El Parlamento Europeo y el Mundial de Qatar, una institución y un acontecimiento deportivo que, a primera vista, nada tienen que ver entre sí. Sin embargo, Eva Kaili, hasta hace poco, vicepresidenta de la Eurocámara, ha situado a ambos en el ojo del huracán.

El apodado popularmente Qatargate es el escándalo de corrupción motivado por el Mundial, en el que se han realizado supuestos sobornos para influir en las decisiones “económicas y políticas” de la Eurocámara. Una sucesión de hechos que no han tardado en salir a la luz y que han provocado más de una detención, siendo la primera de ellas la de Kaili, quien también estaba al mando de las operaciones sobre Oriente Medio.

La justicia ha tomado cartas en el asunto para detener a la pareja y al padre de la vicepresidenta griega, siendo éste último el primero de ellos descubierto en la trama intentando huir con una maleta llena de dinero en efectivo -un total de 600.000 euros-. La detención de Kailí se llevó a cabo este viernes, momento en el que los agentes policiales iniciaron el registro de su vivienda, donde hallaron bolsas con valor de 150.000 euros en efectivo.

 No obstante, se han visto salpicados otros miembros del Parlamento Europeo, tales como el italiano Pier Antonio Panzeri, también socialdemócrata; así como Luca Visentini, presidente de la Confederación Internacional de Sindicatos. Hasta la fecha, cuatro personas se encuentran detenidas por el presunto caso de corrupción, mientras que otras 16 han sido registradas.

Tal y como reza el comunicado de la Fiscalía de Bélgica el pasado 9 de diciembre, “desde hace varios meses, los investigadores de la Policía Judicial Federal sospechan que un país del Golfo intenta influir en las decisiones económicas y políticas del Parlamento Europeo mediante la entrega de importantes sumas de dinero o regalos” a personas “con una posición política o estrategia significativa”.

Tensiones en Grecia y ‘doble papel’ en la Eurocámara

Eva Kaili era una desconocida hasta hace escasos días. La griega formó parte desde temprana edad en el PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico), aunque durante los últimos años se ha postulado con ideas más cercadas al ala conservadora de Nueva Democracia, partido que gobierna actualmente su país.

A sus 29 años, allá por 2001, fue elegida diputada de PASOK en el Parlamento heleno, pero no fue hasta 2014 cuando entró a formar parte de la Eurocámara y siendo este 2022 nombrada como vicepresidenta.

Durante estos últimos meses, su relación con el Partido Socialista Europeo (PSE) ha ido en decadencia, concretamente cuando en septiembre se opuso a seguir la abstención del partido respecto a la votación del próximo secretario de la Cámara, llegando incluso a posicionarse del lado de Alessandro Chiocchetti, eurodiputado del Partido Popular Europeo (PPE), la oposición.

No obstante, el detonante surtió su efecto cuando Kailí defendió en un discurso frente al resto de eurodiputados que Qatar es un país “innovador” en cuanto a sus derechos laborales -a pesar de que en los preparativos del Mundial murieron cientos de trabajadores-, señalando a la par que Occidente ejercía una actitud de bullying contra el país asiático.

Al destaparse los supuestos sobornos de los que habría sido benefactora tanto ella como su círculo familiar, el PASOK marcó distancias y la apartó de sus filas. Niks Androulakis, su presidente, subrayó que Kaili actuaba como un “caballo de troya” para la derecha dentro de la formación socialdemócrata.

Desde este sábado, la política griega ya no forma parte del Parlamento Europeo, ya que sus funciones como vicepresidenta -además de su rol como presidenta del Grupo de Trabajo sobre la Estrategia de Innovación de las TIC o sustituta de la Presidencia para los órganos multilaterales, como Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio (OMC)- han quedado suspendidas por orden de la presidenta, Roberta Metsola.

 

Von der Leyen pide estándar ético común

Debido a la magnitud del escándalo, y por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha defendido su propuesta de un estándar ético común que proteja a todas las instituciones después del escándalo de la ya exvicepresidenta de la Eurocámara.

Mostrando así “gran preocupación” por las acusaciones que se ciernen sobre Kaili, ha urgido a las instituciones europeas a seguir los “más altos estándares”, defendiendo del mismo modo la “transparencia” que se debe ejecutar en estas situaciones.