Si alguien esperaba que el mensaje sonase más blanco tras la medida de gracia adoptada por el Gobierno de Pedro Sánchez, el independentismo férreo y recién indultado ha tardado menos de cinco minutos en demostrar al mundo que la conjura soberanista sigue presente, la tregua es obligada por los condicionantes de la norma (la reincidencia en un plazo de tres a seis años les llevaría de vuelta a prisión) y el camino a recorrer pasa por acabar lo que se empezó el 1-0 de 2017.

Escoltados por los Mossos d’Esquadra, jaleados por cientos de simpatizantes y rodeados de la plana mayor del Govern reciclado que quedó tras la sentencia del Supremo, los indultados del procés han salido con paso firme, abrazados a los suyos, sonrientes y unidos: "Hoy celebramos una pequeña victoria para conseguir la gran victoria", ha explicado la expresidenta del Parlament Carme Forcadell a las puertas de la cárcel de mujeres de Wad Ras (Barcelona). "No se ha acabado nada. Nuestros ideales son los mismos. Derechos, libertades y derecho de autodeterminación para nuestro pueblo", ha proseguido, en la misma línea, la exconsellera Dolors Bassa, que abandonaba la prisión de Puig de les Basses, en Figueres (Girona).

Ellas dos pronto cedían el paso informativo a Lledoners, donde los otros siete indultados -Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Turull, Jordi Sánchez, Jordi Cuixart, Josep Rull y Joaquim Forn- eran jaleados por cientos de asistentes emocionados por la libertad concedida tras cerca de tres años y medio de encierro penitenciario por sedición y malversación. Los protagonistas no han tardado en colgarse señeras, esteladas, pancartas con lemas como “Freedom for Catalonia” e incluso caricaturas con su rostro en el caso de Romeva. Disposición ensayada, atril improvisado y el Bon cop de falç (buen golpe de hoz) de la canción de Els segadors como telón de fondo.

La imagen del día venía acompañada de un discurso cuidado y combativo, sin gestos de agradecimiento al Gobierno ni de arrepentimiento por los delitos del historial. "Mañana, pasado y hasta el día de la victoria continuaremos trabajando al lado de la gente de este país sin excluir a nadie para hacer realidad este sueño de una república catalana", ha anunciado el exvicepresident de la Generalitat Oriol Junqueras, exponiendo previamente que “no hay ideal y compromiso más noble y más alto que el de la libertad del país y la independencia”.

En términos parecidos se expresaban previamente sus seis acompañantes sobre el atril. "El Estado no nos ha podido aguantar más días en de la cárcel (…) Nos querían hacer perderlo todo y lo único que nos han hecho perder ha sido el miedo. Hoy los catalanes no tenemos miedo, que tomen nota, aquí en Madrid y allí donde sea necesario”, ha expuesto el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart. "Salimos con el corazón determinado a ganar lo que no pudimos ganar con el 1-O", ha proseguido Jordi Sánchez, secretario general de Junts per Catalunya. “Nuestro compromiso no es parcial ni reversible”, “nuestras convicciones son más fuertes que nunca”, “ganaremos” o “aquí no acaba nada” han sido otras de las frases más reveladoras del resto de la comitiva de Lledoners.

Posteriormente, ha sido el turno de intervención del actual president de la Generalitat, Pere Aragonès, quien ha reconocido que los indultos aportan cierta “alegría para los presos y sus familias tras tres años y medio de una prisión injusta”. Según el líder soberanista, esta alegría es insuficiente y ahora es el momento de convertirla en energía para conseguir a través de la política los objetivos finales de la sociedad catalana: la amnistía, la vuelta de los exiliados, el referéndum de autodeterminación y la república.

Sánchez, entre dos aguas

De forma paralela, Pedro Sánchez se enfrentaba a las críticas de la oposición y a los mensajes cruzados de sus socios en la sede del parlamentarismo español. La mayor punzada se la daba, sorprendentemente, el líder de ERC, Gabriel Rufián: “¿Ahora qué? ¿Los indultos han sido concedidos por valentía o por necesidad?”, ha preguntado el dirigente.

Interrogante que ha dejado al presidente del Gobierno con rictus serio, apaciguado posteriormente con la misma premisa con la que se han defendido los indultos en las últimas semanas: "Cada uno puede defender la ideas que considere, yo no voy a convencerles de que lo mejor no es la independencia sino la unión. Lo único que les voy a pedir es que defiendan el pacto constitucional, la legalidad y el Estatuto de autonomía", ha indicado Sánchez, incidiendo en la idea de “concordia y magnanimidad” con la que el Ejecutivo ha salido del paso en los últimos días -gracias también al proceso de ósmosis que ha experimentado Casado en su lucha por abanderar la oposición frente a Abascal-.

Pero los avisos llegados desde la bancada soberanista del Congreso y desde las puertas de las tres cárceles donde los nueve indultados recuperaban su libertad no han sido los únicos. Más tajante se ha mostrado el Partido Popular, que no ha dudado en afirmar que no es posible hacer más daño a España en tan poco tiempo: “Sánchez dimisión”, han reiterado, volviendo así a la idea de que el presidente del Gobierno debería ceder las llaves de La Moncloa, enfrentarse a las urnas y que los españoles sean los que sometan a reválida la decisión del Gobierno.

Una ilusión, la de Casado, que chocaba con una pretensión más plausible por parte de Vox. Los de Abascal volvían a introducir en el debate público la posibilidad de realizar una nueva moción de censura a Sánchez -Vox ya lo intentó sin éxito alguno en octubre de 2020-. Igual que entonces, la formación ultra invitaba al PP a sumarse, llegando a deslizar que esta vez podría ser incluso Pablo Casado quien la encabezara y contara con los votos a favor de Vox.