El Jacobino es un think tank socialista que surgió como una aventura audiovisual y que, poco a poco, va germinando en un proyecto político cada vez más grueso. A todo proceso ideológico le surgen oposiciones internas y la izquierda hegemónica y mediática tiene una chinita en el zapato cuya herida comienza a sentirse. 

Están hastiados de la deriva ideológica, las luchas globales y banales, la expansión del pensamiento woke, el despego a los valores históricos y culturales de España, el descentralismo y la seducción de nacionalismos regionales. Consideran que la izquierda imperante ha abandonado su razón de ser. Y, cada vez más despreocupados de etiquetas e insultos y superando el miedo al tabú y a las cancelaciones, han dicho basta. Es imparable el proceso de ruptura en la izquierda.

En aras de conocer un poco más sobre El Jacobino, cuáles son sus razones fundacionales, y qué objetivos de futuro se marcan, ElPlural.com ha mantenido una conversación con su director, Guillermo del Valle.

Pregunta: La primera es clara. ¿Qué es El Jacobino?

Respuesta: Comenzó siendo un proyecto audiovisual que surgió a raíz de la pandemia con una modesta pretensión y que ha acabado por convertirse en un proyecto no solo comunicativo sino también político. Somos críticos con la izquierda oficial, sobre todo por su complicidad con el nacionalismo fragmentario. También nos posicionamos contra las cuestiones identitarias, el abandono de los ejes materiales y la parte cultural del neoliberalismo. Y queremos influir. Por eso, no descartamos que de El Jacobino pueda surgir una opción política. Y así dar una alternativa genuinamente socialista, materialista, republicana y laicista.

P: ¿Qué crees que le ha llevado a la izquierda hegemónica a abandonar, presuntamente, esos valores fundacionales?

R: Todo forma parte de un proceso. Cuando cae el bloque socialista se produce un desnortamiento de la propia socialdemocracia porque vence la economía de mercado. Luego tenemos un mundo que desde 1991 parecía unipolar pero estamos en una segunda Guerra Fría. Ya no tenemos contrapesos. La izquierda, actualmente, proyecta todas sus guerras en el aspecto cultural y asumen una jerga identitaria que fomenta la tradición nacionalista y el irracionalismo. El posmodernismo es chatarra intelectual que no cumple las reglas de la lógica. Importan debates individualistas y fragmentadores que le hacen el juego al capital. La izquierda es incapaz de poner en cuestión el capitalismo y es muy grave la quiebra del universalismo. Se me ocurren otras cuestiones como el blanqueamiento del hiyab. ¿Somos feministas aquí pero allí es una experiencia cultural? También las políticas de la cancelación. Todo eso es bazofia y no lo reconozco como como la izquierda.

P: Rojipardos. También llamados ahora neorrancios.

R: Estoy hasta las narices de los hombres de paja, las invenciones y las pandillas fantasma. El Jacobino no tiene problemas con muchas políticas de progreso moral. Yo no soy ningún tradicionalista. El regreso al pasado me parece tan idealista como el progreso a ninguna parte. Defendemos el derecho al aborto y el resto de derechos plenos de las mujeres. También la idea de una ciudadanía inclusiva. Me gustaría que esos que nos presentan como una especie de consorcio de reaccionarios debatan honestamente idea por idea. Nosotros vamos a seguir oponiéndonos a las autodeterminaciones, algo profundamente liberal. ¿Eso es reaccionario? ¿Y qué es ser progresista? ¿Defender la nación étnica pura vasca y catalana y defender las teorías de un tarado racista como Sabino Arana y a un partido golpista como ERC? Otro disparate: la autodeterminación del sexo. ¿Todo fluye y no existe una categoría material?

P: También se os llama falangistas de izquierdas.

R: Para mí el fascismo es una aberración. No puedo compartir espacio con alguien así. Es asqueroso y reaccionario. El detritus de la historia. Y un día aparecerá un movimiento de este tipo si la izquierda sigue abandonando las cuestiones materiales y distributivas. Y nos vamos a cagar.

P: Otro término es nacionalista español.

R: Yo no creo en una esencia inequívoca española. Mi identidad principal es la de clase. Vete a Vallecas o a Nou Barris. Verás cómo se parecen. No creo en el onanismo de la frontera española. Nací en España por simple azar. Lo que no acepto en levantar nuevas fronteras y triturar a la clase trabajadora.

P: Estas reflexiones que haces, en vez de ser tomadas en cuenta por la izquierda hegemónica para iniciar un proceso de debate dentro de la propia izquierda, son canceladas y denigradas. Y así se impone el tabú que evita que la gente alce la voz.

R: Me parece algo preocupante y sombrío. Y me ha pasado en PlayZ. Debatiendo con una chica, le dije: “Tú eres mi igual y quiero que compartamos comunidad política. Somos iguales. Como republicano y socialista defiendo la radical igualdad entre tú y yo”. Y me dice: “Tú no puedes hablar de las cosas de los negros”. Literalmente. Cómo que las cosas de los negros. Me intentaron cancelar después de ese debate. Y eso es fomentar el irracionalismo.

P: ¿Crees que en la actualidad predominan una serie de luchas globales que se alejan de los problemas reales de las personas?

R: Yo no tengo ningún problema con el feminismo o el ecologismo. Solo digo que hay que ligarlos al eje central de trabajo y clase, que sigue siendo la gran brecha. Y no vamos a convertirlos en elementos de consumo para el capital financiero. Ya hemos legislado para proteger a las minorías o a los colectivos LGTBI. Lo que llevamos 30 años sin atender son los derechos de los trabajadores. También los de esas mujeres, negros u homosexuales que sufren como cualquier trabajador. Eliminación de los salarios de tramitación, el abaratamiento del despido, los problemas de vivienda o las privatizaciones de sectores estratégicos. Las cosas se arreglan con soberanía.

P: ¿Qué reflexión haces de la figura de Pablo Iglesias y Podemos?

R: Yo prefería al Pablo Iglesias que entrevistaba en La Tuerka. Para eso no era malo. Al final hay una frase que le describe a la perfección y es que ha cabalgado contradicciones por encima de sus posibilidades. Se iba a tomar el cielo por asalto y se ha acabado con un ministro comunista cuya gran acción transformadora es una huelga de juguetes. También es clave el tema nacional y cómo se han vendido al secesionismo y a sus oligarquías mediáticas. O comparar a Puigdemont con los presos republicanos. Eso es un insulto moralmente indecente. Podemos se ha vendido a la Liga Norte española, que son los nacionalismos catalanes y vascos. Racismo, supremacismo e insolidaridad fiscal.

P: El PNV como paradigma del maquillaje al nacionalismo.

R: Al PNV, por ejemplo, le importa un carajo cómo le va a un trabajador de Soria. Pero es normal, porque es un partido ultrareaccionario. Solo le importa su bandera, su constitución nacional, su construcción identitaria y su patria una, grande y libre. Y, por cierto, Podemos celebra el Aberri Eguna (Día de la Patria). 

P: ¿Te convence la reforma laboral?

R: Estamos en la Unión Europea, la unión monetaria y hay limitaciones de soberanía muy grande. Sin embargo, han sacado del debate el despido, los salarios de tramitación, se rebaja la cuantía de indemnización por despido y se han modificado sustancialmente las condiciones de trabajo. Soy abogado laborista y no puedo callarme ante eso. No puedo aceptar que se diga que se va a derogar la reforma laboral y luego se pongan unas comillas y se diga que no se puede hacer “técnicamente”. Que no nos tomen por tontos. Di la verdad, sé honrado y déjate de marketing político. Y la defiende la CEOE, FAES, Aznar. El propio Rajoy dijo que los cambios en la reforma laboral son una operación de maquillaje. No dudo de la intuición y la inteligencia de Yolanda Díaz pero no se puede hacer lo que ha hecho.

P: Una de vuestras tesis básicas es el laicismo.

R: El Jacobino defiende que salgan todas las religiones de la escuela y que sea pública, laica y republicana. Ahora bien, no compramos las basuras posmodernas.

P: Dentro del proyecto de Nuevas Políticas que lideran figuras como Yolanda Díaz, Mónica Oltra, Mónica García y Ada Colau también está Fátima Hamed, diputada islamista en Ceuta. ¿Qué te parece ese corriente de juntar integrismo religioso con feminismo?

R: Una de las claves de la caída del universalismo es la pérdida del laicismo. El secretario general del Partido Comunista de Francia, Fabien Roussel, ha dicho que no va a negociar que se reivindique a una izquierda que ha aceptado la religión como animal de compañía. Y esta es furibunda respecto a la separación de poderes. Es una traición a los valores fundacionales de la izquierda. No podemos estar cagándonos en el crucifijo y callarnos ante el islam. Naturalizar el hiyab, decir que es un elemento emancipador y que hay que normalizarlo, me parece una vergüenza.

P: ¿Crees que Vox se está aprovechando de la deriva de la izquierda? Hay muchos votantes que deberían estar eligiendo opciones de izquierda pero son seducidos por los de Santiago Abascal.

R: No dejan de ser una escisión dura del PP que busca una serie de esencias perdidas. Un partido identitario, de tradición nacionalista y que se centra en las batallas culturales. En algún punto también son bolsonaristas y buscan combatir el fantasma del comunismo. ¿Qué comunismo? ¿Dónde está? ¿El que hace una reforma laboral que aplaude la CEOE? También es un partido cuya política económica la define Rubén Manso, de la escuela austriaca, que junto a Iván Espinosa de los Monteros defiende un Estado casi mínimo, la liberalización del suelo, la transición a un sistema semiprivado de pensiones... Es decir, condenar a la miseria a millones de trabajadores españoles. ¿Eso es luchar contra el globalismo? Son gente que hace años decían que la riqueza la genera el empresario y que el trabajador debe darle las gracias y renunciar al Salario Mínimo. 

P: ¿Qué opinas de Solidaridad, su sindicato?

R: Lo que les importa es el ir de anticomunistas. De ahí ese nombre. Copiado a la organización de Lech Walesa en Polonia. Es solo batalla cultural. Algo estamos haciendo mal si una escisión de base liberal está consiguiendo penetrar en núcleos obreristas. ¡Macarena Olona reivindicando la figura de Julio Anguita! ¿Qué dice señora?

P: He leído que también haces trabajo social como abogado en el barrio de Fontarrón de Madrid. ¿Qué pulso ves en las zonas obreras?

R: Todos los lunes paso consulta y estoy en contacto constante con ellos. Veo puramente cuestiones de clase. Mujeres, hombres, inmigrantes, trabajadores en general. Jodidos por su clase social, por contratos basura o en fraude de ley, con problemas con el IVA, con la Agencia de Vivienda Social de Madrid, paro juvenil... Miseria, vamos. Ahí ves que ni orden espontáneo, ni mano invisible, ni capitalismo autorregulado, ni economía del emprendimiento. Gente que echa en falta que el Estado llegue de verdad. Ahí nadie se siente asfixiado por papá Estado o los impuestos progresivos.

P: ¿Qué opciones reales hay de que El Jacobino germine en una opción política real?

R: Para eso hay una labor previa. Hay que dar primero la batalla en el campo cultural porque llevamos décadas situados en el neoliberalismo disolvente y el capitalismo sin ver mejoras en el aspecto económico. Hay que dar esa batalla a favor de una izquierda que tenga en el centro de sus preocupaciones los principios de igualdad, trabajo, laicismo, redistribución, ciudadanía y universalidad. Estamos creciendo. Ya estamos en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona. El Jacobino crece y es una organización claramente socialista. También falta financiación porque vivimos de las cuotas de nuestros asociados.

P: ¿Aceptáis financiación de empresas privadas?

R: Eso hay que mirarlo con lupa. Somos conscientes de que jugamos en el campo del capitalismo y que si te financian, te exigen. Pero todavía nadie lo ha intentado. Quizás nos vean poco comprables. Para decir que el concierto económico es bueno, que el confederalismo es progresista, que la autodeterminación del sexo es maravillosa, que el PNV es de izquierdas, que Junts no está mal o que ERC sea el modelo a seguir en Cataluña, ya están otros.