Cuatro candidatos hubo a presidir el próximo gobierno y los cuatro eran hombres. Cuatro políticos que compitieron por última vez el 26 de junio, que siguen sin entenderse para configurar un Gobierno y que en el único debate electoral televisado de la campaña  “casi” se olvidaron de uno de los problemas más lacerantes del país, la violencia de género: 26 segundos le dedicaron al machismo asesino, a pesar de las 57 vidas que se llevó por delante el año pasado.

El asunto suscita unas cuantas preguntas: ¿Confiarían las mujeres de este país en otra mujer más que en un hombre para dirigirlo? ¿Quién sería ella? y, sobre todo, ¿aceptarían los varones españoles tener a una mujer en el Palacio de la Moncloa?

El NYT dice que Hillary tiene problemas por ser mujer

Sobre esto último podría servir como espejo Estados Unidos. La candidata demócrata a la presidencia en las elecciones de noviembre, Hillary Clinton, tiene serios problemas de aceptación entre los varones blancos, que son la mayoría. Según un sondeo realizado para el New York Times y la CBS hace dos semanas quienes la rechazan son casi el doble que los demás, el 55 por ciento contra el 29; mientras que las mujeres blancas se muestran prácticamente divididas: 40 por ciento cada lado, en su valoración de la candidata.

El problema es que las mujeres que rechazan a Clinton es porque prefieren a Donald Trump, algo que a ellas debería espantarlas. El candidato republicano se ha ganado a pulso la animadversión de muchas norteamericanas vertiendo insultos machistas durante la campaña como “cerdas gordas”, “perras” o “animales desagradables” a las mujeres que no le caen bien. Alega Trump que esa incorrección política le da publicidad y publicidad son votos. Pero probablemente se equivoca.

¿'Hilarias' españolas?

¿Se atrevería un candidato en España, por extravagante que fuera, a tratar así a la mitad del electorado? ¿Qué políticas españolas podrían ser objeto de sus insultos?

Pongamos que fueran dos las principales candidatas, Soraya Sáenz de Santamaría por el Partido Popular y Margarita Robles o Meritxell Batet por el PSOE. Les seguirían posiblemente las de Podemos y Ciudadanos, muy probablemente Carolina Bescansa e Inés Arrimadas.

Por muy dura que fuera la campaña parece difícil que algún político español optara por unas descalificaciones tan burdas como las de Trump. Antes al contrario la política española ha ido escorando claramente hacia una mayor participación de las mujeres: de las dos diputadas del Parlamento republicano de 1931, Clara Campoamor y Victoria Kent, pasando por un escaso 5 por ciento en la Cámara baja del 79, hasta llegar al casi 40 por ciento del Congreso salido de las urnas el pasado 26 de junio.

Mujeres poderosas

Pero que haya más mujeres allí donde se legisla no significa que los españoles estén preparados para tener una Presidenta del Gobierno. No hay datos, pero sí evidencias. La primera es la destacada al principio, que los cuatro cabezas de lista han sido hombres, y exactamente los mismos que concurrieron a las elecciones de diciembre. Otra podría ser que la única mujer aspirante hasta el momento, Rosa Díez, se ha quedado definitivamente en la cuneta.

Así las cosas, y ante la escasa popularidad de los líderes políticos (todos la han visto rebajada  en los últimos sondeos) la carta femenina podrían intentar jugarla mujeres empresarias, como Ana Patricia Botín, la única española en la lista Forbes de las 200 más poderosas del planeta, encabezada por Angela Merkel, y en un más que respetable número 10. Pero esto podría ocurrir, en todo caso, si hubiera unas terceras elecciones con unos resultados similares a los dos anteriores y con un gobierno de tecnócratas como alternativa para salir del atolladero. Pero tampoco tendría garantizada la confianza de los votantes varones españoles.

¿Qué partido trata mejor a las mujeres?

Así las cosas, mientras se buscan “lideresas” aspirantes a la Moncloa, y descartada también Esperanza Aguirre, merece la pena echar un ojo a la parte de los programas políticos dedicada a la igualdad de género: en un análisis efectuado por el Huffington Post el claro ganador sería el PSOE, seguido de cerca por Podemos y muy alejados ambos del Partido Popular y Ciudadanos, a los que califica de decepcionantes. La conclusión es que “La derecha no cumple los mínimos requeridos por una sociedad evolucionada en materia de igualdad y protección a la mujer”.

Pero los buenos propósitos expresados en un programa tampoco garantizan a las mujeres una mejor posición en futuros liderazgos ni el apoyo de los españoles a una posible Presidenta. Quizá por eso, volviendo a Estados Unidos, en su discurso de aceptación de la nominación como candidata a la presidencia, Hillary Clinton no pidió confianza, sino fe.