El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sostiene en los últimos meses una fijación con España. El mandatario norteamericano sigue virando entre los piropos económicos al Gobierno de Pedro Sánchez y los ataques por a negativa a transigir con el 5% de gasto en defensa. Ningún otro país destina el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) a la Alianza Atlántica (OTAN), pues no es lo acordado en la última cumbre que alcanzó un pacto de inversión en defensa, pero el líder estadounidense la ha tomado con España.
Después de su fracasado juego de manos, Trump ha aprovechado el encuentro con el jefe oficioso de la OTAN, Mark Rutte, para desplegar sus insolidarios ataques. “Creo que tendrás que hablar con España. España no es jugador de equipo. Así que, salvo España, todos están al cien por cien. Creo que el problema con España se podría resolver muy fácilmente", ha manifestado en declaraciones a la prensa desde el Despacho Oval. A su lado, el secretario general de la Alianza Atlántica que le calificó como “papi”, se ha mantenido en silencio.
Durante su intervención, el residen de la Casa Blanca ha aprovechado para ensalzar el papel de los Estados Unidos, un miembro "muy orgulloso" de la Alianza Atlántica. Asimismo, Trump ha aseverado que tiene "una excelente relación" con el resto de países miembros, a la par que ha recordado que la mayoría de países se sumaron, "con la excepción de España", al compromiso del cinco por ciento respecto del dos por ciento que estaba acordado. El Gobierno español, por el contrario, ha priorizado el sostenimiento del Estado de Bienestar.
Evitando falsas promesas
En la cumbre celebrada en Países Bajos, España confirmó su apoyo a la declaración que establece el cinco por ciento como umbral de gasto en defensa para 2035 después de una carta en la que el secretario general aliado, Mark Rutte, dio más flexibilidad a España para cumplir con sus objetivos de capacidades sin ceñirse a una cifra. Así, el país evitaba un posicionamiento frontal, pero no asumía un compromiso que no piensa cumplir, tal y como ocurrió con el 2% comprometido por Mariano Rajoy, pero que tuvo que implantar Pedro Sánchez.
No obstante, pese a la clara negativa expresada por el jefe del Ejecutivo español. La OTAN insiste en que el posicionamiento de España no se traduce en una cláusula de exclusión y recalca que el país tendrá que invertir por encima del 3% para cumplir sus obligaciones de seguridad con la organización. Simultáneamente, el Gobierno español reitera que estos compromisos se pueden lograr dedicando solo un 2,1% del PIB al presupuesto militar y defienden que la carta "interpretativa" de Rutte permite a España desvincularse del cinco por ciento.
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