Corren tiempos convulsos para la coalición. La ley del solo sí es sí sigue astillada en la piel del Gobierno, profundizando y ensanchando la herida abierta tras su entrada en vigor, hace ya cinco meses. Mientras en el ala de Podemos optan por elevar el tono de manera exponencial, los socialistas apuestan por dejar que sean los morados los que se retraten y enmarcan sus exabruptos en el contexto actual; es decir, puro “atrezo electoralista”. Por ello, en Ferraz prefieren marcar bien el tempo a entrar en un cruce de declaraciones sin fin: gestión frente a “ruido”.

La sangría de revisiones de penas a agresores sexuales no cesa, provocando que el quiste crezca progresivamente, al igual que las notables diferencias entre los dos socios de la coalición. La proposición de ley diseñada por el Ministerio de Justicia, con Pilar Llop al frente, que busca enmendar los “efectos indeseados” arraigados a la norma de Igualdad no ha hecho sino alejar a las dos sensibilidades del Gobierno, aunque las estrategias del PSOE y de Podemos son diametralmente opuestas. “Es la única solución técnica viable”, acotó la titular del ramo.

Desde la facción de Unidas Podemos se ha apostado por recrudecer el lenguaje y trasladar el asunto al campo de batalla público. Los morados han reorientado su discurso, acusando a sus socios monclovitas de ser una suerte de sucursal del Partido Popular. Las ministras de Derechos Sociales e Igualdad, Ione Belarra e Irene Montero, han percutido sobre esta idea, asegurando que la proposición de ley de Llop dilapida el consentimiento como columna vertebral del articulado. He aquí la madre del cordero, aunque los socialistas han tratado de explicar hasta la saciedad que la nueva regulación no toca el corazón del texto original.

El ruido, para otros

El debate público sobre el solo sí es sí es una suerte de guerra de trincheras que el PSOE prefiere obviar. Algunas voces del Comité Ejecutivo Federal sugirieron en su momento esta situación no es sino gasolina para la derecha. “¿A quién beneficia esto?”. Esta pregunta retórica recorre todas las estancias de Ferraz como la pólvora. Una idea que miembros socialistas trasladan ya tanto en público como en privado.

Como es lógico, en Ferraz no son ajenos a este ruido, pero han optado por hacer oídos sordos a cualquier exabrupto que proceda del socio minoritario de la coalición. “Hay cosas a las que es mejor no responder”, comentan altos cargos del PSOE. De hecho, en el cuartel general se decantan por quitar hierro al rosario de acusaciones moradas arguyendo que son fruto del contexto de precampaña. “Es atrezzo electoral”, resuelven dirigentes del partido tanto en público como en privado, que a su vez auguran que se intensificarán a medida que se aproxime el 28 de mayo.

La pelota, en el tejado de UP

Ferraz se borra de la pelea en el barro que proponen desde Podemos y retan a sus socios a que sus iniciativas al menos sean “realizables, solventes y dignas de estudio”. Misma espada que blanden a la hora de valorar el momento procesal de la proposición de ley. El balón no está en el tejado socialista, sino en el de los grupos parlamentarios. Son ellos, argumentan, los que tienen la cuchara en la mano y a los que compete ahora presentar las enmiendas que estimen oportunas a la reforma del sí es sí.

El PSOE focaliza todos sus esfuerzos en estructurar una mayoría solvente que avale la reforma de la norma de Igualdad. En otras palabras, no se centran tanto en un número concreto de apoyos -176 votos son los necesarios para su aprobación-, sino en atraer a diversos partidos a su órbita para evidenciar el aislamiento de Podemos en el Parlamento. Una estrategia que busca que sean los morados los que se retraten con su voto.

Para ello, han rechazado luchar contra el crono y mantendrán los tiempos. De esta manera, declinan la oferta de Génova por convocar un pleno extraordinario este mismo jueves y ponerle dique a esa sangría de reducciones de condena. En Ferraz son conocedores del veneno que esconde el caramelo que Feijóo les ha puesto delante, amén de que no tienen prisa para situar a Podemos ante su propio reflejo, con EH Bilu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) como daños colaterales.

A sotto voce, los socialistas esgrimen que hay un clamor parlamentario para revertir los “efectos indeseados” del articulado estrella de Montero. Unas consecuencias que, dicho sea de paso, tan solo supieron ver desde el Grupo Republicano. Dirigentes del PSOE apuntan a formaciones como Compromís, Más País o los Comunes, aunque no se espera que estos últimos resquebrajen la disciplina de voto. A ellos habría que sumar a PNV, PDeCAT o el propio PP, que han manifestado ya su visto bueno a la proposición de ley. Entre tanto, en Ferraz y Moncloa se mantienen a la espera de que el resto de aliados pivote hacia el sí, máxime cuando éstos no se han opuesto a la normativa de Justicia, sino que han instado a la coalición a tejer los descosidos y presentar una alternativa unitaria. En caso de que el acercamiento de posturas sea imposible, pronostican un apoyo a la normativa socialista, que a la postre es la única que hay sobre la mesa.

Gestión y agenda

Como aderezo, Ferraz procura tapar la fuga del solo sí es sí a base de medidas sociales. Un arma diseñada también para soterrar las críticas del Partido Popular. Gestión, gestión y más gestión. Un mantra instalado en Ferraz y en Moncloa de un tiempo a esta parte, de manera que se subraye el blindaje social del Gobierno en tiempos convulsos como los actuales.

Este mismo martes, el Ejecutivo aprueba una partida de 2.549 millones de euros destinadas a las becas. Una nueva cobertura social para las clases medias y trabajadores, punto de apoyo del argumentario socialista frente al “ruido” del solo sí es sí, que Génova también usa para desgastar a Pedro Sánchez. De hecho, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, protagonizarán en el Senado esta jornada un nuevo cara con un “modelo de país” como arma arrojadiza.