Tras arrasar en una la caricatura electoral rusa, el presidente Vladimir Putin volvió a agitar el fantasma de la Tercera Guerra Mundial contra Occidente. Un conflicto directo entre Rusia y la alianza militar de la OTAN, encabezada por Estados Unidos, aunque apostilló que casi nadie quería llegar a tal escenario. Una respuesta en forma de amenaza al posible despliegue de tropas terrestres a Ucrania que aireó su homólogo francés, Emmanuel Macron, aunque un grueso de estados se desmarcó del plan expresado por el galo, que sí contó con el beneplácito de países de la Europa del Este.

Desde la Crisis de los Misiles de 1962, las relaciones entre Occidente y el Kremlin nunca habían estado tan lastradas. La guerra de Ucrania ha erosionado el delicado trato entre la OTAN y Vladimir Putin, recién reelegido presidente de Rusia en un nuevo vodevil electoral. El presidente ruso siempre ha advertido de los riesgos que podría entrañar un conflicto nuclear, aunque también se ha guardado de verbalizar la necesidad de utilizar armas nucleares en Ucrania.

Este domingo, no obstante, Putin ha lanzado una nueva advertencia a Occidente. Su homólogo francés, Emmanuel Macron, puso sobre la mesa la posibilidad de desplegar tropas terrestres en suelo ucraniano en un hipotético futuro; cuestión de la que se desmarcaron muchos países, aunque en algunos estados de la Europa del Este abrazaron su idea. Al ser preguntado sobre las tesis del máximo mandatario galo y los riesgos de una gran guerra nuclear entre la OTAN y Rusia, Putin lució su lado socarrón. “Todo es posible en el mundo moderno”, advirtió con cierta ironía.

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Pero Putin se puso serio de inmediato: “Está claro para todos que esto estará a un paso de una Tercera Guerra Mundial a gran escala. Creo que casi nadie está interesado en ello”. El presidente ruso deslizó que ya hay personal militar de la OTAN en Ucrania, asegurando que Rusia había recogido algunos diálogos en inglés y francés en el campo de batalla. “Esto no tiene nada de bueno, en primer lugar para ellos, porque allí mueren y en grandes cantidades”, continuó.

Putin echó agua al guiso de Macron, deseando que su país cesara en sus intentos de agravar la guerra en Ucrania y buscara un papel de pacificador. “Parece que Francia podría desempeñar un papel. No todo está perdido todavía”, deslizó el presidente de Rusia, al tiempo que insistía en su posición favorable a las “conversaciones de paz”, pero no sólo porque Ucrania “se esté quedando sin municiones”. “Lo he dicho una y otra vez y lo diré otra vez”, apostilló.

Occidente no legitima su victoria

El presidente de Rusia compareció ante los periodistas tras conseguir el mejor resultado electoral desde tiempos de la Unión Soviética. Un 87% de rusos validaron su estancia en el Kremlin hasta el año 2030. Sin embargo, ni la oposición interna ni Occidente dan legitimidad a estos resultados, que entienden esta cita como la confirmación de una tendencia represiva que no deja espacio a un mínimo de disidencia política.

Sin observadores internacionales independientes, los gobiernos occidentales siembran la duda sobre la legitimidad del proceso y la aplastante mayoría que le conceden a Putin las autoridades locales. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró que no fueron unas elecciones libres ni justas, sino que se cimentaron sobre la “represión” y la “intimidación” como únicos pilares. De hecho, el Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea subrayó que ningún candidato opositor le pudo plantar cara al presidente, que forzó la votación incluso en los territorios ocupados de Ucrania.

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Precisamente desde el Eliseo aseguran que toman nota los resultados, aunque coinciden en que “no se dieron las condiciones para que pueda hablarse de elecciones libres, plurales y democráticas”, argumentando que ninguno de sus rivales se oponía a la invasión de Ucrania. Desde el Ministerio de Exteriores francés recuerdan además el fallecimiento en prisión del opositor Alexei Navalni, ensalzando la “valentía” de quienes han protestado de manera “pacífica” estos últimos días para reivindicar sus derechos y libertades.

Desde el departamento de Exteriores de Alemania se ha descrito el proceso como una “elección sin opciones”. En palabras de su responsable, Annalena Baerbock, en Rusia se celebraron unas “pseudoelecciones”, incidiendo en su mensaje en el “autoritarismo” de Vladimir Putin y las violaciones del Derecho Internacional en Ucrania. Misma bandera que ha enarbolado el hoy ministro del ramo británico, David Cameron. El ex premier ha recordado que es “ilegal” celebrar elecciones en “territorio ucraniano”.

Por su parte, Washington considera “obvio” que estos resultados no deben considerarse democráticos, habida cuenta de que Putin “ha encarcelado a opositores políticos y ha impedido que otros puedan presentarse”. No obstante, quien ha sido más duro contra el presidente de Rusia ha sido el máximo mandatario ucraniano. Volodimir Zelenski no ha dudado en catalogarlo como “dictador” para precisar que “está borracho de poder”.

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