Corría el mes de mayo de 2017. Faltaban dos días para las primarias del PSOE, la que sería la batalla final entre Pedro Sánchez y Susana Díaz (con Patxi López como tercero en discordia), y Podemos registró una moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy con Pablo Iglesias como candidato. Durante dos meses, las palabras “moción de censura” coparon las portadas de los periódicos, el tiempo de las tertulias y los informativos de radio y televisión. Fracasó y la iniciativa se diluyó como el agua en vino. Pero como si de un concepto estoico se tratase (el eterno retorno), tras su preterición, la cuestión de confianza vuelve a sobrevolar la esfera política española. La historia se repite: Podemos vuelve a pedirle a los socialistas que echen a Rajoy de La Moncloa.

“Ahora, saldría casi seguro. Voluntad habría”

El resurgir de la moción de censura alcanzó su ciclogénesis el pasado domingo. Durante el debate celebrado en el seno del programa El Objetivo de La Sexta, Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos, puso sobre la mesa su propuesta y el portavoz parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Joan Tardà, incidió en ella. “Si el PSOE plantea una moción de censura, ERC votaría a favor sin ninguna duda. ¿A cambio de qué? De nada. De echar al PP. Contad con nosotros”. Óscar Puente, portavoz de la Ejecutiva Federal socialista le preguntó: “¿Y el referéndum?”. Tardá insistió: “Repito, a cambio de nada”.

Al día siguiente, el pasado lunes, José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, cercenó la idea (al menos por el momento): “No vamos a participar en una moción así porque sí. Nosotros no tenemos tanta ansia de gobernar, y desde luego nunca a costa de la integridad territorial del país”. De hecho, desveló que esa misma propuesta se la trasmitieron antes del 1-O, pero a su juicio, “más bien parece que tratan de burlar algunas consecuencias de sus actos unilaterales, que no compartidos”. ¿Cuáles son los verdaderos intereses subyacentes a la cuestión confianza contemplada en el artículo 113 de la Constitución y en capítulo Tercero del Reglamento del Congreso?

¿La historia se repite?

Iglesias no inició contactos con ninguna formación política antes de anunciar que se presentaría como candidato alternativo a Rajoy en una moción. Apeló a Ciudadanos y PSOE, y la respuesta fue rotunda: “No”. El primero porque tiene un pacto firmado con el Partido Popular y de ninguna manera haría presidente a Iglesias, y el segundo, porque tenía las manos atadas por su proceso interino. Hasta Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, reprochó a Iglesias que no negociara antes de anunciar la moción: “¿Quiere demostrar que hay una mayoría capaz de dar estabilidad y ser alternativa al actual Gobierno? Permítame que lo duda. En política, cuando se preparan alianzas se hace con cuidado, procurando no tomar por sorpresa a los potenciales aliados. Que usted anunciara su intención sin haberlo consultado con ningún otro grupo… No es señal de intenciones sinceras”.

Podemos presentó una moción de censura estratégica para presionar al PSOE, pero tras el desgaste se lo replantearían seriamente

El objetivo del secretario general de Podemos era más prosaico. No negoció apoyos para obtener una aritmética parlamentaria favorable y utilizó el proceso de primarias del PSOE. ¿Cuál era entonces el verdadero fin? A nivel interno, admiten que el propósito, entonces, era otro. Primero, presentar a Podemos como alternativa de gobierno real, no solamente como partido protesta; segundo, erigirse como única oposición; y tercero, presionar al PSOE y ganar rating. La pregunta es: ¿Son distintas sus pretensiones ahora?

Volantazo estratégico

Podemos ha cumplido su cuarto aniversario en su momento más delicado. El desafío soberanista le ha pasado factura, y el desgaste que ha cristalizado en un desplome en las últimas encuestas. Pero la erosión no solo es producto de la aritmética electoral. En el 2017 los críticos de Podemos han implosionado: desde la batalla entre Iglesias e Íñigo Errejón en Vistalegre II hasta la guerra por el control del tribunal de Garantías, pasando por Madrid y Ramón Espinar hasta llegar al juicio por el pacto con En Marea y el caso Dante Fachín. En las últimas semanas se ha llegado incluso a confabular sobre el nombre de Podemos y las expectativas de los sectores errejonistas, y la pasada semana ha trascendido un informe elaborado por Alberto Garzón, líder de sus socios de Izquierda Unida, con el que da un ultimátum para redefinir la relación entre ambas fuerzas.

Iglesias desapareció de la esfera pública y mediática para elaborar un informe que presentó al Consejo Ciudadano Estatal. El documento refleja las líneas maestras de la nueva estrategia de Podemos, que pasa por dejar al margen el debate territorial y recuperar la agenda social. Ante esta coyuntura, cabría preguntarse si con este viraje se contempla también abandonar ese juego de posiciones en la izquierda del tablero y solicitar una moción con las mejores intenciones. Como dice Clint Eastwood en Gran Torino: “¿Qué tramáis, morenos?”. Cuando trasladas la misma pregunta a nivel interno, fuentes de Podemos admiten que “ahora, saldría casi seguro. Voluntad habría”.

¿Hay posibilidades reales?

La pelota estaría en el tejado del PSOE, siempre y cuando exista una propuesta seria y tangible sobre la que trabajar. Cuando Sánchez anunció que impulsarían un impuesto a la banca para sostener el sistema de pensiones, Echenique le invitó a echar a Rajoy para poder concretarla y articularla.

Tras la victoria de Sánchez en las primarias socialistas, el secretario general inició una ronda de contactos con los líderes de otras formaciones. Acordó con Iglesias abrir una mesa de negociación para enarbolar propuestas y aprobarlas. “No renunciamos a que haya una moción de censura”, dijo entonces Pedro Sánchez, quien matizó que no era su prioridad y que “no se puede empezar la casa por el tejado”.

La mesa de negociación está paralizada y las relaciones se han enfriado, pero el cariz es diferente. Las revelaciones de la Gürtel valenciana enfangan aún más el cenagal de corrupción en el que flota el PP, y Podemos ha aparcado (parcialmente) el juego de posiciones que mantenía para centrarse en la agenda social. ¿Será este el comienzo de una nueva etapa?