Era una lista escrita a mano, repleta de nombres que habían estado, pasado o quizá solo orbitado alrededor del lujo silencioso y la podredumbre oculta. Entre direcciones de Nueva York, números de Londres y correos personales de altos ejecutivos, aparecían figuras globales de la política, el arte y los negocios. No era una lista cualquiera: era la agenda de Jeffrey Epstein, y la mera mención en ella bastaba para agitar sospechas, titulares y teorías.

Con el tiempo, aquella libreta negra –junto a los registros de vuelo del jet privado y testimonios judiciales– se consolidó en lo que hoy se conoce popularmente como “la lista de Epstein”. Un listado que, pese a su aura de revelación, no es un registro oficial de culpables, sino un compendio de contactos, amistades, socios o simplemente conocidos del financiero caído en desgracia. Sin embargo, el hecho de que allí aparezcan nombres como Donald Trump, Michael Jackson o José María Aznar Botella, hijo del expresidente español, ha generado un persistente eco mediático.

¿Qué es exactamente la “lista de Epstein”?

Más que una lista única, hablamos de varios documentos: la agenda personal de Epstein, los manifiestos de vuelo de su avión privado –apodado el Lolita Express–, correos electrónicos, y declaraciones juradas por víctimas del entramado de tráfico sexual. En 2025, el Departamento de Justicia de Estados Unidos publicó oficialmente una parte de esos archivos como parte del cierre de procesos judiciales pendientes, entre ellos los relativos a Ghislaine Maxwell.

Lo fundamental es entender que estar en esa lista no equivale a ser cómplice ni culpable. Muchos nombres corresponden a personas que tuvieron alguna relación social o profesional con Epstein antes de que se conocieran sus crímenes. Así lo han advertido tanto medios como The New York Times, El País o los propios tribunales estadounidenses: figurar en la agenda no implica haber participado en ningún delito.

Trump, Michael Jackson y José María Aznar Botella

El expresidente de EE.UU., Donald Trump, aparece con múltiples números y direcciones en la libreta negra de Epstein. También figura en algunos vuelos del avión privado del magnate durante la década de los 90. Ambos compartieron entorno en Palm Beach, y Trump llegó a decir que Epstein “era un tipo estupendo” y que le gustaban “las chicas jóvenes”.

Sin embargo, cuando estalló el escándalo, Trump se desmarcó. Dijo que hacía años que no tenía relación con Epstein y que habían tenido un “conflicto” tras el cual dejaron de hablarse. Lo cierto es que nunca ha sido acusado formalmente en relación con el caso. Y, más aún, una de las principales víctimas, Virginia Giuffre, declaró bajo juramento: “No creo que Donald Trump participara en nada”. La investigación del FBI tampoco le ha implicado en los abusos cometidos por Epstein.

El nombre del fallecido cantante Michael Jackson también aparece en la agenda de Epstein. La conexión entre ambos, según consta en documentos judiciales, fue puramente superficial. Una de las víctimas relató que llegó a verlo una vez en una de las casas de Epstein, pero aseguró: “No pasó nada malo con él”.

Más allá de esa anécdota y de su inclusión como contacto, no existe ninguna prueba ni testimonio que vincule a Jackson con la trama de explotación sexual de Epstein. El artista, que murió en 2009, nunca fue investigado en este contexto. Las acusaciones que enfrentó en vida por otros casos de abuso sexual no guardan relación alguna con Epstein ni con su entorno.

La aparición del nombre de José María Aznar Botella, hijo del expresidente español, en los archivos de Epstein sorprendió en España cuando se hizo pública en 2025. Su contacto –una dirección en Nueva York y un correo electrónico de su etapa en el mundo financiero– figuraba en la agenda del magnate.

Medios como El País y verificadores como Maldita.es han señalado que la única referencia a Aznar hijo es como contacto profesional. No hay registros de vuelos, ni declaraciones de víctimas, ni denuncias contra él. Tampoco aparece vinculado a ningún evento social con Epstein.

Asimismo, su cuñado, el empresario Alejandro Agag, también incluido en la agenda, confirmó que se reunió con Epstein una única vez por motivos de inversión, sin que prosperara ningún proyecto ni existiera relación posterior. Agag afirmó: “Jamás he asistido a ninguna fiesta ni nada organizado por él”.

Entonces, ¿por qué se les menciona?

En la mayoría de los casos, como el de Trump, Jackson o Aznar, el nexo con Epstein se limita a relaciones circunstanciales o de negocios. La propia naturaleza del mundo en el que Epstein se movía –lujos, fundaciones, inversiones y eventos sociales– facilitó que su agenda incluyera desde exmandatarios a cantantes, sin que eso implicara necesariamente conocimiento de sus crímenes.

El problema es que, a ojos de la opinión pública, cualquier nombre en esos papeles arrastra el estigma de haber estado cerca de uno de los mayores delincuentes sexuales del siglo XXI. Esto ha alimentado teorías conspirativas, desinformación viral y acusaciones infundadas.

¿Qué queda por saber?

A estas alturas, con los documentos más relevantes ya desclasificados por orden judicial, es poco probable que haya revelaciones explosivas sobre figuras públicas. Los fiscales federales y el FBI han revisado las pruebas durante más de una década, y los nombres que han sido implicados directamente –como el príncipe Andrés o el abogado Alan Dershowitz– han aparecido porque las víctimas los han señalado explícitamente.

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