El presidente que se fotografiaba hace unos meses en la cola de la oficina de Empleo y aseguraba que "cuando yo gobierne bajará el paro" ha aprobado la reforma laboral más abusiva de la democracia. La barra libre para que el empresario despida mucho más barato se ha traducido, lógicamente, en más paro. En el último año, el número de parados ha crecido un 10%. En total, casi medio millón de personas más que han perdido su empleo.

Seis millones de parados
¿Brotes verdes? ¿Señales de esperanza? ¿Luz al final del túnel? Ni mucho menos. Este martes hemos sabido que la Unión Europea prevé que el próximo año se superará la barrera de los seis millones de parados. Lo nunca visto en nuestro país. Pero Bruselas todavía tiene más malas noticias. La tasa de paro llegará al 26,6% de la población, la economía caerá un 1,4% (el triple de lo que asegura el Gobierno, otra mentira más) y el déficit público -cuya reducción justifica todo este sufrimiento- sólo bajará al 6%.

Un país de miserables
Es curioso que Rajoy cite a Víctor Hugo en sus discursos. Viene al pelo para un país de miserables, en el sentido más literal. Porque más del 20% de los españoles vive por debajo del umbral de la pobreza. Y más del 5% sufren pobreza severa. Entre estos están 2.267.000 niños que son pobres. Eso sí, hay otros a los que le va mejor. Porque, a veces, ser rico, depende de lo pobre que es tu vecino. El 10% más rico tiene cinco veces más que el 10% más pobre, lo que convierte a España en el tercer país con más desigualdad de Europa, sólo superado por Lituania y Letonia.

Unas cuentas mentirosas
Otra importante razón para la huelga está en la ley más importante que aprueba un gobierno: los Presupuestos Generales del Estado. Unas cuentas que nacen muertas y plagadas de mentiras. Falsedades en las cifras y medidas que Rajoy prometió que nunca tomaría. Por ello, entre sus exigencias, los sindicatos convocantes piden un referéndum en el que la ciudadanía opine sobre los recortes.

Un agujero injusto
Los Presupuestos, que el ministro Montoro definió como “los más sociales de la historia”, dedican una cuarta parte de su cuantía a pagar una deuda monumental. Y las expectativas en este aspecto no son muy optimistas. La prima de riesgo –lo que nos cuesta financiarnos- no baja de los 400 puntos e incluso ha llegado a colocarse en los 638 con Rajoy en La Moncloa.

Lo que nos quitan…
Y para pagar este agujero, ¿a quién ha pedido Rajoy un sacrificio? A los de siempre. A los asalariados, a los que dio un sablazo nada más llegar al Gobierno en la nómina. A los jubilados, que tendrán que repagar por sus medicinas. A los funcionarios, a los que mantiene congelado el sueldo y les ha quitado la paga de Navidad. A los hijos de los trabajadores, que han visto dispararse el precio por soñar con ir a la Universidad. Y a todos los ciudadanos en general, con una subida del IVA que se ceba en artículos básicos y contra la que se rebeló cuando estaba en la oposición.

…y lo que no nos dan
Y a parte de lo quitado, está lo que dejamos de recibir. Derechos básicos que hace cuatro años considerábamos inamovibles. Asistencia sanitaria para los inmigrantes, miles y miles de profesores ahora en paro que se deslomaban por impartir una educación pública digna, que amenazan a su vida.

500 familias al día
Vale la pena la huelga general para presionar al Gobierno ahora que está negociando con el PSOE sobre los desahucios. Que vean que no se va a bajar la guardia ante un drama que cada día destroza la vida a más de 500 familias y que amenaza con derrumbar la poca cohesión social que nos queda.

Más represión
Porque salir a la calle a luchar por lo que es nuestro es la mejor respuesta que puede darse a la represión, al aumento de un 1780% en el gasto en material antidisturbios, a quienes piden que las huelgas generales “se prohíban”.

Sí se puede

Pero sobre todo, la huelga general está justificada porque es eficaz. Porque reclamar nuestros derechos funciona. Tenemos el ejemplo reciente de los desahucios, de las tasas judiciales en Valencia –que han tenido que echar atrás ante las protestas-, o los encierros por la Sanidad Pública –que han obligado al Gobierno de Madrid a recular en su intención de desmantelar el Hospital de la Princesa-. Y porque en nunca nadie en la Historia consiguió nada quedándose en su casa.

Marcos Paradinas es redactor jefe de El Plural
En Twitter es @mparadinas