Más de cien mil personas, según los organizadores, han llenado la plaza de Colón, el paseo de Recoletos y grandes avenidas del centro de Madrid, hasta la plaza de Neptuno para protestar contra la "sangría humana" de la España interior. Tambores propios de la Semana Santa turolense, batucadas, charangas y hasta una campana de iglesia animaban la manifestación, que en un ambiente festivo exigía un pacto de Estado y medidas concretas contra la despoblación. 

El transporte es una de las principales reivindicaciones. Unas vecinas de Mas de las Matas (Teruel) explicaban que no tienen ni autobuses, mucho menos tren. "Estamos tan mal comunicadas con Teruel que si queremos coger el tren tenemos que irnos a Caspe (Zaragoza) o incluso a Barcelona", explicaban. ¿Y en caso de emergencias? "Pues confiar en que algún vecino nos quiera llevar en coche". 

Y es que las protestas por un tren digno y por más líneas de autobuses estaban muy presentes. Desde el tren apodado como el "Tamagotchi", que sale una vez al día de Zaragoza a Teruel -y tarda más que de Madrid a Zaragoza-, a la línea Madrid-Cáceres-Badajoz, que cada año acumula más retrasos y averías. Manifestantes ataviados como viajeros de los años 30 portaban maletas de cartón exigiendo trenes dignos y rechazando la migración a las grandes ciudades a las que les fuerza, según comentan, la falta de servicios y de oportunidades en sus zonas. 

"Nosotros vivmos aquí", comentaba una de las manifestantes, "lo que pasa es que mi marido es de Ojos Negros (Teruel)", mientras una batucada de la misma localidad, de 421 habitantes, animaba su zona de la manifestación, donde había representantes de todos los partidos políticos y hasta de los gobiernos regionales. 

La lluvia no aguó la fiesta

La salida tardía se vio acompañada por una inesperada lluvia, que no empañó el ambiente festivo y que fue recibida a partes iguales por manifestantes y paseantes por la cercana Carrera de San Jerónimo, muchos de los cuales no sabían que hoy estaba convocada esta manifestación. "Han tenido que venir los rústicos a traer agua", comentaba a su acompañante un hombre con sombrero y abrigo "loden". Otros madrlieños comentaban la protesta sin entender del todo en qué consistía. "Pero si en los pueblos se está muy bien", se sorprendía una mujer haciendo running. "Madrid es un caos y se colapsa a la mínima". 

Pero las más de 94 no organizaciones detrás de la movilización, de Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Galicia y La Rioja, no protestan por vivir en zonas rurales, protestan porque no se quieren ver expulsadas de ellas. "Ser pocos no resta derechos", rezaban muchas de las pancartas. Otra, portada por sorianos, decía: "Si en Soria nos quitáis los servicios, nosotros os quitamos los torreznos". 

Cerca del Hotel Palace se instaló un escenario donde los periodistas Manuel Campo-Vidal, originiario de Huesca, y Paloma Furiaga, de Teruel, leyeron el manifiesto de la protesta: "Es un asunto de justicia. La despoblación es la antesala de la desertización". Los periodistas apelaron a la memoria del cantautor y político José Antonio Labordeta, expresaron su agradecimiento a los periodistas rurales, algunos de los cuales tienen que crear sus propios medios, pese a las dificultades para emprender en sus zonas y, en nombre de los organizadores, exigieron a los políticos que se dejasen de "descalificaciones y lleguen a un Pacto de Estado para cumplirlo, no para exhibirlo". Campo-Vidal pidió que se oyera "el grito firme, pacífico, desgarrado, de la España vaciada". Porque esta, concluyó, "no puede ser callada".