Con un ojo en Vox y el otro en el Partido Popular. Así se encuentran todas las voces de la política y de los medios desde que este martes Iván Espinosa de los Monteros, hasta ahora portavoz ultra en el Congreso de los Diputados, anunciara su decisión de abandonar las filas de Santiago Abascal por motivos personales. Un giro argumental que no solo ha removido los suelos de la cúpula del partido de la extrema derecha sino que ha trasladado el foco directamente hacia los populares de Alberto Núñez Feijóo, hasta ahora aliado de los ultraderechistas en multitud de gobiernos regionales y municipales tras el 28 de mayo.

Y es que mientras los de Abascal se descomponen con la salida del que ha sido uno de los hombres fuertes de la formación con acusaciones de distanciamiento entre las dos figuras a causa de la deriva del partido, los populares ven cómo su principal socio experimenta una nueva crisis interna. Una más tras la caída en las urnas en las pasadas elecciones generales del 23 de julio. Esto podría beneficiar a Génova tanto en la aglutinación del voto como en la lucha ideológica, pero por el momento los pactos no están en entredicho, tal y como defienden desde la dirección. Si hay una deriva extremista, ya verá.

Génova defiende los pactos y pide "no especular"

En Génova se agarran a que de momento tan solo en la retórica "parece" que hay un giro ultra en las filas de Abascal pero no ven muestras tangibles de ello. Por eso piden "no adelantar acontecimientos" sobre el cambio estructural que se va a producir en Vox por la salida inesperada de Iván Espinosa de los Monteros y, sobre todo, por la esperable deriva ultraderechista que va a experimentar esta formación con el avance del ala de Jorge Buxadé. De hecho no hay un planteamiento entre los de Alberto Núñez Feijóo de tomar decisiones por ahora y esperarán a los movimientos que empiecen a dar desde la nueva cúpula ultra.

Por el momento este cambio en la calle Bambú no va a afectar a los pactos que ya se han cerrado entre el Partido Popular y Vox en los distintos ayuntamientos o gobiernos de la comunidades autónomas. Eso sí, los populares lo supeditan al cumplimiento de los mismos para tomar decisiones futuras. "En cualquier caso, en las Comunidades Autónomas está firmado el acuerdo de gobierno. Si se cumplen los acuerdos, todo sigue igual", esgrimen antes de llamar a "no entrar en especulaciones" fuentes cercanas a la dirección nacional ante las cuestiones de ElPlural.com. Cuca Gamarra ha evitado pronunciarse en rueda de prensa.

Preguntados por si, en el caso de que finalmente se viera una deriva más ultraderechista en las filas de los de Abascal, estarían abiertos a tomar medidas contundentes -véase tumbar las alianzas de gobierno o exigir salidas de nombres-, los populares no se mueven de su posición y reclaman esperar. "Si se produce eso, ya me preguntas", sostienen. De esta forma cierran la puerta momentáneamente a dar un paso adelante o hacia atrás en su relación con los ultras, pero con la condición de que se satisfagan los puntos acordados en los territorios donde lideran un ejecutivo de forma conjunta.

Vox espera que el PP sufra el cambio

Desde Vox no se muestran tan cautos como sus socios. Fuentes cercanas a la formación de Abascal aseguran a este periódico que los populares van a experimentar cierto sufrimiento con el giro interno hacia el extremo derechista que va a dar la cúpula de los ultras con la salida de Espinosa de los Monteros. Su dimisión no solo obliga a llevar a cabo una recomposición en la dirección sino que también supone el ascenso ideológico del ala dura de Buxadé. Este sector es mucho menos diligente a la hora de ceder y mucho más radical tanto en las formas como en las ideas políticas.

De hecho afirman que los de Feijóo ya han podido ser testigos de los efectos y las capacidades de este sector en las negociaciones para conformar gobiernos a nivel regional en distintos ejecutivos autonómicos, especialmente en los de Extremadura o en Murcia, que está bloqueado a falta de solo dos escaños. Todo por la presión de los ultras. Y es que la formación ha dejado en manos del diputado europeo y vicepresidente de Acción política del partido el cierre de los pactos en las comunidades autónomas junto al PP, que ha tenido serios problemas para ultimar las alianzas como ellos pretendían.

"Dos sectores diferentes"

En este contexto, no en vano fuentes populares aseguraban hace meses haber detectado dos sectores opuestos en el seno de los asentados en la calle Bambú. Lo dijeron hace tan solo un mes, cuando el PP retaba a Vox a dinaminar las mayorías en Murcia bajo el argumento de salir beneficiados en cualquiera de las opciones. "Es un win-win para nosotros", sostenían. Y es que ya desde entonces se repite una cantinela en Génova de que los ultras "quieren entrar en todos los gobiernos" a toda costa, a pesar de no tener el peso suficiente para presionar con: o coalición o repetición de elecciones.

Así, los de Feijóo aseguraron haber detectado de que en la formación de Abascal existen dos corrientes "diferentes" a la hora de decidir sobre los acuerdos. A su juicio existe una parte "muy dura" que representaría el equipo negociador, encabezado precisamente por Buxadé y Kiko Méndez Monasterio y que "quiere que el mundo arda" y "busca el reemplazo y debilitar" al PP; y por otro lado el ala de Abascal que es "más baja" y al que definen como más "pragmático". Consideran que este tiene una "cultura orgánica" de la política y es más consciente de las dinámicas de partido. "Sabe lo que se puede o no hacer", afirmaron.