La última semana de octubre ha sido clave para la actualidad política nacional. Dos fechas daban la clave: el miércoles 29, la celebración del funeral de Estado por el primer aniversario de la DANA que asoló la provincia de Valencia, y el jueves 30, la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la comisión de investigación sobre el caso Koldo en el Senado. El primero de estos dos eventos tuvo lugar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de la capital del Turia, y dejó la controvertida imagen de un Carlos Mazón afligido y abucheado por los asistentes. El segundo, en la Cámara Alta, donde la mayoría absoluta del PP no valió para llevar a Sánchez a la esquina del cuadrilátero, sino que fue el socialista quien más reforzado salió ante un PP que no pudo capitalizar lo que ellos valoraban como una oportunidad para debilitar al presidente del Gobierno. Quien más sonríe ante este panorama, por otra parte, es Vox, victorioso indirecto a vista de la encrucijada que enfrentan los de Feijóo.
Las expectativas del Partido Popular eran elevadas. Los de Feijóo agitaron la comparecencia desde días antes a la cita en el Senado. "Si miente, servirá de prueba. Si dice la verdad, también", vaticinaba el propio gallego, en una comparecencia que tuvo de estratégico hasta la fecha: un día después del funeral de Estado para proteger a un Mazón al que algunos ya le cuentan las horas tras conocerse últimas informaciones, como que siguió con Maribel Vilaplana en El Ventorro a pesar de que la periodista le enseñó un vídeo de las inundaciones. El reto que afrontaba el PP era grande y el riesgo también: que Pedro Sánchez saliese reforzado de la investigación en el Senado era un hipotético que no se podía descartar, por lo que escoger a un buen senador capaz de poner en aprietos al líder del Ejecutivo era una obligación.
La decepción de la comparecencia
Por ello, se barajaron nombres como Alfonso Serrano, número dos del PP de Isabel Díaz Ayuso; Luis Santamaría, inventor del término "tardosanchismo" o Rocío Dívar, una de las dirigentes más interesadas en vincular a Pilar Alegría con los prostíbulos y las saunas. Finalmente el escogido fue Alejo Miranda, senador por Cuenca que cuenta en su currículum con el honor de ser el artífice del hospital Isabel Zendal durante su periplo como director general en la Comunidad de Madrid de Inversiones y Desarrollo Local y de Infraestructuras Sanitarias. No obstante, y pese a la preparación, la dedicación y los esfuerzos de sus satélites mediáticos centradas para caldear esta cita, Génova fue incapaz de controlar factores externos como los nervios de senadores como Ángel Pelayo (Vox) o María Caballero (UPN), que se desviaron a debates lejanos a la cuestión principal, como la ilegalidad del estado de alarma, los pactos con EH Bildu, las "lágrimas de cocodrilo" durante el funeral de la DANA, el bulo sobre la transexualidad de Begoña Gómez, las cloacas del Estado o la necesidad de convocar elecciones anticipadas, o el cara a cara de Sánchez con el presidente de la comisión. En cuanto al propio Miranda, que fue el último interrogador en tomar la palabra, reconoció que vivió el momento con "frustración, angustia, inquietud y desesperación" y dejó una frase que resume a la perfección el desarrollo de la cita: "Era un muro absoluto y no esperaba yo matar a Goliat".
La corrupción tampoco valió para atacar al jefe del Ejecutivo. Sánchez, mucho más tranquilo que sus interlocutores, esgrimió con soltura su defensa: "Esto es un circo. Esta es la comisión de la difamación (...) En mi caso, estoy seguro de que he liquidado gastos, siempre de forma regulada y contrafactura, con dinero en efectivo. No es lo mismo el dinero negro que el dinero en efectivo", se expresaba el líder socialista, que tampoco tuvo reparos en entrar al cara a cara con el presidente de la comisión, Eloy Suárez. "El PSOE es un partido que tiene una financiación absolutamente legal y regular", sentenciaba.
El PP se desinfla y Vox sonríe
El bluff de la comisión se empieza a sentir en las filas 'populares', que ya tenían de por sí mucho a lo que hacer frente en clave interna y autonómica con las crisis reputacionales de sus dirigentes en Andalucía y la Comunidad Valenciana, además de los controversiales contextos que imperan en Castilla y León y la Comunidad de Madrid, con Alfonso Fernández Mañueco y la trama eólica e Isabel Díaz Ayuso y las mentiras de Miguel Ángel Rodríguez en sede parlamentaria y los juicios de su pareja, respectivamente. La sensación en Génova es de que las expectativas con la comparecencia se han quedado muy lejos de la realidad, y de que se agotan las vías para desgastar a un Sánchez que sale del debate con la cabeza alta.
Del mismo modo, otro factor que está jugando en contra del PP son las encuestas. Los más recientes sondeos dan a entender que la diferencia entre los 'populares' y los socialistas se ha recortado hasta el punto de hacerse irrisoria y que Vox ha roto su techo electoral, por lo que podría pegarle una buena mordida de votantes a Alberto Núñez Feijóo. Este contexto ha sembrado el nerviosismo en Génova y ha instaurado el regocijo en Bambú, para un Vox que recoge los frutos de una coyuntura en la que no han tenido que esforzarse demasiado para ser vencedores momentáneos por los errores del Partido Popular.
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