La reciente guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás ha vuelto a poner en el foco mediático la situación del pueblo palestino, que lleva más de siete décadas luchando por su derecho a existir como nación. El conflicto, que llevaba varias décadas en un interesado y segundo plano y que ha vuelto a la palestra tras el recrudecimiento de las hostilidades después del ataque de Hamás el pasado sábado 7 de octubre y la posterior respuesta israelí asediando y arrasando la Franja de Gaza, ha dejado más de 5.000 muertos (la mayoría civiles palestinos) y ha provocado una grave crisis humanitaria en el enclave costero, uno de los territorios más superpoblados y castigados del mundo.

Pero, ¿quiénes son los palestinos y cuál es su origen? Pues bien, la historia del pueblo palestino es una historia de resistencia, lucha y esperanza. Los palestinos son un pueblo semita originario de la región histórica de Palestina, situada entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Los diferentes estudios genéticos han demostrado que los palestinos actuales son descendientes de los antiguos habitantes del Levante mediterráneo, que incluía a cananeos, filisteos, hebreos y otros pueblos. La mayoría de los palestinos son musulmanes suníes, aunque hay una importante minoría cristiana de diversas confesiones, así como una pequeña comunidad samaritana.

Los palestinos han vivido bajo diferentes dominaciones a lo largo de la historia, desde los persas, los griegos, los romanos, los bizantinos, los árabes, los cruzados, los mongoles, los mamelucos, los otomanos, los británicos y los israelíes. Sin embargo, han mantenido su identidad cultural y lingüística árabe, así como su conexión con la tierra. A finales del siglo XIX, el movimiento sionista impulsó la inmigración judía a Palestina con el objetivo de crear un Estado propio, lo que generó una resistencia por parte de los árabes palestinos, que eran mayoría en el territorio.

Así, en 1947, tras varios tiras y aflojas entre Palestina e Israel como la Gran Revuelta Árabe (1936-1939), la ONU aprobó el Plan de Partición de Palestina, que proponía dividir el territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. Los palestinos rechazaron el plan, que les otorgaba el 43% del territorio, mientras que los judíos aceptaron el 56%, a pesar de que representaban solo el 30% de la población. La partición desencadenó una guerra civil entre palestinos y judíos, que se convirtió en una guerra árabe-israelí tras la proclamación del Estado de Israel en 1948. Esta guerra provocó el éxodo de unos 750.000 palestinos, que se refugiaron en los países árabes vecinos o en lo que quedaba de la Palestina histórica en Cisjordania y Gaza, ocupadas por Jordania y Egipto respectivamente.

Bajo ese contexto, en 1959 surge Fatah, el movimiento fundado por Yaser Arafat, que a partir de 1964 lideró la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que agrupaba a diferentes facciones políticas y militares palestinas que luchaban por la liberación de Palestina y el retorno de los refugiados. Tan solo tres años después, Israel ocupó Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este, los Altos del Golán y el Sinaí tras la Guerra de los Seis Días en la que el ejército israelí se impuso con gran claridad a una coalición de países árabes conformada por Jordania, Siria, Egipto y Palestina. Entonces, la OLP inició una campaña de resistencia armada contra Israel desde estos países.

La primera Intifada y el origen de Hamás

En 1987, estalló la primera Intifada o levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí en Cisjordania y Gaza, que duró hasta 1993. Ese mismo año, se firmaron los Acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP, que reconocían mutuamente su existencia y establecían un proceso de paz basado en la fórmula de "tierra por paz" y en la solución de dos Estados. embargo, los acuerdos no resolvieron los principales asuntos en disputa, como el estatus de Jerusalén, el derecho al retorno de los refugiados, las fronteras, los asentamientos y la seguridad. Además, los acuerdos crearon la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que asumió el control parcial de algunas zonas de Cisjordania y Gaza, pero sin soberanía ni continuidad territorial.

Asimismo, es durante esta primera Intifada cuando surge un nuevo actor político y militar palestino: Hamás, que se originó como una escisión de los Hermanos Musulmanes egipcios, un movimiento islamista que buscaba establecer un Estado islámico en toda la región. Hamás se diferenciaba de la OLP por su rechazo a cualquier negociación con Israel y por su apuesta por la lucha armada como única vía para liberar Palestina. En este sentido, cabe recordar que Hamás contó con el apoyo inicial de Israel, que lo vio como un contrapeso a la influencia de Arafat y como una forma de dividir a los palestinos. Y los resultados no tardaron en llegar, puesto que, gracias a una amplia red social y caritativa, Hamás logró el respaldo popular entre los sectores más pobres y desfavorecidos de la población palestina. Así, rápidamente se convirtió en el principal rival político e ideológico de Fatah.

En 2000, se produjo la segunda Intifada o levantamiento palestino, tras el fracaso de las negociaciones de paz y la visita del líder israelí Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén. Esta Intifada fue más violenta y sangrienta que la anterior, e implicó ataques suicidas por parte de grupos palestinos como Hamás y Yihad Islámica, así como represalias militares por parte de Israel. La segunda Intifada terminó en 2005 con un alto el fuego unilateral israelí y la retirada israelí de Gaza. En 2006, Hamás ganó las elecciones legislativas palestinas, lo que provocó una crisis política interna entre Hamás y Al Fatah. En 2007, Hamás tomó el control de Gaza por la fuerza, mientras que Al Fatah se mantuvo en Cisjordania. Desde entonces, los palestinos han estado divididos entre dos gobiernos rivales, dificultando la unidad nacional y la representación legítima del pueblo palestino. A pesar de varios intentos de reconciliación, los dos grupos no han logrado formar un gobierno de consenso ni celebrar nuevas elecciones.

En 2008-2009, 2012 y 2014, Israel lanzó tres ofensivas militares contra Gaza, con el pretexto de detener los ataques con cohetes por parte de Hamás y otros grupos armados palestinos. Estas ofensivas causaron miles de muertos y heridos entre los civiles palestinos, así como una grave crisis humanitaria y un deterioro de las infraestructuras.

En 2020, Israel anunció su intención de anexionarse partes de Cisjordania, lo que provocó el rechazo internacional y la movilización palestina. En 2021, estalló un nuevo conflicto entre Israel y Hamás tras el desalojo forzoso de familias palestinas en el barrio de Sheikh Jarrah en Jerusalén Este y el asalto israelí a la mezquita de Al-Aqsa durante el mes sagrado del Ramadán. El conflicto se saldó con más de 250 muertos, la mayoría palestinos, y un alto el fuego mediado por Egipto.

Los refugiados palestinos, los eternos olvidados

Por último, pese a que siempre que nos referimos a Palestina señalamos que se encuentra dividida en dos zonas (Gaza y Cisjordania), lo cierto es que hay un tercer agente que siempre nos olvidamos: los refugiados palestinos. Estos son aquellos que perdieron sus hogares y medios de vida como consecuencia de la guerra árabe-israelí de 1948 y sus descendientes. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), hay unos 5,9 millones de refugiados palestinos registrados en sus áreas de operación: Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria. Además, hay otros refugiados palestinos no registrados por la UNRWA que viven en otros países como Irak, Egipto o Turquía.

Los refugiados palestinos son la población refugiada más antigua y numerosa del mundo. La mayoría vive en condiciones precarias en campamentos sobrepoblados, donde carecen de servicios básicos como agua potable, electricidad o saneamiento. También sufren discriminación, pobreza, desempleo y violencia. Muchos no tienen acceso a la ciudadanía ni a los derechos civiles en sus países de acogida. Los refugiados palestinos reclaman su derecho al retorno a sus hogares originales o a una compensación justa, según lo establecido por la resolución 194 de la ONU. Sin embargo, Israel se niega a reconocer este derecho y lo considera una amenaza para su carácter judío.