Fotografía facilitada por la Xunta de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, preparando ayer su discurso para el debate de política general. EFE

 

 


Cristóbal Montoro tiene un problema, sus compañeros de partido que gobiernan en Comunidades Autónomas piensan más en las próximas elecciones que en la reducción del déficit. Y si el ministro de Hacienda tiene un problema, el presidente del Gobierno también. Rajoy además lo tiene por partida doble: ni Ángela Merkel ni Mario Draghi (BCE) entenderán que España no cumpla con la reducción del déficit mientras presidentes autonómicos -del partido que él preside- anuncian y aprueban bajadas de impuestos, aunque sean más simbólicas que efectivas. En Alemania se lee la prensa española y están más al día de las noticias económicas españolas de lo que muchos creen.

Para Cristóbal Montoro que sus compañeros de partido no le obedezcan es un problema interno y externo. Tendrá que dar explicaciones en Bruselas, al igual que Luis de Guindos, pero en casa se está poniendo peligrosamente de moda ir contra Montoro porque da votos. ¿Dirigentes del PP buscando votos utilizando como arma electoral rechazar o desobedecer a un ministro del PP? Quien lo hubiera dicho.

Galicia se suma a la rebelión
El último -de momento- en anunciar una bajada de impuestos ha sido el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, con el morbo añadido de que Galicia es la tierra natal del presidente del Gobierno. Siguiendo la estrategia de comunicación que viene en todos los manuales, Feijóo tenía que dar un titular en su discurso en el debate sobre el estado de la Comunidad Autónoma. Y siguiendo esa estrategia, tan vieja que los ciudadanos la conocen de sobra, el anuncio ha de ser positivo y que mejor anuncio en tiempos de crisis que una bajada de impuestos aunque sea pírrica.

Especialmente después de que el PP haya llevado a cabo la mayor subida de impuestos de toda la Democracia incumpliendo su programa electoral donde más le duele a la derecha. Pero Feijóo ya puede decir que él si cumple su programa electoral, porque en la campaña electoral de 2009 prometió bajar impuestos. Y eso que ya estábamos en plena crisis y aunque la prima de riesgo no pasaba de 230 y la deuda pública estaba en el 70% del PIB, España se hundía según los populares.

Rebaja del 0,5% y oculta el céntimo sanitario
Si los gallegos esperan una gran rebaja de impuestos más vale que se lean la letra pequeña del anuncio de Feijóo: solo se rebaja menos de un punto (0,5%) el tramo autonómico del IRPF para las bases liquidables inferiores a 17.700 euros. Ojo, no para rentas inferiores a esa cantidad, sino que en la casilla de la declaración de la renta que pone base liquidable tiene que aparecer menos de 17.700 euros. Obviamente ya hay gestores, administrativos o economistas que han cogido la calculadora y aquellos que puedan beneficiarse tendrán un ahorro de 45 euros al año y, en algunos casos, si la base liquidable es muy inferior, de 85 euros al año. El ahorro es ínfimo pero simbólico: Feijóo tiene su titular.

El anuncio se ha producido pocos días después de que la Xunta subiera el céntimo sanitario, que para el próximo año pasará de los 3,6 céntimos por litro de gasóleo y 2,4 para la gasolina hasta los 4,8 céntimos en ambos casos. Es decir, Feijóo duplica el céntimo sanitario de la gasolina, pero este anuncio no lo hizo él personalmente y casi ni lo citó en el discurso ante el Parlamento gallego. Falta que los expertos echen cuentas, pero parece obvio que la Xunta de Galicia va a recaudar mucho más con la subida que le ha metido al céntimo sanitario de lo que se va a gastar con una rebaja de un 0,5% en el tramo autonómico del IRPF para rentas bajas.

Se resquebraja el discurso único del PP en impuestos
Alberto Núñez Feijóo se suma así a otras comunidades 'rebeldes' del PP porque Extremadura, Madrid y Valencia fueron las primeras en anunciar rebajas en sus tramos de IRPF. Los gobiernos extremeños y valenciano ya para este año, 2013, mientras que Madrid lo anunció este año pero para el que viene. Los barones populares ven acercarse las próximas elecciones municipales y autonómicas sin haber hecho grandes obras de infraestructura, después de haber protagonizado los mayores recortes sociales de la historia reciente en Sanidad, Educación y Dependencia y con una subida de impuestos sin precedentes. Los Presupuestos Generales del Estado además no les dan ni una alegría, porque solo mantienen el tipo en las regiones en las que se están haciendo tramos de AVE.

Si a este panorama sumamos más seis millones de parados, no hay quien afronte una campaña electoral por mucho que el Gobierno central consiga que se hable ya de recuperación económica en todos los medios, incluidos los del grupo Prisa. El País, el ABC, La Razón y El Mundo pueden hacer titulares muy grandes con lo bien que va la economía pero el ciudadano de a pie no solo no lo percibe, sino que su situación empeora. Al que pierde su trabajo, al que se ha quedado ya sin paro porque lleva más de dos años desempleado o a los trabajadores que ven cómo les han bajado el sueldo mientras han subido impuestos, se ha implantado el copago sanitario y han subido las matrículas educativas al tiempo que se reducen las becas, esos titulares les dan igual.

Los barones explican esto en la sede nacional del PP y en Moncloa y encuentran cierta comprensión, pero Rajoy y el PP se enfrentan a un par de cuestiones espinosas. Por un lado, el PP ya no tiene un discurso único ni en impuestos ni en financiación autonómica tras la arremetida del PP catalán pidiendo un trato "diferencial". Y por otro la autoridad del ministro de Hacienda queda en entredicho. No son presidentes autonómicos del PSOE los que se rebelan contra el ministro, son los de su mismo partido. Y rebelarse contra el Ministro de Hacienda significa rebelarse contra el Gobierno.