Las sucesivas manifestaciones que se han producido esta semana en la calle Núñez de Balboa de Madrid han provocado una rápida reacción del Gobierno. Las imágenes muestran a miles de personas en un mismo punto, sin tener en cuentas las recomendaciones sanitarias ni las leyes vigentes durante el estado de alarma, sin mantener el distanciamiento social y envueltos de banderas de España al grito de “¡Gobierno dimisión!” y “¡Sánchez vete ya!”.

Por ello, y teniendo en cuenta que estas actitudes pueden favorecer rápidamente a un nuevo brote del coronavirus, la Delegación del Gobierno en Madrid ha anunciado que desplegará un operativo especial para hacer cumplir la ley: "Una cosa son las caceroladas que todo el mundo tiene derecho a manifestarse como quiera, pero otra cosa es incumplir las medidas del estado de alarma. Nosotros, a través de la Policía, tratamos de que se cumpla la Ley para mantener la distancia y que no se produzcan aglomeraciones", ha aseverado José Manuel Franco, delegado del Gobierno en Madrid.

Convocatorias que no cuentan con la autorización expresa de la Delegación, necesaria para cualquier manifestación, y que, según detallan los vecinos, surgió el pasado domingo de forma esporádica después de que un grupo de jóvenes se congregara frente a un piso con la música muy alta al grito de “libertad”. Aquella tarde, tras recibir un aviso, la Policía se personó e identificó a 13 personas.

¿Manifestación esporádica?

Sin embargo, y al margen de las peculiaridades de aquel pequeño conato de rebeldía contra la situación excepcional que atraviesa nuestro país a causa de la Covid-19, lo cierto es que estas marchas han sido jaleadas y promovidas por la extrema derecha este último mes. Primero lo trataron de hacer en coche, siendo correspondientemente parados por la policía ante el riesgo de un colapso de las carreteras que impidiera el correcto traslado de enfermos a los hospitales. Sin autorización expresa, este tipo de convocatoria “totalmente segura y legal”, según declaró el propio Santiago Abascal, ha seguido adelante y Vox ha notificado a las respectivas delegaciones del Gobierno su voluntad de llevarlas a cabo en las principales ciudades del país el próximo sábado 23 de mayo.

Además, los llamamientos a hacer frente a este “Gobierno criminal” han degenerado en peticiones públicas a la insumisión ciudadana. El propio presidente del partido ultra anunció desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados que la reacción a las políticas de la administración central sería imparable: “Sonarán cacerolas todas las tardes. Haremos deporte con carteles de gobierno dimisión. Gritaremos libertad y nos manifestaremos el día 23. Señor Marlaska, ni se le ocurra utilizar a nuestra policía para reprimir las legítimas protestas del pueblo español”.

Con el 8-M en la retina

Resulta contradictorio el apoyo de PP y Vox a estas manifestaciones cuando sendos partidos se lanzaron en tromba contra el Gobierno por no cancelar la manifestación feminista del 8 de marzo. Ataque frontal que obviaba sus actos públicos y la falta de indicios sobre el riesgo derivado de la convocatoria: Vox convocó un mítin multitudinario en Vistalegre, reuniendo a 10.000 personas que se abrazaban y daban la mano con Javier Ortega Smith, contagiado por el virus después de viajar a Milán cuando la ciudad transalpina ya estaba declarada como de alto riesgo.

También el Partido Popular celebró actos ese fin de semana. En el marco del Día de la Mujer, el propio Casado se rodeó de algunas de sus mejores representantes en un acto público al que asistió Ana Pastor, que, poco después, anunció su positivo.

Sin embargo, ninguna de estas cuestiones impidió a los dos partidos mayoritarios de la derecha atacar al Gobierno y denunciar que había antepuesto sus doctrinas ideológicas a la salud pública. Llegado a tildar a Carmen Calvo o Irene Montero como participantes de un Gobierno “criminal”, especialmente virulenta ha sido la crítica de la extrema derecha. Condena que no impide que ahora jaleen públicamente estas marchas vespertinas que incumplen los requisitos de distanciamiento social.

Comparativa de situación

El 8 de marzo, el Ministerio de Sanidad notificaba 1.119 contagios. Una cifra que se iría aumentando sucesivamente en los respectivos días. Con un millar de personas contagiadas en toda España, la derecha no dudó en arremeter contra el Gobierno por permitir el 8-M. Incluso manipularon fotografías de la marcha poniendo guantes morados a las ministras Isabel Celaá y Magdalena Valerio para acusarlas de tener información extra que no proporcionaban al resto de asistentes.

Pero ¿cuál es la situación actual? España ya ha avanzado hacia la nueva normalidad. Una segunda fase que, sin embargo, se le resiste a Madrid. Sus todavía altos números de contagios y fallecidos se agravan porque la región se ha mostrado incapaz de cumplir con los requisitos sanitarios exigibles para dar un paso hacia la nueva normalidad. Por lo tanto, carece de sentido condenar la movilización feminista y alentar estas aglomeraciones en el pulmón de la ciudad más golpeada por la pandemia.

España acumula este jueves 14 de marzo 272.646 casos de coronavirus y 27.321 muertes. El 8 de marzo, esta segunda cifra, únicamente era de 16 personas. Además, la OMS no declaró la “pandemia global” hasta el 11 de marzo, mientras que en todo el globo se celebraba el Día de la Mujer con actos multitudinarios. La falta de información en aquel momento supuso que no se frenara una convocatoria que podía ser peligrosa, pero, actualmente, con toda la información sobre la mesa, no deja de sorprender que aquellos que pusieron el grito en el cielo dos meses atrás animen a los madrileños a salir a la calle sin ningún control.

¿Qué dice cada partido?

El portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, ha continuado con su estrategia de desestabilización mostrando su “apoyo a los vecinos de España que se manifiestan”. “Aliento a todos los españoles a que salgan a manifestarse donde les dé la gana siempre que cumplan con el mantenimiento de la distancia de seguridad”, ha explicado, pese a quedar patente en las imágenes que han trascendido que este distanciamiento social no se está respetando.

En la misma línea se ha mostrado Isabel Díaz Ayuso desde la Asamblea de Madrid, alegando que no entiende por qué “no pueden salir a manifestarse libremente un ratito por la tarde”. “Esperen a que la gente salga a la calle, porque lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma”, ha añadido.

Frente a ellos se ha posicionado Unidas Podemos, quien, a través de las declaraciones de su portavoz, Pablo Echenique, ha calificado de “ridículas” estas manifestaciones. El dirigente morado ha explicado que estas marchas de “la clase alta, que golpea señales de tráfico con palos de golf y cucharas de plata” están “poniendo en peligro a todos”.