En el Gobierno lo tienen claro. El Partido Popular utilizó la Conferencia de Presidentes para “calentar” la manifestación convocada por su líder, Alberto Núñez Feijóo, contra el presidente Pedro Sánchez y su gabinete. Las tesis que manejan en Moncloa es que los conservadores necesitaban esta gasolina para alimentar el enfado en la ciudadanía y que esta respondiera a la llamada de Génova. Sin embargo, lejos de concentrar una multitud considerable, la movilización fue un jarro de agua fría para los populares en su enésima intentona de canalizar la guerra contra el PSOE. Por ello, desde el Ejecutivo retan al jefe de la oposición a pasar a la acción real y cambiar la calle por el Congreso de los Diputados: “Que presente una moción”.
La Conferencia de Presidentes del pasado viernes en Pedralbes fue un fracaso en términos de acuerdos transversales para la ciudadanía. Sólo quedó el ruido generado por el Partido Popular. Concretamente por una Isabel Díaz Ayuso que, como suele decirse, se robó el show. Fue la protagonista de una jornada que hasta su aparición en escena transcurrió por la senda de la normalidad. La jefa del Ejecutivo madrileño cumplió su amenaza. No lo hizo con Salvador Illa, anfitrión del cónclave territorial, pero sí con el lehendakari Imanol Pradales, quien vio cómo Ayuso ponía a su bolso a custodiar su sitio mientras pronunciaba su discurso en euskera.
Tampoco se ausentó cuando su compañero de partido y presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, dedicaba los dos minutos iniciales de su speech a reivindicar el gallego y el “privilegio” que supone tener dos lenguas. Génova salió de inmediato a tapar el agujero, pero no hizo sino ensanchar la patente quiebra narrativa entre las dos posturas. El entorno de Feijóo justificaba que si dos personas coincidieran en un país como Reino Unido con “un pakistaní”, se hablaría en inglés: “Para entendernos, ¿no?”.
Gasolina para el 8J
La cuestión es que una reunión de calado como la Conferencia de Presidentes, donde el Gobierno intentó arrancar un acuerdo transversal en materia de vivienda, quedó ensombrecida por la pataleta lingüística de Isabel Díaz Ayuso y los intentos de Génova por coser la evidente ruptura. De ahí que el Gobierno entienda de que todo formó parte de una performance cuyo fin último era cerrar filas en torno a sus siglas para evitar que la manifestación de este domingo fuera el fracaso que finalmente se llevó el principal partido de la oposición.
Así lo cree el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, quien aseguraba ante los micrófonos de Cadena SER Canarias que los acuerdos que llevó el Gobierno a la Conferencia no se concretaron porque el PP “no quiso”; habida cuenta de que otras regiones con signos políticos diferentes sí estaban dispuestas a negociar y acatar los pactos.
Torres recordaba que en los prolegómenos de la cita interterritorial, Moncloa puso sobre la mesa Vivienda y Formación Profesional con universidades como elementos vertebrales del debate. Todas las autonomías mandaron sus propuestas a las iniciativas del Ejecutivo, pero el Partido Popular se instaló en el ‘no’ una vez más. Negativa que contrastó con el visto bueno de regiones como Euskadi o las islas Canarias, donde los populares cogobiernan con Coalición Canaria.
Más moción, menos manifestación
En resumen, lo que buscaba el Partido Popular, en palabras de Torres, era que “no hubiese acuerdos” para que se “calentara” la Conferencia porque “48 horas después había una manifestación”. Los conservadores la convocaron para trasladar al Gobierno la presión de la calle y precipitar su caída. Lo cual no es entendible para Ángel Víctor Torres, quien se afana en detallar la legitimidad democrática de un Ejecutivo elegido por los españoles a través de las Cortes Generales.
Por ello, Moncloa manda la bala donde más duele a Feijóo: a su aislamiento parlamentario. La errática narrativa de los conservadores, sumado al mimo con el PSOE trata a sus socios, hacen que los apoyos de los populares queden reducidos a sus socios habituales. La ultraderecha es el único resorte del que puede tirar el líder de la oposición, pero esos 170 escaños que suman junto a Vox les alejan a la par que acercan a la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Precisamente por ir de la mano de Santiago Abascal, el PP causa recelo en formaciones nacionalistas como PNV y Junts, dos aliados clásicos de la derecha española.
En Moncloa saben que la encrucijada de Feijóo no es menor y le arrojan sobre ella a la mínima que pueden. Por ello, el ministro Torres lo ha vinculado tangencialmente. “Lleva seis manifestaciones. ¿Cuántas ha hecho el PSOE en Canarias frente al Gobierno actual? Cero. Y en ese sentido tengo que ser claro. Un presidente lo consigue cuando tiene apoyo parlamentario”, aseguraba el expresidente de Canarias, comparándose con Feijóo por no haber podido gobernar porque no sumó la mayoría suficiente. Así, ha retado al jefe de la oposición a presentar una moción de censura y retratar su destierro parlamentario si tan descontento está por la gestión del Gobierno. “Compruebe si tiene los apoyos necesarios para ella”, remató.
Sobre todo en un contexto en el que el Partido Nacionalista Vasco ha reiterado que su posición está más cerca de Pedro Sánchez que de Alberto Núñez Feijóo. Así lo hizo saber su flamante líder orgánico, Aitor Esteban. El exportavoz de los jeltzales en la Carrera de San Jerónimo apunto a Vox como mayor problemática para entenderse con el PP: “Impide cualquier acuerdo”. Situación idéntica a la que viven con Junts, aunque ya tantearon la opción de Carles Puigdemont a principios de curso. Sin suerte y con portazo de los neoconvergentes, con quien además abrieron la brecha tras las maniobras de los populares en Bruselas para torpedear la inclusión del catalán, euskera y gallego como lenguas oficiales en la vida parlamentaria comunitaria.