No es solo el que mata, sino también el que acosa. El machismo no cesa: no lo hizo en 2024 ni lo hará en 2025 si no le ponemos freno. Y lo hace muy habitualmente en las redes sociales, camuflado en el anonimato, cobarde y dañino en extremo, como el que se ha difundido contra las presentadoras de los programas de televisión de Nochevieja, Lalachus o Cristina Pedroche en las redes sociales, especialmente en la X de Elon Musk.

“El machismo es perjudicial para todos: para nosotras porque nos mata y para ellos porque los deshumaniza”, sentencia la ministra de Igualdad, Ana Redondo, cuando se le pregunta por los intolerables comentarios sufridos por las presentadoras de las campanadas de fin de año en las cadenas de televisión esta Nochevieja, especialmente contra la colaboradora de David Broncano en ‘La revuelta’, que se estrenaba este año en la retransmisión: “Ese es el discurso que nos hace daño como sociedad, que nos hace dar pasos atrás en derechos humanos, que no podemos consentir”.

Tenemos que arrinconar a esa minoría”

Redondo apuesta por “arrinconar a esa minoría; que cada vez sea más reducida, más residual”, porque, a su juicio, la sociedad española ha avanzado en derechos, es referente en igualdad a nivel mundial y “no va a consentir que esas minorías se apoderen del discurso en redes sociales”, afirma.

En su opinión, se trata de un discurso “negativo, destructivo y que nos aparta de la comunidad”, pero que afecta especialmente a los más jóvenes, “sobre todo a los muchachos que están asumiendo un discurso que les perjudica, les aleja de sus compañeras, de un sistema humano, y los destruye”.

Machismo, misoginia y gordofobia

Desde que se supo que Lalachus presentaría las campanadas de Nochevieja junto al presentador de ‘La Revuelta’, David Broncano, para TVE este 31 de diciembre, la colaboradora del programa ha sido diana de todo tipo de vejaciones e insultos en redes sociales, especialmente en la antigua Twitter que Elon Musk ha convertido en “X”, y más incluso una vez emitida la retransmisión.

Comentarios a los post en su propia cuenta o en las de muchos otros usuarios que compartían la noticia recogen expresiones como “vacagorda”, “una foca que berrea” o “no he visto cosa más basta, bestia y ordinaria”, entre muchas otras que es aconsejable no reproducir.

Quienes podrían calificar esas publicaciones como delito perseguible —si los usuarios fueran reconocibles, que en su mayoría no lo son— serían, sin duda, los tribunales de justicia, con el artículo 510 del Código Penal en la mano, tal y como los propios tribunales hicieron en otras ocasiones.

El delito de odio

El artículo 510 del Código Penal, desde su reforma en 2015, especifica que serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquel, por motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, aporofobia, enfermedad o discapacidad.

Este artículo, en su apartado 2, también previene a quienes produzcan, elaboren, posean con la finalidad de distribuir, faciliten a terceras personas el acceso, distribuyan, difundan o vendan escritos o cualquier otra clase de material o soportes que por su contenido sean idóneos para fomentar, promover, o incitar directa o indirectamente al odio o quienes lesionen la dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito.

Las penas previstas en los apartados anteriores, finaliza el Código Penal, se impondrán en su mitad superior cuando los hechos se hubieran llevado a cabo a través de un medio de comunicación social, por medio de internet o mediante el uso de tecnologías de la información, de modo que, aquel se hiciera accesible a un elevado número de personas.

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