Los ridículos del Partido Popular son vox populi. Nadie habla de otra cosa. Desde que Mariano y sus correligionarios llegaron al desgobierno prometiendo que cambiarían este país (se suponía que para mejor, o eso decían), no ha habido un sólo signo de mejora.

Por mucho que traten de maquillar la realidad, por mucho confeti que le echen al asunto, aquí no se genera empleo (a pesar de que intenten volvernos locos con las cifras) y la economía no “mejora” para los miles de familias que siguen sin llegar a fin de mes y no ven luz a final del túnel.

En términos generales es evidente que vivimos peor que hace dos años (y cuando digo “vivimos” me refiero a lo que representa a la mayoría de los españoles y españolas, no a los cuatro que se están beneficiando de las desgracias masivas). Y todavía alguno sigue cantando la cancioncita de que “la culpa de todo la tiene Zapatero”. A estas alturas, con los múltiples y evidentes ridículos que está haciendo el desgobierno dondequiera que desgobierna ya no es de recibo la excusa.

Zapatero era quien rompía España, pero el mayor problema con Cataluña lo estamos sufriendo ahora mismo, sobre todo gracias al poco tacto que está teniendo el Partido Popular y sus pocas ganas de entender que hay otras formas de entender la realidad y que para “esa otra gente” también tienen que gobernar. No nos olvidemos del episodio con Gibraltar y las concertinas de Melilla.

En Madrid Botella encabeza el top ten de las estulticias. La batalla ganada por los trabajadores del servicio de limpieza pública; el brutal descalabro en la candidatura de los Juegos Olímpicos -y su relaxing cup of...- han sido dos ejemplos, entre otros tantos, de la ineptitud de esta mujer para gestionar la capital del país.

En Burgos el Alcalde termina por admitir su incapacidad para administrar el interés general, quedando patente su único interés real (el suyo y el de sus colegas constructores). Afortunadamente la gente salió a la calle y demostró la fuerza cívica que nunca debimos perder. Ha sido un buen recordatorio para estos caciques: trabajan por y para el servicio público. Y lo público no está a su servicio particular.

En Valencia los continuos escándalos de corrupción han hecho de uno de los bastiones “populares” un lugar que ya no sólo avergüenza a sus vecinas y vecinos, sino al resto del país. Una especie de casino como el que quisieron montar en Madrid, dichoso Eurovegas.

Esperanza Aguirre no escatimó en agasajos a los que venían prometiendo un paraíso para el juego, la horterada y los trabajos precarios. La ex-presidenta de la Comunidad de Madrid puso una alfombra colorada a sus pies y les garantizó que haría lo que fuese necesario para conseguir atraer a lo más florido del mundo de las apuestas y del dinero fácil. Si había que cambiar leyes, se cambiarían. Total, las leyes para esta gente “liberal” solamente están para sacarles provecho. Falta en cada publicación del BOE un apéndice que indique cuánto pretenden ganar con cada modificación legislativa o cada nueva ocurrencia que tienen estos “lumbreras”.

Podrían pensar que exagero, que incluso soy algo irónica. Para nuestra desgracia todo lo que les cuento es cierto. Tan real como ayer cuando escuchamos al Ministro de Justicia hablando sobre la nueva ley contra la libertad de las mujeres que está tramando (porque semejante proyecto legislativo se trama). Gallardón dijo sin pestañear que la limitación al derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo conllevaría una mejora en la economía, pues supondría un aumento de la natalidad en nuestro país. Y se quedó tan a gusto. No era ironía. Lo peor es que parece que ellos mismos se lo creen.

No dan tregua: hoy nuestra querida Presidenta de Castilla-La Mancha tiene a bien seguir contribuyendo con este cúmulo de despropósitos. Después de que los tribunales le digan que los 500 trabajadores interinos despedidos deberán ser readmitidos, ella se echa las manos a la cabeza y dice que no entiende la sentencia, que le expliquen de dónde va a sacar ella el dinero para hacerlo posible.

Necesita que le aclaren la sentencia, dice la Abogada del Estado y Presidenta regional. No es una gran sorpresa su limitación, pues ya hizo alarde de sus dotes cuando nos trató de explicar eso del “despido en diferido” de Bárcenas, o cuando “nos gastó la broma” de cerrar los servicios de urgencia nocturnos. Menos mal que en aquélla los tribunales también le pararon los pies a la Señora del Cigarral.

De todas estas nos acordábamos cuando conocimos la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid por la que se confirmaba la suspensión cautelar de la privatización sanitaria. Otro ridículo más del desgobierno “popular”, y lo que es más importante, una victoria para la ciudadanía.

Ahora bien, ¿cómo frenar esto?

“Disfruten lo votado” es algo que se repite para hacer reflexionar a los votantes del Partido Popular. Y hasta cierto punto es lógico plantearlo. Pero sin duda, la clave se encuentra en todos los que no acudieron a votar.

El Partido Popular suele tener más o menos un número fijo de votos. Es el voto progresista (la mayoría en nuestro país) la que fluctúa. Cuanta más gente vota es evidente que la mayoría de la población prefiere gobiernos de centro izquierda.

La desafección ha sido la que ha traído consigo el desgobierno popular. Y es evidente, no echaremos balones fuera: gran parte de la responsabilidad ha sido causa del último gobierno socialista. No hay duda. La decepción y el desconcierto por las últimas políticas llevadas a cabo por Zapatero generaron tal desafección y desinterés que mucha gente ha decidido no volver a votar jamás (y ese “no votar” son votos que pierde tanto el PSOE como IU como cualquier formación progresista). La ciudadanía sigue dolida; muchos siguen diciendo que no volverán a votar porque nadie les gusta y todos mienten. A estas alturas seguir diciendo que “todos son iguales” es manifiestamente injusto. Por muy mal que lo hagan algunos, nunca se llegaría a este escándalo diario.

Hay que conseguir que la gente acuda a votar. Háganse a la idea de que si de cien personas noventa se quedan en casa y diez acuden a votar (y votan al PP), el resultado supondrá que el 100% de los votos dará una mayoría absoluta al Partido Popular. Carta blanca para hacer todo lo que están haciendo.

Sin embargo, si las cien personas acuden a votar, esas mismas diez papeletas al PP supondrán el 10% de los votos introducidos en la urna. Esto marca una gran diferencia a la hora de formar un gobierno. Sin embargo esta cuestión no es tan sencilla, claro está. El actual sistema electoral es manifiestamente mejorable puesto que no supone un verdadero reflejo entre el número de votos y el número de escaños que los partidos políticos obtienen. Es urgente que se plantee una reforma integral que garantice un sistema electoral que represente de manera mucho más real el sentir de la ciudadanía española.

Ésta es la solución: presionar a los partidos políticos progresistas para que desarrollen una alternativa a la actual ley electoral y la pongan en marcha en cuanto gobiernen. Sin condiciones.

Para una mejor democracia todos tendremos que participar más y no menos. Si no, seguiremos teniendo un desgobierno que, si no fuera porque nos está destrozando la vida, bien podría ser una película de humor macabro.

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon