La indigestión que el funeral laico por las víctimas de la DANA del miércoles ha provocado en el Partido Popular no es baladí. Génova vive uno de los momentos más difíciles desde que Alberto Núñez Feijóo ocupó el trono tras la ejecución de Pablo Casado, allá por 2022. El líder del principal partido de la oposición vivió en sus carnes el desafío del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, a los afectados por la catástrofe que recompensaron su presencia con un abanico de insultos cargados del dolor por la pérdida de vidas humanas en aquel fatídico 29 de octubre. La escena la presenció su jefe y la plana mayor de una formación que se dividía entre pulsar el botón o aguardar al momento más propicio. Una dimisión en diferido que en el cuartel general no se barruntaba en el corto plazo, pese a entender que el barón valenciano está más que “amortizado”. Pero las fotografías de esta semana ahondan en una crisis que hace tiempo que se contagió a las siglas de la formación, hasta el punto de que esa visión de los pesos pesados del PP está cambiando y ya empiezan a abrirle la puerta.
“¡Asesino!”, “¡Vete a la jueza, cabrón!”, “Comiendo con la periodista… ¡Qué vergüenza! Con la gente ahogándose”. Estos son algunos de los gritos con remite a Mazón que le enviaban desde las primeras filas algunos familiares de las víctimas de la catástrofe en el funeral de este miércoles. Insultos e improperios también en la cara de un Alberto Núñez Feijóo que contemplaba la situación desde atrás. Las siglas del PP siguen manchadas en la Comunidad Valenciana, a pesar de que las encuestas aún las sostienen en el primer escalafón y en el Consell – con eventual pacto con Vox -. La demoscopia sostenía ahora al presidente autonómico, así como su promesa de atar su futuro político a la reconstrucción de Valencia. En la dirección nacional se comenta intramuros que está más que amortizado y que está “ganando tiempo” antes de apartarse. Es la hipótesis que manejan cuadros populares, al margen de certificar que una sentencia de muerte en este momento desviaría la atención y torpedearía el acoso y derribo contra el presidente.
Al menos estos eran los planes del jefe de la oposición hasta antes de una semana en la que no sólo ha tenido que afrontar la cruda y dolorosa realidad valenciana, sino que ha recolectado una nueva derrota en su caza de brujas contra Pedro Sánchez en el Senado. La ceremonia en memoria de las víctimas en el aniversario de la DANA ha supuesto un punto de inflexión en Génova 13. Un plato difícil de masticar y de una digestión más compleja aún. Una prueba muy dura para todo el Partido Popular y así lo reconocen ellos mismos, según citan varios medios de comunicación, quienes sostienen que no tuvo que ver con una manifestación que se ve por televisión. Nada más lejos de la realidad, de hecho. Pudieron comprobar en primera persona el dolor de las víctimas y el efecto que produce un presidente cuya gestión ha sido poco menos que negligente, según estas mismas.
¿Arrinconado?
Lo cierto y verdad es que en el PP algo cambió en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Se tomó nota de lo ocurrido y todas las dudas que existían hasta entonces se han volatilizado, máxime cuando el propio presidente se ha tomado un “tiempo de reflexión” tras lo ocurrido este miércoles. No obstante, esa introspección no parece conducir al camino de la dimisión. Pero no ocurre lo mismo en Génova 13. Feijóo ha tratado de tomar las riendas de una crisis que pone en peligro toda la estrategia nacional en un momento de – dicen – debilidad de Sánchez tras la ruptura con Junts y la condena al bloqueo parlamentario. La dirección forzó a su barón a mover ficha y aceptar el envite de las comisiones de investigación en las Cortes Valencianas y el Senado sobre esas horas en las que estuvo incomunicado.
A favor de Mazón juega que no existe una salida factible. Al ser un presidente autonómico, aun Génova jugando la baza de forzar su dimisión, debería convenir con Vox un nuevo perfil para agotar la legislatura. De hecho, según El País, si el PP hubiera podido forzar la dimisión del presidente de la Generalitat, ya hubiera sucedido. Ello conllevaría a otro riesgo: perder la Comunidad Valenciana. Un escenario que ni se contempla en el cuartel general de los conservadores y el motivo que despierta un verdadero temor entre sus filas. Es más, a tenor de las relaciones actuales con la ultraderecha, se hace complicado dibujar una secuencia en la que sus otrora socios dejaran caer a un perfil cuya supervivencia reporta un crecimiento extraordinario en los de Santiago Abascal. De hecho, Vox salió ya en defensa de Mazón. Caramelo envenado que refuerza las deducciones de Génova.
Entre las escasas opciones que nacen del manual de estilo popular emerge la de obligar a Mazón a desatornillarse del sillón y adelantar las autonómicas. No obstante, su salida no garantizaría absolutamente nada a las siglas conservadoras por mucho que la opción PP – Vox predomine en las encuestas ahora y ate la mayoría absoluta a los conservadores. Sin embargo, esos guarismos podrían cambiar en una campaña que se antojaría irrespirable ante una oposición que usaría la gestión negligente de Carlos Mazón como dique de contención al auge de la opción de derechas.
Desconcierto en Génova
El laberinto ante que se encuentra el PP por su inacción y defensa de Mazón durante un año entera desemboca en un ambiente de máxima tensión a todos los niveles. Creen el presidente de la Generalitat debe marcharse y cuanto antes tome la decisión, mejor será para un proyecto ya de por sí mermado. Los innumerables cambios de versión, sumado a las nuevas revelaciones que nacen de la investigación judicial y periodística, dejan más tocado la figura del barón territorial. También a un Alberto Núñez Feijóo que en su momento optó por atar su futuro al de un presidente casi sentenciado.
Por el momento, Feijóo se guarda con celo sus planes y analiza todos los escenarios posibles. No hay novedades en absoluto, pero por el momento tratarán de sofocar el incendio en la medida de lo posible y seguir ganando tiempo, habida cuenta de en la hoja de ruta aparecen las comparecencias de Mazón en las comisiones de investigación de Les Corts, Congreso y Senado. Es más, para esta última se están preparando los conservadores, quienes ya ultiman la lista de altos cargos políticos tras las citaciones a perfiles de calado técnico. Todo ello sin perder de vista la declaración de la periodista Maribel Vilaplana, agendada para el próximo 3 de noviembre y que puede ser el último clavo en el ataúd de un Mazón que ha optado por consultar con la almohada sus próximos pasos.
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