Una crisis semejante a la que se produjo en España en 1898 tras la pérdida de las últimas colonias. “El Rescate”, una expresión literalmente positiva, se ha convertido en la peor de las pesadillas.

Mariano Rajoy y de forma más salvaje José María Aznar golpeaban a Zapatero asegurando que España estaba de hecho intervenida.  Pero una cosa son los “de hecho” y otra la aceptación del término “Rescate” con sus siete letras.

El nuevo presidente que aseguraba que su mera ascensión al poder conjuraría el peligro ha venido actuando igual que su antecesor, dando todas las vueltas y revueltas imaginables y conjugando todos los eufemismos disponibles para sortear la palabra maldita.

Ha llegado al extremo de humillar al Banco de España confiando el diagnóstico de nuestro sistema financiero a unas entidades privadas extranjeras que además tienen intereses en el asunto: las consultoras Roland Berger y Oliver Wyman.

Fue además de una humillación  una tontería pues es imposible que dichas entidades puedan sentenciar en menos de un mes el verdadero estado de nuestra banca.

Todos estos rodeos han servido para poco como suele ocurrir cuando un país se arrastra por los suelos. Ahora el discurso que predomina en la Unión es que si queremos ayudas nos traguemos el orgullo y pidamos directamente el rescate.

Así lo ha expresado el portavoz del CDU, el partido de Ángela Merkel, y así lo ha insinuado el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi: "Depende de España decidir si acude o no al fondo de rescate", ha dicho cuando se esperaba que ayer ofreciera una salida menos traumática para socorrer  a nuestros bancos.

A lo más que ha llegado el presidente del BCE  es a prometer subastas de liquidez a corto plazo, a un mes y a tres meses, hasta finales de 2012  por importe ilimitado. Pan para hoy y hambre para mañana.

En definitiva, se nos viene a decir que no nos empeñemos en llamar amor a lo que es solo sexo. O sea, que como prometió Rajoy llame al pan, pan, y al vino, vino.

El presidente parece haberse rendido a la evidencia como muestran algunas manifestaciones de sus ministros. El de Economía, Luis de Guindos, ha llegado a pronunciar la palabra fatídica afirmando que esperará a tener las infamantes auditorias de Roland Berger y Oliver Wyman para tomar una decisión sobre El Rescate.

Y el responsable de Hacienda, Cristóbal Montoro,  confiesa lo cierto pero inconfesable por un ministro del ramo: que los mercados financieros están cerrados para España.

El Rescate parece inevitable y Valeriano Gómez, ministro de Trabajo de Zapatero pide que se haga cuanto antes.

José García Abad es periodista y analista político