Muchos españoles andan a vueltas con un tiempo de vacaciones o de disminución de ritmo de trabajo. Y unos españoles recién votados en unas Elecciones Generales andan trabajando (sin mucha prisa) para que España tenga un gobierno que administre los recursos públicos por el bien de los ciudadanos. Sencillamente se les pide que pacten ese gobierno.

Mientras tanto, allí en Cuba, el presidente Obama y el presidente Castro se están reuniendo para pactar (entre otras cosas) una mejor vida para los ciudadanos cubanos.

Que Raúl Castro es de izquierdas supongo que no lo duda casi nadie; que Barak Obama es más bien de centro derecha supongo que abrirá pocos debates: pues se han entendido para conseguir seguridad en la zona y bienestar entre sus habitantes.

En España cosas así no se aceptan (todavía).

¿He dicho España? No, perdón, debo decir, entre los partidos políticos españoles.

Naturalmente que soy consciente de lo difícil que es aprender eso de pactar cuando durante cuarenta años no ha sido necesario. Ya lo sé que sí hubo pacto al inicio de este tiempo, pero eso lo puedo explicar otro día. El hecho es que no tenemos práctica política de pacto. Y casi ningún partido quiere tachar ni una línea de su programa.

¿Qué pasa si todo el mundo convierte en dogma sus programas? Pues que el pacto (necesario) resulta imposible y que algunos partidos descubren que lo más cómodo es ser dogmáticos. Hay dogmáticos de derechas (tenderán hacia la extrema derecha sin remedio) y hay dogmáticos de izquierdas (irán poco a poco hacia extremismos de corte dictatorial).

Mientras aquí no sabemos cómo coincidir por el bien de los españoles, en Cuba, Obama y Castro van a sentar las bases de un mayor bienestar de sus pueblos.

Venga, rápido: a ceder para que nuestros conciudadanos tengan un presente y un futuro mejor.