Tal vez no sea muy conocido que Alaska, el estado con más extensión de los EEUU, enclave estratégico y reserva enorme de petróleo, fue un día una región del imperio ruso y que fue vendida a los norteamericanos como una especia de chollo. Así fue y hoy se cumplen 155 años de esa compra. El 30 de marzo de 1867, Estados Unidos compró Alaska al Imperio ruso por 7. 200. 000 dólares. Si tenemos en cuenta la inflación y la evolución de la moneda, la cantidad que se pagó al zar ruso Alexander II por Alaska serían equivalentes a unos 100 millones de dólares en la actualidad, una precio tremendamente barato y que significó, entre otros aspectos positivos para los norteamericanos, sumar más de un millón y medio de kilómetros cuadrados al país y 150.000 hectáreas de tierra.

Alaska fue rusa de 1799 a 1867

Alaska fue colonizada por Rusia en el siglo XIX, perteneciendo a este imperio entre 1799 y 1867. Rusia no valoró en su justa dimensión esa inmensa región a la que no apreciaban utilidad económica, de hecho realizó varias ofertas a EEUU para que lo comprara. Además de ello, hay que tener en cuenta las dificultades económicas que estaba pasando el imperio Ruso. A pesar de esta ganga, en Estados Unidos hubo una reacción escéptica y de burla hacia esta operación y, en concreto, hacia el Secretario de Estado, William Seward, el mayor promotor de la compra. Fue tal el inicial descrédito que los contrarios a la adquisición popularizaron el término de la "locura de Seward" esta compra. El tiempo demostró que la transacción fue uno de los mayores y más rentables negocios de la historia.

Más de 2.400 millones de barriles de reservas petrólíferas

Tengamos en cuenta que cada hectárea de Alaska costaría actualmente unos 100 dólares, la totalidad del territorio tendría un precio aproximado de 15.000 millones. Esto significaría multiplicar por 150 el precio abonado por EEUU hace hoy 155 años. Pero el valor de esa operación no solo debe contemplarse en términos de tierras y superficie. Alaska vale muchísimo más si consideramos que constituye un enorme depósito de recursos naturales, especialmente de petróleo. Fueron muchos años después de la operación de compra, a mediados del siglo XX, cuando se hallaron inmensos yacimientos del oro negro en la zona norte de Alaska que, desde entonces, se han puesto en producción. Actualmente, este estado tiene unas reservas de petróleo de más de 2.400 millones de barriles.

Cada año, Alaska produce 400 veces lo que costó

Los datos económicos deben de doler a Rusia. Tiene una economía pujante y con un escaso millón de habitantes, posee un PIB de 44.000 millones anuales, es decir, anualmente produce 400 veces lo que el Imperio ruso obtuvo tras vender este amplio territorio. A ello hay que unir su relevante valor estratégico y militar.

Miedo de Rusia a los británicos

Posiblemente, en ese motivo estratégico, además de los problemas económicos rusos, pudo residir una causa importante de su venta a precio de saldo. Hay teorías que mantienen que el zar vendió Alaska ante el temor de que Gran Bretaña, que entonces era la mayor potencia mundial y el país que controlaba el oeste de Canadá, albergase deseos y planes expansionistas contra Rusia y utilizara Alaska para ese objetivo político y militar. Para los rusos era una región de muy compleja defensa ante una eventual ofensiva británica.

A 85 kilómetros de Rusia

Con el tiempo, como se demostró durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, Alaska fue -especialmente al principio- un enclave militar que podría facilitar al ejército situarse a las mismas puertas de Rusia. La distancia más corta entre Rusia y Alaska no llega a los 90 kilómetros.

En definitiva, la venta de Alaska por Rusia en 1867, mucho más vista actualmente, fue todo un chollo para los americanos y un enorme error ruso tanto en el plano del negocio como el geoestratégico.