Imagínate que de repente estás en casa, estudiando el examen de derecho constitucional del lunes en el que te juegas buena parte del cuatrimestre y quién sabe si la beca del año siguiente. Imagínate que estás despistada, viendo la última de Netflix o cotilleando Instagram a ver si algún compañero también se queja por llevar todo el fin de semana pegado al manual sin pegar palo al agua. Imagínate que, entonces, cuando ya empiezas a poner sobre la balanza si seguir empollando o despejar la cabeza y encomendarte al mismo dios al que todos rogamos cuando lo inmediato es incierto, te llaman del Parlamento Europeo para que tomes la palabra sobre el futuro de Europa.

Más o menos, grosso modo y simplificando en exceso, ese es el funcionamiento de la Conferencia sobre el Futuro de Europa y ese podría ser un ejemplo de lo que le sucedió a María López, joven de 21 años estudiante de Derecho en A Coruña, o a Andrea Acedo Arias, madrileña de 22 que cursa Filología Inglesa. Ellas solo son dos de los 800 europeos y 80 españoles seleccionados al azar para apostar por el multiculturalismo en un proyecto que nació el pasado 9 de mayo de 2021 y que terminará en un programa común, nacido de los cuatros paneles de participación ciudadana en la que se dividió originariamente la iniciativa.

Este fin de semana, en Estrasburgo (Francia), sede del parlamentarismo europeo, esta vertebración horizontal de las ideas –e incluso “de abajo hacia arriba”, como reconoce la eurodiputada de Cs Maite Pagaza en declaraciones a ElPlural.com- vuelve a brillar en una jornada de debate amplificado, aunque esta vez a contracorriente por el poco tiempo restante para materializar en un borrador todo el trabajo realizado durante esta larga travesía. Si para llegar al hemiciclo hay que atravesar la avenida de Europa, donde además del Consejo Europeo se puede apreciar un paseo de estrellas al más puro estilo californiano con nombres de pesos pesados del Viejo Continente, la CoFoe rompe diametralmente con ese modo de ver la política y pone al ciudadano en el centro del puesto de mando. Sin estrellas, pero con poder de voto. Sin certezas, pero con ilusión. Desde universitarios hasta jubilados; desde ingenieros hasta parados.

“La gente tiene frustración, se queja, como nos pasa a nosotros cuando vemos que tenemos competencias limitadas. Esto, lo que estamos haciendo, es muy interesante porque nos da el tiempo para cocinar lentamente afinando los conceptos y las palabras”, sostiene en declaraciones exclusivas a ElPlural.com la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagaza.

En la puerta del pleno y con prisa para no perderse nada, “ya que el mayor respeto que se le puede dar a la ciudadanía es estar informado y tomarles en serio”, la parlamentaria nos concede diez minutos: “Esos jóvenes de distintos países se parecen mucho y piden un paraguas común. Por eso pedimos el estatuto de ciudadanía europea, para darle respuesta a todo lo que se está pidiendo. Todo esto es nuevo, no es fácil, pero Europa necesita impulsos muy valientes. En la pandemia nos hemos dado cuenta de que necesitamos solidaridad y unión frente a la pandemia. Ahora, con la guerra, nos damos cuenta de que debemos plantearnos la UE como un escudo democrático con la idea de que siendo mucho más maduros respecto a nuestra defensa, siendo independientes, tenemos más posibilidades si otros fallan”.

La llamada que lo cambió todo

“Yo me enteré de esta oportunidad a través de una llamada”. Suena el teléfono y te preguntan si quieres participar en el futuro de Europa. ¿Qué contestas? “Me parecía una broma, hasta que empecé a recibir correos electrónicos sellados”, reconoce María López, joven coruñesa que valora “de 10” la experiencia de poder viajar a Dublín y Estrasburgo para compartir ideas y quejas con ciudadanos de todos los rincones de Europa.

Pensé que me estaban estafando, la verdad, es una experiencia increíble poder viajar para construir un futuro elegido por nosotros y no por los políticos”, añade Andrea Acedo, madrileña de 22 en proceso de convertirse en filóloga que, además de en la capital del Gran Este, en el norte de Francia, ha tenido la oportunidad de viajar a Florencia gracias a esta conferencia itinerante.

“Me enteré de casualidad por mi hermana. Su compañero de trabajo es amigo de uno de los organizadores y fue totalmente casual. Pensé que era mentira”, revela, por su parte, Patricia Gago, gaditana de Jerez de la Frontera que a sus 30 años de edad considera "increíble estar en Estrasburgo con personas de veintisiete países distintos, escuchando los problemas que desconocemos de su idiosincrasia particular y realizando esfuerzos por encontrar soluciones compartidas".

De A Coruña a Cádiz pasando por Madrid, estas tres jóvenes españolas trasladan a ElPlural.com una idea muy similar sobre su paso por los paneles de la CoFoe: “Nuestra idea, al menos en esta recta final de la CoFoe, es no caer en interpretaciones, evitar politizaciones y que dispongamos de una hoja de ruta compartida y ciudadana”, expone María. “Hay miedo, pero esperamos que alguna de nuestras peticiones se tengan en cuenta y los embajadores puedan seguir presionando en pro de la efectividad de nuestros intereses”, añade Andrea. “Creo que será difícil que se materialicen las decisiones. Espero que algunas se tengan en cuenta, que la CoFoe venga para quedarse y que los ciudadanos sigan teniendo la oportunidad de trabajar en la toma de decisiones”, sentencia Patricia.

División: una oportunidad única o un enjuague federalista

No todos los grupos europeos están a favor de la realización y las bases de la CoFoe. Pagaza (Cs) es una fiel defensora, ya que es importante escuchar activamente a una ciudadanía que realiza peticiones sin ataduras, sin “tantos límites desde el punto de vista de la ley”: “Esto ha sido un entrenamiento democrático de lectura y escucha activa que nos ha venido fenomenal. Creo que estábamos maduros para entender que no podemos tener paternalismo, ya que trabajamos de forma conjunta bajo experiencias distintas”, sostiene.

Además, y como piedra angular de lo que defiende Renew Europe, grupo europeo al que pertenece Ciudadanos, la eurodiputada naranja explica que su bandera es el Estatuto de Ciudadanía Europea”. “La gente quiere acreditaciones equivalentes, carreras universitarias equivalentes, más Erasmus… eso es lo que la gente pide en sus reivindicaciones concretas, por lo que es necesario aportarles un paraguas”, prosigue, añadiendo que este es el momento de las grandes decisiones. “Si debemos proteger nuestra democracia intensamente, no lo hacen 700 diputados ni tres europarlamentarios, lo hacen los ciudadanos”, sentencia la dirigente de la formación naranja.

Sin embargo, no todos piensan igual. Donde algunos ven aperturismo, otros ven federalismo. Donde algunos aprecian que estas conferencias sirven para forjar una identidad propia que sea positiva en los retos del futuro, Vox ve una pérdida flagrante de autonomía: “La Conferencia sobre el futuro de Europa nos parece un enjuague para colar por la puerta de atrás un tratado federalista que ya ha sido rechazado por los ciudadanos y los parlamentos nacionales en otras ocasiones, como cuando se votó el proyecto de constitución europea. El presente y el futuro de Europa lo tienen que decidir su Estados miembros, no una asamblea vertical donde todo está decidido de antemano por quienes la han organizado y donde no hay ninguna transparencia en la toma de decisiones”, sostiene, en declaraciones a este medio, Alonso de Mendoza, responsable de comunicación de Vox en Europa.

El contexto obliga

En declaraciones a los medios de comunicación, a una veintena de pasos de la salida del hemiciclo y en un set de televisión en el que se apreciaban varias decenas de periodistas, el miembro del Parlamento Europeo Guy Verhofstadt ha sido el encargado de realizar un pequeño análisis del trabajo realizado estos meses: “Había cierto escepticismo cuando empezaba, pero ahora yo creo que todos nos hemos dado cuenta, incluidos los periodistas, de que estas conferencias están siendo una experiencia única en la que los ciudadanos no solo escuchan, sino que son parte activa en la toma de decisiones”, ha señalado.

“La guerra de Ucrania exige un nuevo mundo en el que necesitamos más profesionales en una Europa más integrada. Esta es exactamente la dirección que han reclamado los ciudadanos”, ha proseguido el exprimer ministro belga. “Los ciudadanos están deliberando de forma conjunta. Las tres instituciones, además, estamos aquí de forma conjunta llegando a consensos”, ha reivindicado, por su parte, Dubravka Šuica, vicepresidenta de la Comisión Europea.

Así, cierra la primera jornada de un fin de semana en el que el pleno ha debatido sobre cinco grandes bloques trasladados de las mesas de trabajo del día anterior: salud; democracia europea; migración; valores y derechos, estado de derecho y seguridad; educación, cultura y juventud. Este sábado, el debate proseguirá con economía social y creación de empleo; cambio climático y medio ambiente, UE en el mundo y Transformación Digital. A un mes de que todo acabe y se deba decidir qué incluir en el programa definitivo, el trabajo sigue y la CoFoe se plantea como una alternativa de futuro: “Espero que cuando tengamos las conclusiones, en Europa podamos seguir teniendo este tipo de conferencias en la que representantes y representados podamos seguir trabajando de la mano”, ha explicado Verhofstadt.