El sueño americano al que apelaba Kamala Harris se ha esfumado antes de lo previsto. Se antojaba una noche larga, habida cuenta de las proyecciones previas a las elecciones, pero los márgenes se han estrechado. La pelea estaba en siete estados clave, pero sobre todo la tensión se concentraba en Pensilvania. Los primeros compases del escrutinio alimentaban el optimismo de los demócratas, pero ha ido ahogándose conforme pasaba la madrugada. Donald Trump consiguió la remontada y marcó una distancia prudencial en una de las trece colonias originales que acabó siendo fundamental para asestar el golpe de gracia a la vicepresidenta y a un Partido Demócrata que perdería músculo en la Cámara de Representantes y la mayoría en el Senado.

Cuajó el tono autoritario y el relato xenófobo en los Estados Unidos de América. Donald Trump ha sabido sintonizar con la indignación de la gente. En tiempos de crisis, el mensaje sencillo dentro de un recetario vacío gana enteros entre un pueblo que se siente ignorado por un progresismo que, al mismo tiempo, olvidaba que su motor es la gente.

El Partido Demócrata focalizó su radio de acción en los entornos más privilegiados de las grandes ciudades. Sobre todo en los tres estados que conforman el Cinturón del Óxido: Wisconsin, Michigan y en especial Pensilvania. Pero las proyecciones no han podido ser peores para Harris, que ve cómo estos tres territorios van a parar a manos de Donald Trump, que se convertirá -salvo milagro mayúsculo- en el primer presidente en recuperar el cargo desde Grover Cleveland en 1892.

Deberes hechos

El expresidente hizo pronto las tareas pendientes. Todo seguía el guion establecido en los primeros compases de una noche electoral al rojo vivo. La hoja de ruta se cumplía con creces y anulaba cualquier ápice de sorpresa de la papeleta demócrata. Donald Trump veía cómo mejoraba sus perspectivas con respecto a 2020 en prácticamente todos los condados de Georgia. El estado comenzaba a sonreír a los republicanos, aunque todavía era muy pronto para extrapolar conclusiones. No obstante, la primera bola de set en uno de los puntos calientes la ganaba el magnate con una distancia considerable que fue acotándose conforme avanzaba el escrutinio, pero sin suerte para Harris.

Tampoco Carolina del Norte, otro de los swing states, arrojaba optimismo al equipo de campaña de la vicepresidenta. Parecía que la batalla estaría más igualada, pero a medida que se procesaban las papeletas, Harris perdía otra oportunidad para asestar un golpe de gracia a Trump. Así, como ocurría con Georgia, el republicano tomaba una ventaja hasta que las proyecciones de los principales medios proclamaban ya su victoria.

Pensilvania, cerca de Trump

Así las cosas, las dos derrotas demócratas en sendos estados -que aportan 16 delegados al Colegio Electoral cada uno – obligaba a Harris a ganar en Pensilvania. Una de las 13 colonias originales que dieron pie a los actuales Estados Unidos se antojaba crucial por el considerable número de compromisarios que otorga (19). Sin embargo, pese a que la vicepresidenta sacaba un estrecho margen con el 10% escrutado, las noticias no hacían sino empeorar.

Las proyecciones, aún timoratas, no prevén una remontada de la vicepresidenta. Pensilvania, ahora mismo, supondría un jaque mate a la candidata demócrata, quien tampoco consigue arañar los compromisarios de los otros estados del Cinturón de Óxido. Harris no lidera el escrutinio ni en Wisconsin ni en Michigan, donde se mantiene a cuatro y seis puntos respectivamente. Tan sólo en Minnesota consiguen rascar los compromisarios con un margen relativamente estrecho. Números que se antojan insuficientes frente a un Donald Trump que ha mejorado sus resultados en comparación con las presidenciales de 2020. Tanto es así que incluso el republicano, si todo se mantiene como hasta ahora, ganará tanto en el voto popular como en el de los electores.

Frustración de las zonas rurales

Entre la batería de moralejas que puede dejar esta jornada electoral, queda el abandono de los demócratas a las zonas rurales, privilegiando a los núcleos urbanos de mayor poder adquisitivo. Un punto fatídico para Harris, a quien también ha fagocitado su alineamiento con Israel en el conflicto en la Franja de Gaza, sobre todo entre los votantes de origen árabe que también se antojaban cruciales. Mención aparte a la atrofia entre los electores de habla hispana, entre los que Trump ha inoculado el mensaje que vincula al Partido Demócrata con el socialismo de los países autoritarios sudamericanos de donde han huido.

En resumen, el magnate ha sabido conectar con ese sentimiento de abandono de las clases más desfavorecidas del país que han mostrado su hartazgo por las incesantes subidas de precios durante la Administración Biden; a pesar de que el todavía presidente rebajó la tasa de paro casi bajo mínimos. Lo cierto es que durante esta legislatura, la inflación se ha disparado y ha laminado el ánimo de los votantes y de una Reserva Federal que se vio abocada a la subida de los tipos de interés. Movimiento que, a la postre, condujo a un encarecimiento del precio de la vivienda.

La noche más oscura

La derrota no sólo se ciñe a la presidencia del país, el día se oscurece aún más para los demócratas. A esta hora, lo republicanos acarician el control del Senado, donde, gracias al apoyo de los independientes, los demócratas tenían mayoría. El escaño en liza de Virginia Occidental ha pasado a manos de los republicanos tras la renuncia de Joe Manchin. Un cambio sustancial que equilibraba una balanza que se vencerá hacia el lado de los de Trump.

El Partido Republicano se ha hecho con el control de la Cámara Alta al certificar 51 escaños, suficientes para la mayoría. La senadora por Nebraska Deb Fischer, junto a la victoria en Virginia Occidental, han favorecido el cambio de tendencia en el Senado, mientras daban un nuevo golpe de gracia a los demócratas. Se ha impuesto al candidato independiente Dan Osborn, mientras que los otros dos republicanos arrebataban sus escaños a los candidatos demócratas.

También en el estado de Ohio hay alegrías para los republicanos. Su candidato ha vencido a su rival, que aspiraba a la reelección. Además, el gobernador de Virginia, Jim Justice, ocupará el escaño que deja vacío el senador independiente, con pasado demócrata, Joe Machin. Por su parte, el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, de 82 años, anunció a principios de año que se retiraría del cargo tras esta cita electoral, por lo que aún se desconoce la identidad del próximo líder de la mayoría.

Mientras tanto, la Cámara de Representantes todavía está en el aire, aunque los buenos resultados de los republicanos invitan al optimismo. Los líderes del Congreso forzaron a Biden a renunciar por el temor a perder el control del Congreso, aunque la papeleta de Harris no les ha valido de mucho y su músculo en la institución parece que también mermará.

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