Nuevo capítulo en el culebrón de las monjas díscolas de la comunidad de clarisas de Belorado, en Burgos y Orduña en Vitoria. Este viernes han comunicado mediante un burofax al Arzobispado de Burgos su “unánime e irreversible posición” de abandonar la Iglesia Católica y han asegurado que cualquier pena o sanción de carácter canónico, como la excomunión, son “nulas”, ya que para ellas “no tiene poder sobre las almas” y “carece de efectividad”.

En un comunicado fechado en la localidad burgalesa de Belorado este viernes y que han hecho público a través de las redes sociales, las clarisas han insistido en que su decisión de salir de la Iglesia es fruto de una “madura, meditada y consciente reflexión”. “Nos separamos libre y voluntariamente, con unanimidad y con alegría de espíritu”, reiteran en su manifiesto, en el que hacen hincapié una vez más en que el Manifiesto Católico del 13 de mayo, firmado por la abadesa, ha sido “refrendada por todas”.

Las religiosas tenían como límite las 14:00 horas de este mismo viernes para presentarse ante el Tribunal Eclesiástico, para declarar por un delito de cisma, pero no se han presentado, lo que permite desde ahora al Arzobispado de Burgos, tal y como le permite el Derecho Canónico, declarar su excomunión, un decreto cuya firma depende del propio arzobispo burgalés, Mario Iceta y lo que supondría la expulsión definitiva de la Iglesia Católica y el punto y final a la polémica entre la Institución y este grupo de religiosas díscolas.

 

Entre las monjas excomulgadas se encuentran la propia exabadesa sor Isabel de Trinidad, una de las firmantes de la denuncia contra el arzobispo Mario Iceta por abuso de poder, usurpación de representación legal y vulneración del derecho a la libre asociación.

Diez de las quince monjas debían responder este viernes a la acusación de cisma y para ello se les impuso un plazo, desde el 7 de junio hasta el 16 y 21 de junio. En concreto, la religiosa que ejercía de abadesa y otras dos más que firmaron la denuncia contra el arzobispo tenían diez días para aclarar si ratificaban su salida, que comunicaron el pasado 13 de mayo mediante un manifiesto de 70 páginas.

Por otro lado, el Arzobispado de Burgos, al que acusan de intentar imponer el Derecho Canónico para disolver la congregación mediante la excomunión, había dado un plazo de dos días para que entregaran una copia de las llaves del monasterio. El tiempo llegó a su fin el 10 de junio y la entrega de llaves jamás se produjo.

El proceso de excomunión puede resultar de alguna forma familiar a las monjas, ya que lo sufrió en 2019 el falso obispo al que ahora siguen, Pablo de Rojas, fundador de la calificada como Pía Unión Sancti Pauli Apostoli.

El origen de este conflicto que parece llegar a su fin está vinculado a una operación inmobiliaria que resultó fallida. Las clarisas denuncian que desde el Vaticano les han impedido vender un convento que tienen en propiedad y que a día de hoy se encuentra vacío en la localidad vizcaína de Derio.

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