Un hospital siempre es de esos lugares amargos en los que, involuntariamente, la gente se mira a los ojos. Frente a la entrada principal se fuma, se abraza, se ríe y se llora a escasos metros de distancia. Las cafeterías son un hervidero de sanitarios en pandilla, dejando claro que el café no es revitalizante exclusivo del oficinista, personas que esperan noticias, niños que se aíslan del carnaval familiar con bollería industrial, mayores que saludan a los camareros como si fuesen de la familia y algún que otro penitente con la ropa arrugada y ojeras a juego que con su presencia deja claro que no hay que alzar la voz, por respeto, por si acaso.

El flujo diario de muertes y nacimientos suele equilibrar el ambiente. Así ha sido siempre y así dejó de ser hace aproximadamente año y medio. Los nacimientos no cesaron, pero el número de fallecidos era incontable en las morgues improvisadas de los pasillos de los hospitales, en las residencias, en el recuerdo de los sanitarios y en la memoria colectiva de un país que encabezó este duro ranking durante muchos meses. En marzo de 2020 las visitas rutinarias al hospital, los chequeos e incluso ciertas pruebas u operaciones importantes se pospusieron. El coronavirus acabó con la normalidad del lugar menos normal de nuestra sociedad. Donde todo se concentra. La vida y la muerte. El bautizo y el entierro. 

Pero esa doble sensación que se respira en cada sala de espera no ha cambiado. Las mismas enfermeras que tuvieron que protegerse mentalmente tras una coraza igual de dura que lo que veían a diario hoy organizan a las personas que honran su trabajo y el aguante de toda la sociedad vacunándose y aportando su granito de arena para la ansiada inmunidad de rebaño. Y lo hacen con un mimo exquisito. En esta noticia se narra la experiencia en el Hospital Severo Ochoa, pero basta hablar con cualquier madrileño para saber que el trabajo de los sanitarios es ejemplar en cualquier otro centro habilitado para la ocasión: sí, también en el Zendal. Incluso en el Santander, en Acciona o en las rebajas de El Corte Inglés. Ya llegará el momento de reproches, ahora es el momento de sentenciar con la misma diligencia lo que tan bien ha funcionado.

“Aquí vacunamos a destajo”

Vamos a administrarles la primera dosis de Moderna. A lo largo del día, pueden sufrir cansancio muscular, dolor de cabeza, algo de fiebre y dolor en el brazo. Si es el caso, tomen paracetamol. El hielo también puede aliviar el dolor del pinchazo. Cuando reciban la vacuna, bajen la escalera y recibirán el justificante que acredita que han recibido la primera dosis. Después, esperen entre 10 y 15 minutos en el salón. Si no sienten ningún efecto adverso, pueden irse. En un plazo de entre 28 y 42 días recibirán un SMS con la cita para la segunda. ¿Alguna duda? Pues vamos al lío.

- ¿Esto es siempre así de ágil? ¿Durante todo el día?

- Ea, aquí vamos a destajo. Hoy es un día tranquilo.

Una breve explicación de no más de medio minuto, cinco habitáculos y cinco enfermeras frente a ellos. Organización militar y sin tiempo que perder. De cinco en cinco, en el Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) siguen vacunando de una forma envidiable. El centro, totalmente señalizado, indicaba a su entrada que había que bordear la entrada principal para acabar accediendo por una puerta trasera de servicio en la que una sanitaria esperaba, se cercioraba de que no había nadie sin su correspondiente cita previa (“venga, id enseñándome esos códigos QR que no hay tiempo que perder) e indicaba a los presentes por dónde acceder al espacio habilitado para la vacunación.

Posteriormente, el código QR sería demandado hasta en tres ocasiones más. La primera, por una enfermera que te preguntaba si habías pasado el coronavirus, si habías estado en contacto estrecho con una persona positiva en los últimos 14 días, si tenías algún tipo de síntoma similar a los del virus y si alguna vacuna anterior te había provocado reacción alérgica. La segunda, ya dentro del salón de actos donde se inoculan las dosis para acabar diciéndote en qué box te toca sentarse. La tercera, antes de imprimir el documento personal en el que se recoge que el proceso de inmunización ya está completado al 50%.

- ¿En qué brazo te han pinchado?

- En el izquierdo. ¿Eso también se registra?

- Es un formalismo. Solo por si tuvieras algún efecto adverso. Pero da lo mismo, yo me puse las dos dosis en el mismo. Toma, aquí tienes el justificante.

“En la fecha 30/07/2021 se le ha administrado la Vacuna contra COVID-19 ARNm (Moderna/Lonza) y lote 3004672. Recuerde, esta vacuna requiere 2 dosis. La siguiente dosis se le administrará tras un periodo aproximado de 28 días desde la primera dosis. Si experimenta cualquier efecto adverso que considere puede estar relacionado con la vacuna, contacte con el centro donde se le vacunó o con su centro de salud. También puede comunicar cualquier efecto adverso directamente a través de su web”.