En el cuartel general del PSOE ya no esconden la sensación de hartazgo para con sus socios de gobierno. Unidas Podemos se ha abonado a la descalificación en su cruzada contra los socialistas por defender la ley original del solo sí es sí; es decir, su propuesta. “Es una fuerza conservadora, siempre le entra el miedo”. Estas palabras, paradigma del malestar socialista, utilizó Ione Belarra el domingo para referirse a sus aliados, quienes, por otro lado, no dudan en recordar que si los morados están en el Gobierno es gracias a ellos -y viceversa-. Reflexiones de los miembros de la Ejecutiva federal que desembocan en la misma pregunta: “¿A quién beneficia esto?”.

La ministra de Hacienda y vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, escenificó en público ese hartazgo generalizado y lanzó un mensaje directo a sus socios: “Nosotros sí vamos a cuidar la coalición”. Ante las cámaras, los socialistas se cuidan de elevar el tono y echar aún más gasolina a un fuego que ha conducido a sus socios a la senda del improperio, como las declaraciones del pasado fin de semana de la líder de Podemos, Ione Belarra. En Ferraz, como es obvio, no han sentado nada bien, y piden a sus socios que echen agua al guiso porque, como apuntan altos cargos de la Ejecutiva, la discrepancia “no la capitaliza nadie”.

Fuentes de la cúpula socialista admiten que las colisiones, tan constantes en las últimas semanas, han provocado el hastío entre sus filas, pero también en Moncloa. De hecho, estas mismas voces recuerdan a los morados que es el PSOE el socio mayoritario de la coalición y que si son parte del Gobierno es gracias a ellos, aunque también admiten la parte alícuota de responsabilidad a los morados en este sentido, aunque enfatizando en la musculatura parlamentaria.

“¿A quién beneficia esto?”, se preguntan altos cargos de la dirección socialista, que centran el tiro en la proximidad de las elecciones. En Ferraz creen que esta situación de guerracivilismo perenne tan solo repercute en éxitos para la derecha y lamina las opciones de una reedición de la coalición. En la cúspide del PSOE hay quien afea que desde Unidas Podemos se dude del progresismo del partido. “Nadie se cree que toquemos el consentimiento, como tampoco se creerían que ellos quieran dejar a agresores sexuales en libertad”, comentaba con cierta sorna un miembro de la Ejecutiva federal, quien a su vez recomendó a los socios minoritarios “medir sus palabras”.

Horizonte parlamentario

La actitud de Podemos genera dudas en la cúpula socialista, que ya se resignan incluso a una abstención de sus socios en la votación de la ley del solo sí es sí. Este mismo martes, la Mesa del Congreso calificará la iniciativa del PSOE para la reforma del articulado. Sin embargo, las posiciones siguen estancadas. No hay avances ni, por supuesto, visos a un acuerdo que en Ferraz explican con la división interna en el grupo confederal. “Dependerá del debate en el corazón de Unidas Podemos”, reflexionan estas mismas fuentes, que detectan una bicefalia entre la cerrazón del Ministerio de Igualdad y la conciliación que promueve el sector de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Esta disyuntiva podría facilitar una abstención de los morados para subsanar los agujeros del articulado original.

Este escenario tampoco se antojaría idílico para el PSOE, dado que aún dependerían del Partido Popular, pero sí esquivarían el no de sus aliados parlamentarios habituales. EH Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ya avisaron de que validarían la reforma siempre y cuando contara con el visto bueno de la cartera que dirige Irene Montero. No obstante, los socialistas han suavizado sus postulados iniciales al abrir la puerta a entablar conversación con el principal partido de la oposición.

Posturas muy alejadas

Entre tanto, las conversaciones entre los socios de gobierno se suceden, pero no fructifican. “Solo sirven para seguir constatando diferencias”, explican fuentes de Ferraz. Entienden que a Montero le duela “corregir su propia ley”, pero la única salida a esta crisis de la coalición pasa por abandonar las trincheras del “dogmatismo”. En este sentido, subrayan que la reforma diseñada por Pilar Llop mantiene el consentimiento como eje vertebrador, con la inclusión de intimidación y violencia como única vía para evitar una posible revisión de penas en el futuro.

Precisamente a este asunto se aferran en el PSOE. Justifican que su reforma tiene el ok de los técnicos, en su mayoría del Ministerio de Justicia, donde se tiene un mayor conocimiento de los recovecos del Código Penal. Los socialistas piden a los morados que diseñen una enmienda si entienden que ese es el camino para subsanar las fallas del articulado original. En cualquier caso, desde la certera que comanda Llop ya aventuraron que las propuestas de Igualdad no limitaban la rebaja de penas o, en su defecto, eran insolventes desde el punto de vista jurídico.