El último debate electoral antes del 12M mantiene todo como estaba. Los sondeos apenas se han movido en las últimas semanas, más allá de ligeros vaivenes porcentuales sin demasiada incidencia en el resultado final. Los aspirantes a presidir la Generalitat custodian su política de pactos tras los comicios, manteniendo viva la amenaza de una repetición electoral. Entre vetos cruzados y reproches, Salvador Illa utilizó el altavoz de TV3 y Catalunya Rádio de este martes para anunciar que, en caso de ser investido como president, restituirá a Josep Lluís Trapero como director general de los Mossos, además de avanzar que Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, será su consellera de Interior.

Trapero podría volver a la cúspide del cuerpo autonómico. Así será si el candidato del PSC, Salvador Illa, resulta vencedor en los comicios y articula una mayoría que le invista como máximo mandatario catalán. En el último debate electoral, cuando la discusión orbitaba sobre la seguridad, el líder de los socialistas aprovechaba para anunciar que la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon, sería la elegida para dirigir la cartera de Interior en un hipotético gobierno liderado por el exministro de Sanidad. Además, Illa restituiría la figura del major de los Mossos d’Esquadra para designarle como director general de la policía catalana.

Illa ha hecho énfasis en la relevancia de las políticas de seguridad para el territorio, lamentando que Cataluña haya registrado “los peores índices” en este ámbito durante los años anteriores. Para contrarrestar la inacción atribuida a los anteriores ejecutivos autonómicos, Illa confiaría a Parlon la Conselleria de Interior porque su trabajo en Santa Coloma ha sido “excelente” en términos de seguridad. Su nombramiento, sumado a la restitución del major Trapero, permitirían revertir los registros actuales, a su modo de ver.

Vetos cruzados...

Lo que ha quedado claro tras el rosario de debates electorales es que los grupos están guardándose bajo la manga la estrategia de pactos. Los sondeos construyen un escenario de lo más apretado, dando pie a un bloqueo que los propios partidos no ahuyentan. Son varios los frentes abiertos, siendo el primero y el más palpable el de todos contra Illa, quien a la postre lidera todas las encuestas con contundencia. Sin embargo, esa eventual victoria del PSC no se traduce en más papeletas para conformar gobierno tras los pactos electorales ante un bloque independentista que no termina de despegar, pero que lucha por tocar los 68 parlamentarios que conceden la mayoría absoluta en el Parlament.

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Este debate de TV3 no ha despejado más dudas y la idea de una repetición electoral es más que tangible. Los ocho principales candidatos no han aclarado sus futuros acuerdos, mientras profundizaban en los vetos. El PSC ya se abrió a conversar con todas las fuerzas dispuestas a establecer conversaciones, incluyendo los neoconvergentes de Carles Puigdemont y por supuesto la Esquerra Republicana de Pere Aragonès. Sin embargo, la sintonía no es recíproca e Illa recibe más reproches que carantoñas por parte de sus homólogos independentistas.

Tanto Junts como ERC están en otra batalla particular, la de capitalizar el voto soberanista y, a partir de ahí, crecer para al menos dificultarle a Illa su ascenso a la Presidencia de la Generalitat. Los republicanos confrontan con socialistas y comunes apelando al electorado progresista y situándose como única opción de izquierdas viable. Porque, según Aragonès, progresismo e independentismo van de la mano.

Junts, por su parte, sí ha dejado claro que no hay fuerza divina o humana que los lleve a pactar con la ultraderecha independentista de Aliança Catalana. “Ni por activa, ni por pasiva”, señaló Josep Rull, emisario de Puigdemont en todos los debates. Veto al que se suman desde la facción progresista del soberanismo. ERC también contribuyó al cordón sanitario a la formación xenófoba.

Sin embargo, escenificaron ruptura en cuestiones tales como los métodos de liderar el independentismo. Rull instaba a ERC a “rehacer la unidad”, dado que sólo desde esta cosmovisión se puede retomar la tarea iniciada en el 1-O. El candidato republicano le recriminaba que, antes de apelar a esta suerte de todos a una, fue su partido (Junts) el que se salió del Govern. Eso sí, Aragonès celebra con ironía que los neoconvergentes pasaran a “practicar la negociación con el PSOE tras equipararla a una traición”.

...salvo en financiación

Las hostilidades se recrudecieron en el ámbito de la financiación, donde las formaciones independentistas dieron el do de pecho e intentaron laminar a Salvador Illa. Junts y ERC reivindicaban con vehemencia la musculatura de sus formaciones en el aspecto negociador en el Congreso de los Diputados para logar el ansiado referéndum pactado, pero también para sellar una nueva financiación para la región.

La líder de los Comunes, Jéssica Albiach, también se sumó a la petición de un nuevo marco de financiación, pues considera la fórmula vigente “injusta”. Entre tanto, la candidata de la CUP, Laia Estrada, exigía centralizar la agenda catalana con el control directo de servicios y sectores económicos esenciales.

Frente a estas reivindicaciones emergían los candidatos de PP y Vox. En primer lugar, Alejandro Fernández defendía el actual modelo autonómico, responsabilizando a los independentistas de enriquecerse en los últimos años. Por su parte, Ignacio Garriga ponía el foco en los acuerdos entre PSOE y formaciones soberanistas. Entre ambos figuraba un Illa que aboga por una fórmula de consorcio entre Estado y Generalitat, pero dentro de los márgenes estatutarios en vigor.

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