El giro hacia la (extrema) derecha del Partido Popular está comenzando a tener consecuencias cuantificables. Feijóo y los suyos están acostumbrando, desde hace ya casi un año, a incorporar a sus discursos públicos y mensajes en redes sociales proclamas que serían indistinguibles del ideario de Vox. Lejos de absorber votantes de la formación de Santiago Abascal, como pretendería el PP al dar ese volantazo, lo cierto es que están logrando el efecto contrario, y los votantes más radicales del PP están empezando a preferir a Vox dado el parecido que ya atesoran ambos partidos. Es la conclusión que puede extrarse del último estudio de El Mundo, que reflexiona sobre el trasvase de voto que puede darse en la derecha, que ronda el millón de votos, y sus motivos.

Según una encuesta de Sigma Dos para el citado diario conservador, el 14,5% de quienes votaron al PP en julio de 2023 ahora cambiarían su papeleta por la de Vox, un total de 1.183.321 personas. Por contra, el trasvase de la ultraderecha al PP es solo del 5,7%, 174.249 electores. Tomando estos dos datos, el saldo positivo a favor de Vox es de 1.009.072 papeletas. 

Del mismo modo, puede analizarse la situación actual del partido de ultraderecha y la que reinaba en sus filas hace tan solo un año. A finales de 2024, las encuestas les pronosticaban entre un 9 y un 9,5% de intención de voto tras haber conseguido un 12,4% en las generales de 2023. Vox había abandonado los gobiernos autonómicos con el PP y Se Acabó La Fiesta gozaba de su minuto de gloria, por lo que los de Feijóo estaban en máximos. Pero ahora, un año después y a vista del timonazo del Partido Popular hacia ideas más radicales, la estimación de voto a Vox se ha disparado hasta el 15,1%, 1,35 millones de votos más en tan solo doce meses, o lo que es lo mismo, 26 escaños más: 48 frente a los 22 que les pronosticaban, en su inmensa mayoría, gracias a antiguos votantes del PP que hoy elegirían a Abascal a costa de las siglas de Feijóo.

La tendencia favorable a Abascal en los trasvases de voto ha sido habitual en los últimos meses, pero hace un año se producía en cifras mínimas. Solo un 6,3% de los votantes de Feijóo se mostraba favorable a votar a Abascal en septiembre de 2024, mientras que el 10,9% de los votantes de la ultraderecha optaría por 'suavizar' su voto con el PP. De esa mutación, porcentualmente, ganaba el PP, pero la diferencia en número de votantes ya era positiva a Vox, que le quitaba 180.919 votos al PP. En octubre, incluso, la cifra caía a los 63.664 votantes en esta situación, pero los datos de la actualidad son muy distintos: 1.009.072 antiguos votantes del PP se pasarían a la extrema derecha, un 14,5%.

¿Por qué crece tanto Vox a costa del PP?

Existen diferentes hipótesis para explicar este trasvase electoral. La primera, que en el partido ven como un acierto y que las encuestas parecen respaldar, es la marcha de la ultraderecha de los gobiernos autonómicos, diferenciándose del PP en las cuestiones de la agenda social y, a su vez, desligándose de la responsabilidad y las competencias en los territorios en los que el PP ha tenido situaciones de mucho desgaste, como Valencia con la DANA o Castilla y León con la crisis de los incendios. Si Vox se hubiera quedado en el Ejecutivo valenciano, la consejería de Emergencias hubiera estado bajo su responsabilidad, hubiera sufrido mucho desgaste por la gestión de la emergencia y la historia sería distinta, pero su marcha hizo que subieran 1,4 puntos porcentuales en el primer mes tras la fatídica riada por el desgaste acumulado por Carlos Mazón.

Librarse de la responsabilidad siempre es bueno, y Vox se beneficia de esta situación para presentarse como "alternativa a la gestión del bipartidismo". Tener a alguien en tu espectro político que va de escándalo en escándalo también puede beneficiarte, como es el caso de Alvise y Se Acabó La Fiesta y todas sus batallitas judiciales, que no gustan a la hora de meter la papeleta y reunifican a la extrema derecha en torno a las siglas verdes. Del mismo modo, Vox ha jugado la carta de la "alternativa a la corrupción" con la proliferación de casos tanto en el seno del PSOE como del Partido Popular, con una retórica grandilocuente y simplista alrededor de estas cuestiones que resulta atractiva para los electores más desmovilizados y sin arraigo por ninguna otra formación.

Esta serie de acontecimientos ha tenido una consecuencia: el líder del PP ha mutado su discurso para tratar de comerle el terreno a una ultraderecha que, por las circunstancias expuestas, le estaba comiendo el terreno al Partido Popular, endureciendo su retórica especialmente en cuestiones como la inmigración o las críticas al Gobierno central (que siempre habían sido agudas, pero no hasta el punto actual). Pero lejos de lograr el cometido y devolver al redil a los votantes más indecisos, el efecto parece estar siendo el contrario: la migración se está produciendo del PP a Vox, y no al revés. El endurecimiento discursivo y estar siempre al rebufo de la ultraderecha no está rindiendo frutos.

En cuanto al trasvase electoral desde el PSOE a las filas 'populares', solamente un 3,9% de los electores de Pedro Sánchez cambiaría su voto por Feijóo. Del PP al PSOE, solamente hay un 1% de trasvase. El saldo entre estos dos partidos es positivo para el PP, pero mínimo, lo que certifica una cosa: el PP y el PSOE son dos partidos con una base electoral muy diferenciada y casi estática entre ellos. En términos netos, Feijóo le roba hoy a Sánchez 223.438 electores, una cifra mínima en comparación con el millón que está perdiendo el gallego ante Abascal. Asignatura pendiente para el PP reflexionar sobre los errores del último año y cómo parar la sangría verde que puede reconfigurar el Hemiciclo cuando toque meter la papeleta.

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