Iván Espinosa de los Monteros abandona la cúpula de Vox. El portavoz de la ultraderecha en el Congreso de los Diputados deja la política, tal y como ha adelantado el diario El Mundo, molesto por su pérdida de peso político en el partido en detrimento de grupos ultracatólicos y movimientos reaccionarios como El Yunque. Espinosa de los Monteros no solo está desencantando por los resultados de las elecciones generales del 23 de julio -en los que Vox perdió 19 diputados y quedó en la irrelevancia política al no sumar mayoría de gobierno con el Partido Popular-, sino también por el alejamiento que se ha producido entre él y la actual dirección de Vox, además de tener la sensación de que el Vox en el que él participó en fundar está muy lejos del actual.

A esto se suma que Espinosa de los Monteros y Abascal no han tenido contacto directo, y ni siquiera han hablado en los últimos dos meses. "Su relación se limitó a algún intercambio de mensajes", admiten desde el partido. "Es una traición de Abascal", señalan sectores de la formación ultra. 

"Me marcho"

Públicamente, Espinosa de los Monteros ha alegado motivos "personales y familiares" para justificar su salida de la dirección del partido y para dejar su escaño en el Congreso. "Mis padres ya no son tan jóvenes y mis hijos no son tan mayores y, aunque actualmente están todos bien, he pasado suficientes noches de hospital con ellos para meditar sobre el momento vital en el que me encuentro", ha indicado en una rueda de prensa desde la Cámara Baja.

"Me marcho... Permanezco como afiliado de base", ha subrayado durante su comparecencia sin preguntas.

Pierde Espinosa, del llamado 'sector liberal de Vox'

El malestar de Espinosa de los Monteros con los perfiles más duros que, encabezados por Jorge Buxadé, han ido acumulando poder en el partido de extrema derecha, era un secreto a voces. Una guerra en el búnker ideológico del partido que ha acabado con la derrota del llamado 'sector liberal de Vox', que ya quedó muy mermado en la confección de las listas de las pasadas elecciones generales. 

Rubén Manso Olivar, el exgurú económico; Víctor Sánchez del Real, fundador de la primera estrategia mediática del partido de extrema derecha; o la economista Mireia Borrás, uno de los látigos antifeministas de Vox la pasada legislatura, fueron apartados de la lista de los comicios del 23 de julio. Una purga que se sumó a la operación de relegar paulatinamente del liderazgo del partido en Madrid a Rocío Monasterio, esposa de Espinosa de los Monteros y portavoz de Vox en la Asamblea regional, a la fundación Disenso. 

Todas estas acciones encaminadas a arrinconarle políticamente, y causarle malestar personal -la cúpula de Vox le llegó a proponer abandonar el Congreso y enviarle a Bruselas como eurodiputado-, han acabado por desencadenar su salida de Vox.  

Ganan 'los duros', con el falangista Buxadé y El Yunque en las instituciones 
 

Con la salida de Espinosa de los Monteros gana aún más peso la sección más ultra del partido liderada por el falangista Jorge Buxadé. El eurodiputado y responsable del área política del partido, goza de un poder político casi pleno e inédito hasta ahora en Vox. 

Buxadé encabeza el llamado grupo de 'los más duros', del que forman parte Kiko Méndez-Monasterio, gurú personal de Abascal; Enrique Cabanas, vicesecretario de la Presidencia de Vox y la sombra del presidente de Vox; e Ignacio Hoces, vicesecretario Institucional de Vox. 

En este nuevo Vox, Ignacio Garriga, ortodoxo del ala católica ligado al Opus Dei y que se autodefine ‘soldado’ de Vox por la “patria”, ejerce de secretario general del partido en detrimento del también purgado Javier Ortega Smith. Con Garriga en la cúpula, el partido ultra ha aceptado sin problemas colocar como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona a un fundador de la filial española de la secta mexicana El Yunque, Liberto Senderos Oliva. 

Cada vez con más poder en Vox, El Yunque es una secta integrista ultracatólica fundada a el siglo pasado en México, cuyo objetivo es “instaurar el Reino de Cristo en la Tierra” y cuyos miembros se consideran a sí mismos “monjes-soldado”. La secta desembarcó en España a través del grupo de presión ultracatólico Hazte Oír, que patrocinó el nacimiento de Vox como partido político.