Al margen de provocar un terremoto político en Vox, la marcha de Iván Espinosa de los Monteros del partido de Santiago Abascal retrata a un PP, liderado por un Alberto Núñez Feijóo, que es capaz de pactar con una formación ‘militarizada’ en la que ya solo tiene cabida el ala ‘más dura’ y falangista del partido.

De hecho, mientras se conocía la abrupta salida de Espinosa de los Monteros, marcada por su distanciamiento con Santiago Abascal, el Partido Popular sorprendía con unas declaraciones públicas de su vicesecretario de Organización del Partido Popular, Miguel Tellado, destacando el “sentido de Estado de Vox” por prestar sus votos a la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo.

Feijóo y el ascenso de los ultras

Con el gallego al frente del partido -al margen de en numerosos ayuntamientos-, el PP ha permitido el ascenso de -por el momento- hasta 13 dirigentes ultras en puestos de gran relevancia institucional.

Se trata de Juan García Gallardo, Gonzalo Santonja, Gerardo Dueñas, Mario Venganzones y Carlos Pollán en Castilla y León. Vicente Barrera, Elisa Núñez, José Luis Aguirre y Llanos Masó en la Comunidad Valenciana. María del Camino Limia en Extremadura. Gabriel Le Senne en Baleares y Alejandro Nolasco y Marta Fernández en Aragón.

Cargos y consejeros de un partido que asusta hasta a Iván Espinosa de los Monteros, que este miércoles anunciaba su marcha alegando “motivos personales y familiares” para justificar lo que sectores del partido consideran como una “traición de Santiago Abascal” al que fuera fundador de Vox.

Una guerra en la que ganan los más duros

Tal y como ha informado ElPlural.com, emalestar de Espinosa de los Monteros con los perfiles más duros que, encabezados por Jorge Buxadé, han ido acumulando poder en el partido de extrema derecha, era un secreto a voces.

Una guerra en el búnker ideológico del partido que ha acabado con la derrota del llamado 'sector liberal de Vox’.

Así, algunos de los colaboradores más cercanos de Espinosa de los Monteros han sido defenestrados en los últimos meses. Es el caso de Rubén Manso Olivar, Víctor Sánchez o Mireia Borrás.

Por contra, Abascal ha otorgado cada vez más poder a la sección liderada por Jorge Buxadé y de la que forman parte Kiko Méndez-Monasterio, Enrique Cabanas o Ignacio Hoces.

La tracción de Abascal

Un “partido militarizado” que ha contemplado lo que  muchos sectores del partidos consideran “una tracción de Abascal” e “indecente” al matrimonio Espinosa de los Monteros - Monasterio.

Para empezar, porque Espinosa de los Monteros y Abascal no han tenido contacto directo, y ni siquiera han hablado en los últimos dos meses. "Su relación se limitó a algún intercambio de mensajes", admiten desde el partido. 

En segundo lugar, porque Iván Espinosa de los Monteros considera que la nueva dirección de Vox ha llevado a cabo acciones encaminadas a arrinconarle políticamente, y causarle malestar personal. De hecho, la cúpula del partido ultra le llegó a proponer abandonar el Congreso y enviarle a Bruselas como eurodiputado-, además de propiciar la salida en listas de sus principales colaboradores.

Y finalmente, porque Abascal también habría proporcionado un “injusto” trato a su mujer Rocío Monasterio, aceptando Abascal una operación política parar relegarla paulatinamente del liderazgo del partido en Madrid a Rocío Monasterio a la fundación Disenso. 

"Me marcho"

Públicamente, Espinosa de los Monteros ha alegado este martes motivos "personales y familiares" para justificar su salida de la dirección del partido y para dejar su escaño en el Congreso. "Mis padres ya no son tan jóvenes y mis hijos no son tan mayores y, aunque actualmente están todos bien, he pasado suficientes noches de hospital con ellos para meditar sobre el momento vital en el que me encuentro", ha indicado en una rueda de prensa desde la Cámara Baja.

"Me marcho... Permanezco como afiliado de base", ha subrayado durante su comparecencia sin preguntas.

Seis minutos para poner fin a su permanencia en un partido político que pese a estar cada vez más radicalizado, gracias a sus pactos con el PP de Feijóo, nunca había tenido tanto poder institucional.