Perdiendo apoyos y con pactos rubricados a menos de 24 horas de la votación final. El Gobierno ha logrado retener los votos favorables necesarios para prorrogar el estado de alarma durante, al menos, 15 días más. Este escenario excepcional se alarga y el mando único respira aliviado por no haber echado por la borda todo el trabajo realizado durante la peor fase de la pandemia. Mientras las comunidades autónomas realizan el informe preceptivo para que sus provincias escalen de fase y se acerquen un poco más al escenario de vuelta a la normalidad, los grupos parlamentarios con representación en la Cámara Baja se fracturan con el paso del tiempo y avisan a Pedro Sánchez de que los poderes excepcionales que le concede esta medida no serán prorrogables sine die.

El PP, finalmente, ha optado por la abstención. El lunes encendió todas las alarmas su presidente, Pablo Casado, anunciando que no votaría favorablemente a una nueva concesión al Ejecutivo. La desconfianza de Gobierno y populares es recíproca y galopante, pero, por el momento, la principal fuerza de la oposición ha allanado el camino facilitando que el estado de alarma se prorrogue concediendo la abstención y no pasándose al ‘no’. Sí que ha pasado a confrontar abierta y frontalmente ERC. Los soberanistas sostienen que ha quedado demostrado que la “centralización” de las competencias no funciona, y reclama al Gobierno un mayor diálogo con las administraciones regionales para que el peso del desconfinamiento recaiga en las competencias autonómicas.  

A pesar de que estos dos rejonazos de última hora, anunciados a lo largo de la semana, han amenazado con romper el consenso alcanzado en las tres últimas prórrogas de la alarma, el Gobierno ha hecho los deberes una vez más. Con llamadas realizadas a horas intempestivas, con la bocina a punto de marcar el final del tiempo y con el respectivo tirón de orejas de todas las fuerzas con representación que no cuentan con asientos en el consejo de ministros. Sin embargo, pese a las dificultades, Carmen Calvo se puso el mono de trabajo y empezó a llamar a primera hora de la mañana a las dos fuerzas que podían desbloquear el escenario en caso de que Casado y su pléyade hubieran optado por el no.

Así, cediendo y escuchando las demandas de sus interlocutores, el Gobierno consiguió 16 votos favorables sumando a Ciudadanos y PNV a la ecuación: con los primeros se comprometió a estudiar la adaptación de los ERTEs y las ayudas más allá del estado de alarma; contactar semanalmente con Ciudadanos para intentar acordar un Plan de Desconfinamiento real, consensuado y sensato; y trabajar en la planificación coordinada de una salida del estado de alarma que permita mantener la protección en los ámbitos sanitario, económico y social a los españoles.

Mientras tanto, el pacto con el PNV se ha sustentado en la aprobación de la enmienda al decreto del estado de alarma presentada por los nacionalistas, basada, principalmente, en una mayor colaboración con los gobiernos autonómicos y la promesa de tejer la desescalada en base a los consejos de los gobiernos regionales, que defienden su capacidad operativa al estar más cerca del problema que les atañe.

En el bloque del ‘no’ han quedado Vox y el bloque catalán (ERC, Junts per Catalunya y la CUP). 75 votos en contra y una cantidad mayor de avisos a la duración interminable de la vigencia del estado de alarma. Arrimadas avisa de que el pacto alcanzado es para 15 días. El PP no volverá a facilitar una abstención de gracia. Las conversaciones con ERC parecen dinamitadas. Y las fuerzas del País Vasco aprietan. Por el momento, Sánchez respira porque las cifras dan un resultado suficiente en la calculadora parlamentaria.