El trumpismo no ha muerto ni tampoco estaba de parranda. Sigue más vivo que nunca. Las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina y con ellas, al menos desde 2020, las teorías de la conspiración. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el miércoles de los peligros que aún imprimen la propagación de estas doctrinas. Una mayoría de los candidatos republicanos en la oposición blanden la espada del fraude electoral como arma para justificar una potencial derrota en las urnas. El goteo de declaraciones en este sentido ha disparado los niveles de preocupación en la Casa Blanca, hasta el punto de obligar al líder del Ejecutivo a advertir del “peligro” que corre la democracia.

Biden intervino en un evento del Comité Nacional Demócrata en Union Station, en las proximidades del Capitolio. Desde ese punto, el presidente de Estados Unidos ha elevado los niveles de alerta ante la inminente llegada de las elecciones legislativas. Unos comicios que se antojan vitales para la protección de la democracia, ante las amenazas de una gran parte de los candidatos republicanos de aferrarse al clavo ardiendo del fraude electoral, como ya hiciera Donald Trump en 2020. Soflamas que enaltecieron a las masas y degeneraron en el asalto al Congreso.

El paradigma de la democracia “camina hacia el caos”. De ahí que desde la Casa Blanca se haya intensificado el mensaje contra el conspiracionismo republicano, máxime cuando el FBI y los servicios de inteligencia cuentan con un incremento de la violencia extremista tras el próximo 8 de noviembre.

“No tiene precedentes. Es ilegal y antiestadounidense”, pronunciaba un visiblemente preocupado Biden, quien explicaba que no se puede “amar al país solo cuando se gana”. El presidente de Estados Unidos sitúa el germen del jaque a la democracia cuando su predecesor se negó a aceptar la derrota en las presidenciales de 2020. “Se niega a aceptar la voluntad del pueblo, se niega a aceptar el hecho de que perdió”, ha destacado mientras censuraba que Trump “abusó de su poder” y antepuso “la lealtad a sí mismo a la Constitución”. “Ha hecho de una gran mentira un artículo de fe del Partido Republicano”, ha rematado.

Ante estas nuevas amenazas, Biden ha tratado de hacer un llamamiento a no resolver las diferencias mediante “un motín, una turba, una bala o un martillo”. De este modo, el presidente hacía alusión al ataque recibió Paul Pelosi en su domicilio por parte de un agresor. “Las resolvemos pacíficamente en las urnas”, ha subrayado el líder del Ejecutivo, al tiempo que parafraseaba al escritor Jon Meacham: “El destino del alma de América está donde siempre está: en el pueblo”.

Para Biden, los estadounidenses no pueden tener la democracia como “algo garantizado”, avisando de que la libertad “no es gratis” y requiere de una “atención especial”. “La democracia es una elección constante, una decisión constante, del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”, ha rematado el presidente.

Desconfianza en el sistema

En 2020, Trump puso en tela de juicio pilares básicos del sistema democrático, como el voto por correo. La victoria de Biden no sofocó la conspiranoia del ya expresidente, que manifestaba una y otra vez sus dudas sobre la transparencia del proceso electoral, del cual, por cierto, se valió para sentarse frente al escritorio Resolute del Despacho Oval. Dogmas que calaron entre su electorado, al que alentó subrepticiamente para que se echaran a las calles a agitar el fantasma del fraude, derivando en el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021.

Casi dos años después de los incidentes, las encuestas aún evidencian la desconfianza sembrada por Trump. El pasado mes de julio, un sondeo elaborado por Gallup situaba a las pequeñas empresas o a las Fuerzas Armadas entre los organismos que más confianza generan entre los ciudadanos. En contra, el Congreso se ubicaba en el último puesto de la lista.