No sabemos si los independentistas intentarán de nuevo una DUI, lo que sí parece claro es que Vox va a intentar volver al 1936 (como la polémica canción cantada en su festival VIVA 22)  y dar un golpe con ocasión de la investidura y la tramitación parlamentaria de la amnistía. La hoja de ruta ultra ha dado ya sus primeros pasos y ha anticipado algunas etapas futuras.

Tras las convocatoria de las primeras concentraciones ilegales ante las sedes del PSOE, la del martes que sí se comunicó a la Delegación del Gobierno en Madrid no respetó los plazos legales de antelación y terminó con heridos, aunque lo que se busca es un primer mártir a manos de la "dictadura bolivariana de Perro Sánchez". Para calentarla, Abascal llamó a la desobediencia de la Policía, calificando las órdenes de sus mandos de ilegales. Esto es: ilegales porque el Gobierno es ilegal.

En la manifestación del martes se produjo un ensayo de asedio al Congreso al marchar un grupo numeroso hacia la Carrera de San Jerónimo y obligar a las fuerzas de seguridad a contenerlos en la Plaza de Neptuno. Cuando se celebre la sesión de investidura, ya sabemos a dónde se dirigirán los "CDN (Comités de Defensa de la Nación)" a imagen de los CDR independentistas.

Una vez agotados el catálogo de insultos tremendistas y el inventario de vaticinios de catástrofes, la llama encendida esta semana va a tener una mecha muy larga porque luego vendrán hitos importantes, como la aprobación de la ley en el Congreso y la ratificación definitiva, tras su dilatado paso por el Senado con mayoría absoluta del PP. En todas estas citas se pueden intentar asaltos a la Cámara legislativa como el ocurrido en Washington a manos de las hordas trumpistas en enero de 2021.

Las consignas escuchadas ante las sedes socialistas nos dan pistas sobre las acciones que puede intentar la derecha radical si ninguno de sus intentos golpistas fructifica. Algunas de ellas podrían ser una marcha hacia el Palacio de la Zarzuela para reiterarle al "Rey masón que defienda a la nación", como se gritó el martes en la calle de Ferraz, o concentraciones ante los cuarteles del Ejército para que los militares se unan a la revuelta y lo den Todo por la Patria en peligro, como ya le han pedido a la Policía Nacional. Esta segunda posibilidad que apuntamos se ha ensayado ya por la oposición venezolana en Caracas para que los militares intervengan contra Maduro.

No es de extrañar, pues, que el exilio político venezolano que tanto ha arraigado en el Madrid de Ayuso dé algunas ideas a sus amigos ultras españoles. Pero lo más grave de la estrategia puesta en marcha por la ultraderecha de Vox, con la complicidad del PP, es la de provocar el enfrentamiento civil al poner en la diana de su violencia a los millones de votantes socialistas como ya hizo el pasado verano el cantante José Manuel Soto.

Al paso que vamos la amnistía va a tener que incluir a los detenidos estos días por las protestas contra ella. Aunque con los mismos argumentos que el juez García Castellón ha imputado a Puigdemont por terrorismo como instigador de los disturbios en el aeropuerto de Barcelona, se podría hacer lo mismo con Abascal por los altercados de Madrid.

Hace tres meses hubo elecciones generales. Los ciudadanos votaron y no dieron la mayoría para gobernar, como se vio en el Congreso, a quienes hoy agitan la calle y quieren conseguir lo que no pudieron en las urnas de otra manera. Ese es el trasfondo de esta incendiaria hoja de ruta, a la que, lamentablemente, le quedan varios capítulos.