En la tarde noche del martes, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anunció que se abría una investigación parlamentaria contra el presidente, Donald Trump. Se abre la vía del impeachment – juicio político – que se recoge en el artículo 1 de la Constitución del país.

Este proceso está vigente desde la aprobación de la Constitución en 1787, cuyo origen reside en las leyes coloniales británicas y puede ser impulsado ante casos considerados como “traición, soborno, altos delitos o faltas”. Conceptos amplios que dejan abierto el debate a políticos. Los 'padres fundadores' promovieron que esta responsabilidad recayera sobre el poder legislativo para impedir abusos de poder.

El proceso

Nancy Pelosi tan sólo dio el primero de los pasos para un impeachment que difícilmente saldrá adelante. Sería sorprendente, de hecho, que se destituyera a Donald Trump de su cargo. Se investiga si el presidente de los Estados Unidos buscó la ayuda de Ucrania para difamar a Joe Biden, exvicepresidente y favorito de los demócratas para las elecciones del próximo año.

La Constitución estadounidense otorga al Congreso - Cámara de Representantes – el poder de iniciar el proceso de destitución. En el caso de que sea aprobada (mayoría simple: mitad más uno de 435 miembros), el impeachment se trasladará al Senado, donde los miembros de la Cámara ejercerán como fiscales y los senadores como jurados.

El presidente de la Corte Suprema será el encargado de regir la sesión. Para que, finalmente, se produzca la destitución del máximo dirigente del país serán necesarios los votos favorables de 67 senadores, lo que supone dos tercios de la Cámara. Sin embargo, ningún impeachment ha sido aprobado jamás en los más de dos siglos de democracia en el otro lado del charco.

Dos casos en la historia

Tan sólo en dos ocasiones se ha recurrido al impeachment como fin último para destituir a un presidente en Estados Unidos. Para encontrar el primer intento hay que coger el DeLorean y viajar a 1868, con la democracia estadounidense en pañales y con la Constitución a punto de cumplir una centuria.

Andrew Johnson, decimoséptimo presidente de EE.UU., fue el primero en someterse al artículo uno de la Constitución. No obstante, su proceso quedó en agua de borrajas. En la Cámara de Representantes no fructiferó por tan sólo dos votos. Pero Johnson no sería el único, pues casi un siglo después sería Bill Clinton el que se sometiera al juicio político.

Durante 13 meses, el expresidente de los Estados Unidos vivió un calvario del que fue absuelto en 1999. Dos cargos provocaron que el proceso se iniciara contra él: negar que las relaciones con Mónica Lewinsky fueran de naturaleza sexual e intentar influir en el testimonio de la mujer, además de en el de otras personas. Finalmente, acabaría echando tierra sobre estas acusaciones con varios aciertos en la gestión del país al final de su mandato.

‘Impeachment interruptus’ a Nixon

Hubo un tercer intento de impeachment, aunque cronológicamente sería el segundo. Sin embargo, este no llegó a buen puerto no porque no obtuviera la aprobación de las Cámaras, sino porque la persona enjuiciada decidió dimitir. Por supuesto, ese personaje fue clave en la política americana durante los años 60 y 70 y sí, responde al nombre de Richard Nixon.

El expresidente de Estados Unidos fue acusado de tejer una maraña que impidiera y obstruyera las investigaciones sobre el caso Watergate. Sin embargo, en pleno impeachment, Tricky Dick presentó su dimisión reconociendo su responsabilidad en uno de los casos más famosos de corrupción política.