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El estreno del documental está contando en España con una ingeniosa campaña de promoción. Nuestros políticos parecen haberse lanzado a la carrera por ver quién crea más pánico en los ciudadanos con el único fin de favorecer sus intereses. Ahí están María Dolores de Cospedal y sus acólitos anunciando la "quiebra total" de Castilla-La Mancha cuando todavía no han elegido el color de las cortinas de sus nuevos despachos institucionales.

Con miles de funcionarios achantados porque supuestamente no habrá dinero para pagar sus nóminas, con cientos de dependientes asustados por si la ayuda no les llegará el mes que viene, ¿quién de ellos se opondrá a los recortes que Cospedal trae escondidos debajo de esas chaquetas tan monas?

Dentro de poco nos venderán la burra de que los recortes de salarios y en educación no serán suficientes para tapar el supuesto agujero manchego y que la única solución será privatizar la cadena de televisión autonómica. Con suerte, para ellos, Rajoy ya fumará puros en La Moncloa y cambiará la ley para que amiguetes varios se queden con los canales regionales. Y para este río revuelto hace tiempo que tienen la caña preparada Buruaga y otros personajes cercanos a Esperanza Aguirre.

En Cataluña, otra de las regiones en las que el fantasma de un Zapatero armado con tijeras ha hecho perder el poder a la izquierda, hace más 100 días que gobierna Artur Mas. Allí los ricos pagarán ahora menos impuestos, mientras se exigirá llevar seis meses empadronado para recibir atención sanitaria. Y por si fuera poco, Durán i Lleida, ese señor tan simpático con gafas de diseño, pide ahora un pacto de Estado para "repensar" el sistema sanitario español porque ahora resulta que no es "sostenible".

En esta campaña de promoción de 'La doctrina del shock' no podía faltar la Comisión Europea. Por si no sabíamos aún de qué pie cojea, el martes se salió del tiesto para pedir a España que subiera aún más el IVA y la gasolina para así poder rebajarles a los empresarios las cotizaciones sociales que pagan a sus trabajadores. Sin caretas.

La congelación de las pensiones o la ampliación de la edad de jubilación son medidas injustas, qué duda cabe, pero se asemejan males menores comparados con la que se nos viene encima. Con el miedo a perder el empleo y la hipoteca apretando cada mes, el shock está servido. Y la derecha, gobernando sin apenas un contrapunto para sacar comparaciones, no dudará en aprovechar la ocasión.

La esperanza, como siempre en la Historia, sólo puede estar en quienes no tienen miedo porque nada tienen que perder, un grupo que no para de aumentar. Porque, como dice la propia Naomi Klein: "La doctrina del shock sólo funciona si no sabemos que existe. Y lo esperanzador en esta crisis es que la táctica se desgasta porque ya no hay factor sorpresa. Los tenemos calados. Nos estamos volviendo a prueba de shocks".

Marcos Paradinas es redactor jefe de El Plural