Los abrazos, ya solo quedan en las fotos. Las sonrisas, congeladas. Y las promesas de una gran alianza entre dos de las democracias más influyentes del planeta parecen, de pronto, una reliquia del pasado. En su lugar, la realidad es la de un nuevo encontronazo diplomático con nombre propio: Donald Trump.
El presidente estadounidense ha firmado este miércoles una nueva orden ejecutiva que impone un arancel adicional del 25% a los productos procedentes de la India, una decisión que no ha pillado por sorpresa al Gobierno de Narendra Modi. Según ha comunicado la Casa Blanca, esta medida entrará en vigor el 27 de agosto. La razón esgrimida por Trump tiene sabor a geopolítica y a petróleo: acusa a la India de comprar grandes cantidades de crudo ruso, tanto de forma directa como indirecta, y de revenderlo posteriormente para sacar tajada en los mercados internacionales.
“India no solo está comprando cantidades masivas de petróleo ruso, sino que luego, para gran parte del petróleo comprado, lo están vendiendo en el mercado abierto para obtener grandes ganancias”, escribió Trump este martes en Truth Social, su red social personal y altavoz político. Lo cierto es que este mensaje no es una anécdota aislada, sino parte de un endurecimiento de su discurso hacia Nueva Delhi, al que la semana pasada ya acompañó con el anuncio de una “penalización” indefinida por seguir manteniendo relaciones energéticas con Rusia.
Una amistad fracturada por el petróleo ruso
Este giro abrupto ha descolocado a Modi, que hace solo unos meses recibía en su residencia oficial de Delhi al vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, y a su familia. La visita, calificada entonces de “cordial” y “fructífera”, sirvió para avanzar en un potencial acuerdo comercial bilateral que parecía afianzar la confianza entre ambas potencias. Poco antes, en una visita oficial a la India, el propio Trump había descrito a Modi como un “verdadero amigo”.
Sin embargo, la relación personal entre ambos líderes no ha bastado para frenar el embate. Para Modi, la compra de crudo ruso no es una cuestión ideológica ni un pulso diplomático, sino una decisión económica estratégica. Rusia ofrece el petróleo más barato del mercado global, y además representa un aliado de largo recorrido con vínculos históricos que se remontan a la Guerra Fría. Para un país como la India, con una creciente demanda energética y un fuerte deseo de mantener su autonomía estratégica, las órdenes unilaterales de Washington son difíciles de encajar.
Así lo resumía el exsecretario de Asuntos Exteriores indio, Shyam Saran, en una tribuna publicada en The Indian Express: “La India no puede dar a ningún país derecho de veto sobre qué país debe o no asociarse”.
Modi, presionado por fuera y cuestionado por dentro
El viraje de Trump ha generado inquietud tanto en el Gobierno como en los medios y la opinión pública india. Sanjay Jha, ex portavoz del Partido del Congreso, arremetía esta semana contra lo que considera un error táctico del primer ministro: “Cuando Trump estaba haciendo campaña para un segundo mandato, Modi rompió todos los protocolos diplomáticos al promoverlo entre la diáspora india en Estados Unidos. Fue algo sin precedentes, pero pensó que la India saldría beneficiada. Ahora Trump le ha tirado de la manta”, afirmó en declaraciones recogidas por The Times.
No es solo una cuestión de orgullo nacional: Estados Unidos es el principal mercado de exportación de bienes y servicios de la India. Si las exportaciones se ven golpeadas con un descenso del 30%, como temen algunos economistas, el crecimiento del PIB indio podría resentirse hasta en dos puntos porcentuales.
Ante la presión creciente, el Ministerio de Asuntos Exteriores indio reaccionó este miércoles con un comunicado inusualmente directo, en el que calificó los nuevos aranceles como “injustificados e irrazonables”. Además, acusó a Washington de aplicar un doble rasero. “El comercio de la Unión Europea con Rusia el año pasado superó con creces el de la India”, señalaba el texto. Y añadía: “Estados Unidos sigue importando de Rusia hexafluoruro de uranio para su industria nuclear, paladio para su industria automovilística eléctrica y fertilizantes, así como productos químicos”.
¿Oportunidad o rendición?
La decisión de Trump ha desatado una oleada de análisis en los periódicos y medios indios. Para algunos, esta crisis podría reforzar la posición interna de Modi. Harsh Pant, jefe de estudios estratégicos de Observer Research Foundation, lo expresó así: “Cuanto más despotrique Trump contra él, más se unirá a él el público indio. Y Modi es muy pragmático. Entiende la necesidad de comprometer a Estados Unidos. No dejará que esto le afecte personalmente. Pero sí cambiará la complexión en la relación indo-estadounidense”.
En cualquier caso, pocos en Nueva Delhi creen que Modi esté dispuesto a sacrificar los lazos con Moscú para calmar la ira de Trump. La alianza energética y militar con Rusia forma parte de los pilares fundacionales de la política exterior india, y romperla por presiones externas sería, según algunos analistas, una claudicación inaceptable.
Pratap Bhanu Mehta, columnista de referencia en la India, fue especialmente contundente al respecto. En un artículo reciente, acusó a Trump de ejercer una política de tipo colonial: “Capitular ante este emergente Estado imperial estadounidense es una afrenta tanto a la dignidad como a los intereses de la India”, escribió.
Mientras los aranceles se convierten en arma de presión y propaganda, Modi ha optado por invocar el nacionalismo económico. Durante un discurso el pasado fin de semana, instó a los ciudadanos a reducir su dependencia de las importaciones extranjeras y a comprar productos nacionales. “Ahora, compremos lo que compremos, sólo debe haber un baremo. Compraremos aquellas cosas que hayan sido fabricadas con el sudor de un indio”, proclamó.
El mensaje cala en una sociedad que valora la autosuficiencia, pero no elimina la preocupación por el impacto económico. En paralelo, en los círculos diplomáticos se intensifican los contactos para contener la escalada. Lo que parecía un vínculo estratégico consolidado entre India y Estados Unidos, hoy se tambalea por la imprevisibilidad de Trump y su estilo personalista, más cercano a la imposición que a la negociación.