue un alivio para el PSOE, que aún así se mantiene alerta ante lo que pueda devenir en estos días.

Precaución ante todo, máxime tras el revés de la votación anterior, aunque la principal pista de que las negociaciones están más encaminadas de lo que parece es que no ha habido petición de prórroga. El dictamen de la comisión de Venecia ha blindado, en cierto modo, las negociaciones. La opinión favorable de Bruselas, que avala la “reconciliación política”, lo cambia todo, por lo que un nuevo revés en la eventual votación está prácticamente descartado. Al menos así lo entienden en Moncloa y Ferraz. De hecho, hasta ha rebajado la tensión entre ERC y Junts.

Discrepancias ‘comunes’

El problema ahora, sin embargo, reside a la izquierda del PSOE. Junts y los comunes han colisionado en estas últimas semanas, especialmente tras unas declaraciones de Jaume Asens que daban por sentado el acuerdo inmediato. Aquella intervención caldeó el ambiente entre los independentistas e incluso desde la cúspide neoconvergente salieron a matizarlo de inmediato: “Si hay novedades se informará desde Junts”.

Este domingo, Asens emergió de nuevo en escena, con el mismo guion que la otra vez. Aseguró que no ser volvería a repetir “la ruleta rusa” de la primera votación. “Creo que la ley de amnistía blindará sus casos, de hecho, creo que ya los blindaba en su momento, pero ahora quedarán más blindados aún”, explicó en un acto de presentación de avales para las elecciones europeas. Sus palabras, de momento, han rebotado contra la pared a la espera -o no- de ser devueltas.

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