"Nosotros tenemos a Nadia, ellos no tienen a nadie". Esta fue la frase con la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se refirió en el último Comité Ferderal del PSOE a la entonces vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, que cuenta con un importantísimo reconocimiento en el seno de la Unión Europea. ¿El motivo? Un perfil con elevada presencia y trayectoria en la política comunitaria y unos datos económicos positivos que sirven de aval ante el ruido, que ahora, ha sido recompensado con su retorno a su casa europea, el Banco Europeo de Inversiones (BEI), la mayor institución financiera multilateral del mundo, después de recibir el aval de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea. 

El recorrido profesional de Nadia Calviño (A Coruña, 1968) comienza después de licenciarse en Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid en 1991. Ejerció como profesora asociada de esta misma universidad hasta 1994, y en 1998 fue nombrada subdirectora de Análisis Macroeconómico y Previsión y directora general de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía. Dos años después fue designada responsable de Asuntos Jurídicos y Relaciones Institucionales en el Servicio de Defensa de Competencia del Ministerio de Economía y Hacienda.

En el año 2004, pasó a ser directora general adjunta de Competencia de la Comisión Europea, cargo que ostentó hasta 2010, cuando ocupó el cargo de directora general de Mercado Interior de la Comisión Europea. Ahí estuvo hasta 2014, año en el que fue nombrada directora general de Presupuesto Comunitario de la Comisión Europea. En 2018 asumió la cartera del ministerio de Economía y Empresa, renombrado en 2021 como Economía y Transformación Digital, coincidiendo con su ascenso a la vicepresidencia del Gobierno.

Ahora, Calviño arrancará 2024 al frente de la institución europea, en un plano en el que se ha ganado el respeto y aprecio de todos al haber sido una de las principales artífices de la mejoría económica de España, a pesar de las dificultades que han acaecido en la última legislatura.

Medios como el New York Times han definido a Calviño como "una de las mujeres más influyentes de la actualidad política mundial". El medio estadounidense se interesó por ella, no solo por su cargo en el Gobierno de España, sino también por ser considerada "una figura de alta relevancia internacional".

Datos económicos a la cabeza de Europa

A pesar de las cantinelas apocalípticas de la derecha y la extrema derecha, lo cierto es que los datos que reflejan la economía española y su tejido empresarial son positivos en comparación con los que se derivaban de legislaturas anteriores. 

La OCDE elevó al 2,1% el crecimiento del PIB de España en 2023 y al 1,9% el de 2024, cuatro décimas por encima de lo esperado en marzo, doblando la media de la euro zona (0,9%) y a más de medio punto del dato del conjunto de países de la OCDE (1,4%). "La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico se suma a los organismos internacionales que revisan al alza la previsión de crecimiento para España en 2023", celebraron desde el Ministerio de Asuntos Económicos, acordándose del Banco de España y de la AIReF, que rectificaron hace apenas unos días engrosando la lista de instituciones que no han tenido más remedio que acabar reconociendo que el Ejecutivo no había pecado de triunfalista.

A su vez, España es, según este mismo organismo, la economía europea que más está creciendo. A nivel comparativo, nuestro país se mantendrá por delante del crecimiento de la eurozona, tanto para 2023 (0,9%), como para 2024 (1,5%). Todo ello convierte al país en la economía que registra un mayor incremento de su PIB de entre las principales potencias económicas que comparten el euro como divisa común. De hecho, para naciones como Alemania, considerada por muchos el motor continental, la OCDE prevé un estancamiento este año y un crecimiento inferior al español en 2024 (1,4%). También se situarán por debajo Francia, con unos valores del 0,8% y el 1,3% para este año y el siguiente, e Italia, que se queda en el 1,2% y el 1%, respectivamente.

En la misma línea, se instauró un catastrofismo generalizado después de que Ferrovial cesase sus operaciones en suelo español, y fueron muchos los que alzaron la voz y vaticinaron que ocurriría lo mismo con otras grandes empresas. Sin embargo, numerosas compañías de primera fila en sus respectivos sectores han continuado aumentando sus inversiones en el país. Ha sido el caso de Iberdrola, Altri, Volkswagen, Copenhaguen Infraestructure Partners, Indra o Repsol, entre otros ejemplos. 

En el ámbito laboral, cuyas responsabilidades recaen sobre la cartera de Trabajo, los datos también se encuentran al alza: respecto al número de parados, que parece preocupar enormemente al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, el dato actual es notablemente inferior al que se obtuvo en 2018, pues durante ese mayo la cifra era de 3.252.000 frente a los 2.739.110 parados actuales. Una disminución de más de 500.000 personas que se traduce en que la tasa de desempleo actual sea menor durante el primer trimestre de 2023, situándose en el 13,26%, que durante el mismo periodo en 2018, cuando registró un 16,74%. En palabras del propio Pedro Sánchez, la economía española va "como una moto".

"Nosotros tenemos a Nadia, ellos no tienen a nadie"

Esta frase, pronunciada por Sánchez durante el Comité Federal del PSOE, surge en respuesta a las dudas que sembró el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando fue preguntado en Onda Cero sobre quién sería designado ministro de Economía si el PP pudiera formar gobierno. Una cuestión que obtuvo un titubeo acompañado de un insulso "alguien que sepa de economía", sin dar ningún nombre. 

Feijóo tiene en Nadia Calviño un talón de Aquiles de doble vertiente. Primero, por ser un perfil economista distinguido y con amplio recorrido, lo que parece faltarle a los 'populares', y segundo, por moverse con soltura en medios de comunicación de alcance internacional, justo después de que el líder de la oposición restase importancia a que los políticos de primera fila hablasen inglés y admitiera que es "uno de sus principales problemas".